lunes, 9 de julio de 2018

LA DEHESA EL ENCINAR (iI)


         Seguimos con la foto: 



      Otro de los señores de pie, creo el más orondo, que está de perfil, sería don Castorio Palencia. un rico hacendado con propiedades en otro pueblo de la provincia de Valladolid. Fue abuelo materno de Amos Vega Palencia, padre de "Feli" y de Luisina. Estamos hablando del bisabuelo de espléndidas señoras de más de ochenta años..




     Está don Ángel Mazo Linacero y su hijo Ángel Mazo Trabadillo, padre de Luis y de Pepe Mazo. Los sentados son más jóvenes. Entre ellos, rodilla en tierra, hay dos adolescentes. El de más a la izquierda, con corbata, es don Manolo "el del banco", al único que conocimos. Podría tener entonces catorce años. Como se casó mayor, menos el menor, viven todos sus hijos en plenitud de forma.




     Si algún familiar o descendiente de los descritos descubre algún error, estoy dispuesto a rectificar.




     Aclaro que empleo el "don" porque así es como eran conocidos y nombrados los y las pertenecientes a la clase alta; costumbre que llegó hasta mi juventud. Así recuerdo a doña Ceferina y a doña María Mazo Trabadillo, si bien en la siguiente generación se perdió el "don" que daban las tierras. Así Luis Mazo Ortega, Paquito Morales Mazo, Ramón Álvarez Mazo... ya no tuvieron "don". Éste se reservaba para curas, maestros, abogados, notario, juez...




     A la última persona que conocí con don, sin tener carrera, fue a don Lucas Cepeda, quien sin ser de los que más tierras tenían, fue señorito: no trabajó y vestía elegante aun a diario. Obsérvese que la diferencia de clase social se notaba, a la legua, en el aspecto.




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      Hablando con gente más joven percibo que desconocen lo que fue la "Dehesa", se piensan que es la parte de ella que queda, todavía de monte bajo, considerable pedazo que se salvó del "encinicidio", aunque nada que ver con la dehesa que conocimos. Lo mejor es copiar la descripción que de la misma nos hace don Luis Calvo Lozano:




      "La Dehesa o bosque de los Condestables, poblada de seculares encinas, 1.100 años, ocupa una posición media entre el teso de Polanco y el Monte Coto. Esta dehesa encinal hace OCHOCIENTAS TREINTA Y OCHO HECTÁREAS, VEINTE ÁREAS Y CINCUENTA Y TRES CENTIÁREAS, o sean DOS MIL NOVECIENTAS SESENTA FANEGAS. Fue siempre de la propiedad de los Excelentísimos señores Condestables de Castilla, duques de Frías, pasando en estos últimos lustros a la Casa de Superunda, cuyo señor al morir sin sucesión dejó en testamento se vendiera dicha dehesa con los demás que poseía en Villalpando para invertir el producto en obras pías; comprola hace dos años don Alicio Cobaleda, acaudalado propietario de la ciudad de Salamanca.




       Aunque en la actualidad deforestada, fragmentada en manos de bastantes propietarios, siguen muy claros los límites de lo que fue la dehesa.




      Las primeras encinas, según vamos por el camino de la Casa, (se refiere a la casa de la dehesa más próxima y señorial), estaban a unos tres kilómetros del pueblo. Ahora ahí existe una nave donde guarda las ovejas Julian Vallecillo, un sondeo, motor de riego, etc. Está rodeada de cañadas, más o menos invadidas.




     Este camino de la Casa, ahora de concentración, coincidía más o menos con el antiguo, si bien, al adentrarse en dicha finca, ya no actuó Concentración Parcelaria, aunque no por ello dejó de ser público. Llega hasta la otra casa, la del medio, conocida antes como de "Cotorruelo", que sigue habitada, donde empieza el monte superviviente. Como a esta casa ahora se accede por un buen camino que va desde la carretera de Zamora, en la Cruz de Semanica, ese antiguo camino de herradura ha quedado intransitable. No así su continuación, desde la casa, cabañales y corrales dichos, hasta el puntal de la dehesa, en el extremo Sur, donde continúa, atravesando Valdeconejo, luego entre los pinos y el Coto, hasta llegar a Belver. Según asegura el Ayuntamiento de Villárdiga, un tramo de dicho camino, al cercar su trozo comprado de la antigua dehesa, el más al Sur, los nuevos propietarios, colocaron postes y alambres apropiándose de importante trozo de ese camino. Al encontrarnos con él cortado, los transeuntes invadimos el terreno colindante que es propiedad del Ayuntamiento dicho, quien, hace ya bastantes años, excavó una zanja para impedir el paso por su parcela.




    ¡Bien!, volvamos al principio:  llegamos al cruce, donde nace el camino transversal de Concentración, donde hay una laguna, y allí, hacia el Sureste, empieza la cañada de la dehesa, que va dejando ésta, deforestada, a la derecha, un poco más adelante, a la izquierda el Teso Polanco, en la actualidad precioso pinar. Y así, al llegar al Sebo, donde acaba ese trozo de cañada, otra más estrecha tuerce a la derech y sigue cirvunvalando todo el perímetro de la dehesa, hasta llegar, por la Vizana al punto de partida, donde está la actual citada nave. Calculo que la longitud de ese perímetro puede ser de ocho a diez kilómetros.




    Les voy a contar lo que era aquella dehesa, la vida y la riqueza  que allí había, será, s.D.q., en el próximo capítulo. Ahora simplemente, un aperitivo.




     Al llegar, entre las primeras encinas, nos encontrábamos con una casa grande, de dos plantas, al fondo de un corral delantero en el que había cuadras y cabañales. Dos pararrayos la protegían de los rayos y exhalaciones. La fachada estaba recubierta de ladrillo rojo. Poseía portón y amplios ventanales. Por otra puerta más grande, en la parte izquierda, se accedía a la capilla. Todos los domingos don Facundo, en su borrico, con mi tío David de monaguillo a la grupa (entonces la misa era un diálogo en latín entre el cura y el monaguillo, ambos revestidos), el caliz, las "formas", el misal... en las alforjas, iban a decir misa para todas las familias trabajadoras habitantes de los chozos, convocadas por el esquilón sobre humilde espadaña en el tejado de la casona.




 (Continuará)        

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