lunes, 31 de marzo de 2014

LES CUENTO CÓMO PASÓ. Cap. III




                                                  LES CUENTO CÓMO PASÓ.- Cap. III

                Adolfo Suárez comienza a recorrer la senda marcada por Torcuato Fernández Miranda, ideólogo, hombre de gran capacidad jurídica, cabeza visible de todo el numeroso grupo de gentes de centro y derecha democrática que estaban por la reforma –“de la ley hacia la ley por la ley”.

                Su primer paso, el de Torcuato, de acuerdo con Suárez, y todos los demás, redactar  el “Proyecto de Ley para la Reforma Política”. Aprovechaba el resquicio legal que le propiciaban las Leyes  Fundamentales del Movimiento.

                Tal “Proyecto” había de ser refrendado por las Cortes franquistas y falangistas, de las que el mismo Torcuato era Presidente. Lo aprueban por inmensa mayoría. Es cuando lo del famoso “harakiri” Cito de memoria. Debió andar por el 80 % de los votos a favor.

                El 15 de diciembre de aquel año 76 se somete a referéndum. Estuve en una  Mesa. Votamos el 78 % de los españoles. El “SÍ” anduvo en más del 90 % de los votantes.

                Ello demuestra como la inmensa mayoría deseábamos el cambio, la TRANSICIÓN desde un régimen autoritario a la democracia plena, aunque existieran ciertos miedos y resistencias.
                Lo deseábamos, pero de una forma pacífica.

 No sería justo si silenciara los disturbios en las principales capitales españolas, durante el gobierno de Arias. Muy graves los de Vitoria, donde las todavía fuerzas represoras se “emplearon a fondo” sobre todo cuando el desalojo de aquella iglesia con gases lacrimógenos, y a la salida con fuego real. Me parece que cinco fueron los muertos.

                ¿Que aquellas manifestaciones y disturbios, siempre motivadas en principio por motivos laborales, influyeron para que el rey, siempre aconsejado, acelerara la  destitución de Arias…? No lo sé. Lo evidente es que la transición nace dentro del régimen y en los aledaños de centro y diestra democrática.

                ¿Cuál era la postura de las gentes de izquierdas?

                Los pocos significados, los que habían “resistido” a la dictadura, los de verdadero  “pedigrí”, estaban por la ruptura total, por la implantación de una república “democrática”, que excluyera todo lo que hubiera tenido que ver con el franquismo. Así, unos pocos,  lo manifestaban. Para otros, aunque lo callaran, ese era  su sueño oculto, lo que deseaban para cuando muriera Franco: la revancha.

                Contra estos en un extremo y los inmovilistas del otro, estábamos, con Suárez, Torcuato, los generales Diéz Alegría y Gutiérrez Mellado; Carrillo, el nuevo  PSOE, aunque remoloneando unidos a la reforma, Areilza, Fraga (quien  no admitía la legalidad del PCE),, la inmensa mayoría de los españoles.

                Los líderes, Carrillo, González, Nicolás Redondo…, fueron pragmáticos. Se dieron cuenta del gran colchón de clases medias  que el desarrollo había formado en España, que no estaban por la revolución ni la barricada. Se sumaron, apoyaron el modelo de Transición de Torcuato, de Suárez.

                Adolfo navega por un proceloso mar: al terrorismo de extrema izquierda, ETA, GRAPO, que, con la impunidad de Valery Giscard, asesinaba cada semana, y tenían acojonada a la población vasca, que no fuera aberzale, se sumaba, el de extrema derecha, más alborotador que dañino, salvo la masacre de los Abogados laboralistas de la calle de Atocha.

                Esa sí, la manifestación de repudio por esos crímenes, fue la  mayor manifestación masiva de protesta  que en España se había conocido hasta entonces, a la que acudieron gentes de toda ideología que no fuera Fuerza Nueva. Y mira si habría gente con justa rabia,con ganas de armarla, pero ni un incidente. El mismo servicio de orden del PCE se encargó de apagar los brotes.

                A Suárez nada le arredra. Forma, de prisa y corriendo, en mayo de 1977, un partido de aluvión, UCD, en el que convergen democristianos, Fernando Álvarez de Miranda,Iñigo Cavero, Landelino Lavilla, Otero Novas…, antiguos falangistas, como él mismo, Rodolfo Martín Villa, Torcuato…, social demócratas, Fernández Ordoñez…; liberales, los Garrigues,  Abril Martorell…, amalgamados todos por lo que dicen sus siglas: UNION DE CENTRO DEMOCRÁTICO.

                Previamente, el famoso Sábado Santo, 9 de abril del 77, legaliza al PCE, Partido Comunista de España, la bicha del régimen, lo que levantó sarpullidos en el ejército y en las gentes más de derechas. Luego se vio que no “era tan fiero el león como lo pintaban”.

                Convoca elecciones para el  15 de junio de 1977, a las que concurren, libremente, un montón de siglas previamente legalizadas. En las dos semanas anteriores una cálida borrasca metereológica, centrada sobre la península, nos mandaba benéficas lluvias. El tiempo se sumaba a la lluvia de mítines, de carteles, de octavillas, de magafonia…, de esperanza, de ilusión en la democracia, por pueblos y ciudades.

                Volvían del exilio, o de dentro, viejos y míticos líderes de la II República: Dolores Ibarruri, Alberti, Gil Robles, Rodolfo Llopis, el propio Carrillo… Casi todas las noches había en el pueblo la fiesta de algún mitin en el cine o en el Colegio Comarcal.

                Recuerdo muy especialmente el mitin en el cine del Partido Comunista. ¡Qué emocionante estremecimiento!: banderas rojas, hoces y martillos… Y lo mejor: la presencia de quienes ejercieron sus ideas en la clandestinidad, de los viejos izquierdistas: Emilia, Frater Blanco y familia, Garibalde…, Melecio Serapio... Abrazos, lágrimas con los viejos camaradas de Zamora: Manuel Ballesteros, Amable García…

                Aún nos falta de contar, de lo sabido, lo intuido y lo que ahora se va descubriendo  que realza más la categoría humana de Adolfo Suárez.
               
               


miércoles, 26 de marzo de 2014

LES CUENTO CÓMO PASÓ. Cap. II

                               

                      CUÉNTAME CÓMO PASÓ. Cap- II.

                En aquellos meses del gobierno de Carlos Arias existió mucha soterrada efervescencia política (como esto es un resumen, omito detalles, quien desee más información puede ir a Wikipedia). Dentro del régimen cobraba cada vez más fuerza el sector reformador.  También los poderes fácticos; empresariado, banca, iglesia en su  mayoría, deseaban el cambio.  En contra del mismo quedó un reducido grupo, los empezados a llamar nostálgicos, aferrados a la doctrina del “movimiento nacional”. Sus cabezas más visibles fueron Blas Piñar, José Antonio Girón y Raimundo Fernández Cuesta.

                El pueblo expectante, aunque pasivo, preocupado por su vida cotidiana, por la inflación, que disparaba los precios de la gasolina, originada por la guerra del “yonquipur” entre Israel y los Países Árabes, quienes como medida de fuerza, aprovecharon para elevar considerablemente el precio del petróleo.

Sí cabe reseñar los sucesos de Vitoria, originados más que por conflicto político por motivos laborales, cuando Fraga dijo aquello de que “la calle es mía”.

El hombre influyente, el que diseñó todo el proceso, al que podemos llamar el padre de la transición, hombre de gran talento,  fue Torcuato Fernández Miranda, perteneciente al grupo “Tácito”.

Estaba dibujada la nave. Se había de buscar quién la pilotara. Lo primero sustituir al viejo patrón Arias Navarro.

El Rey había de nombrar un nuevo Presidente del Gobierno. Ello se hizo siguiendo el protocolo de las leyes franquistas. El Consejo del Reino, presidido por Fernández Miranda, propuso una terna de tres personas al Rey, quien se decantaría por una de ellas.

Los propuestos fueron: Federico Silva Múñoz, Gregorio López Bravo y Adolfo Suárez González.  Los dos primeros habían sido Ministros con Franco, y el tercero lo era en ese momento, Ministro Secretario General del Movimiento, con Arias. Si bien todos compartían su afán reformista.

Silva Muñoz había nacido el año 1923 en Benavente. Poseía dos carreras universitarias con notas de sobresaliente. Era tan honesto como inteligente. Ocupó la cartera de Obras Públicas hasta el año 1970 cuando dimitió en desacuerdo con las condenas de muerte a varios etarras. Por entonces era alcalde de Benavente un joven Julián Cachón, gran amigo de Federico, y mucho mío desde hace ya unos cuantos años.

También había sido Ministro, de industria creo, Gregorio López Bravo, brillante también y muy conocido.

Pues bien: el rey se decantó por el menos conocido, más joven, y de más pobre currículo, pero sin duda quien mejor podría hacer el encargo.

Adolfo Suárez. Era hijo de un Procurador que mal allegaba recursos para la familia. Líder de la pandilla, regular estudiante, se hizo mozo guapo, de trato afable, encantador sobre todo con las señoras. Terminada la carrera de derecho en Salamanca, lejos del “Qum Laude”, lo vemos en Ávila buscándose la vida. Consigue en empleo burocrático de poco sueldo en la Beneficencia de su ciudad.

Es por entonces, año 1955, cuando llega a la ciudad de Santa Teresa, como Gobernador Civil, Fernando Herrero Tejedor, padre del actual periodista Luis Herrero, quien estuvo en la COPE. Adolfo, quien se movía en los círculos de Acción Católica, quien empezaba a ser conocido, se hizo amigo del joven matrimonio. Pasó a ser cómo de la familia. “Los que le llamábamos Adolfo” titula su biografía, que devoré en su momento, Luis Herrero.

Y así, protegido por Fernando se fue introduciendo en el organigrama del “Movimiento”.

En el curso 1958-59 ingresa en el Colegio Mayor Francisco Franco, desde donde se doctora en Derecho por la Universidad Complutense, al tiempo que desempeña un cargo en la Secretaría General del Movimiento.

Resumo: Gobernador de Segovia, época en la que coincide con el Príncipe por la sierra segoviana y simpatizan; Gobernador de Ávila, Director durante unos años de RTVE; llega a Ministro Secretario General del Movimiento, como hemos dicho.

Recuerdo aquel 4 o 5 de julio de 1977. Recién había cosechado un montoncico de cebada que tenía sobre una lona en el corral. Mi padre me ayudaba a envasarlo en sacos. Llegó mi suegro y comentamos la noticia. “El Rey ha nombrado Presidente del Gobierno Adolfo Suárez”. Los tres sabíamos de sobra quién era. Tanto Cobera, viejo falangista honesto, como mi padre de, en sus años mozos, ideología contraria, recibimos la noticia con alegría y esperanza. Mi padre dijo: -este rey busca la concordia. No quiere que le pase como a su abuelo.

Fueron meses frenéticos. Se pusieron en marcha todas las medidas programadas por Torcuato Fernández Miranda para ir pasando desde las leyes del franquismo hacia las de la democracia. Y aquí es donde el chico de Ávila da la talla. Pacta con Carrillo el modelo de transición, que sería de reforma, no de ruptura: monarquía constitucional; bandera roja y gualda, libertades totales de asociación, expresión, sindicales…, amnistía por todas las actividades políticas anteriores, mantener en sus puestos, si bien refundidos, a toda la burocracia del franquismo, que era más bien escasa…; y al ejercito, ni tocarlo.

¿Por qué con el PCE obviando al PSOE? Porque los comunistas y su sindicato hermano CCOO eran los únicos que tenían organización, capacidad de lucha, se habían fajado en la clandestinidad, habían dado la cara contra la dictadura.

Los chicos del PSOE, “el grupo de la tortilla”, González, Guerra, Yañez…, eran unos burguesitos que sólo cu8ando murió Franco comenzaron a asomarse, que, incluso habían militado en el Frente de Juventudes y vestido camisa azul, como es el caso de Felipe González. Sabido es el dicho de “cien años de honradez y cuarenta de vacaciones”.

Insisto en algo que se olvida: fueron los aperturistas del régimen, la generación que no había combatido en la guerra civil, quienes, de acuerdo con el rey, decidieron el regreso a la democracia. Y ello con la aquiescencia de la inmensa mayoría de españoles, el llamado franquismo sociológico. Veíamos que en una Europa democrática, en la que, incluso los comunistas europeos habían renunciado a la  “dictadura del proletariado”, seguir con un régimen autoritario, aunque fuera suavizado, era un anacronismo.

               


martes, 25 de marzo de 2014

LES CUENTO CÓMO PASÓ. Cap. I

                                                         LES CUENTO CÓMO PASÓ. Cap. I

                Si alguien entra la bitácora buscando descansar del aluvión de información sobre Adolfo Suárez y la transición política, siento defraudarles. Pero sigan leyendo,  voy a exponer, muy resumida, nuestra reciente historia, que viví bien informado entonces, con lecturas posteriores, incluso con testimonios directos de un exministro, y de un amigo íntimo de quien estuvo en aquella famosa terna.

                No se cuenta cómo fue la transición. Ahora, en el momento de canonizar a quien fue tan denostado (ya se sabe lo de “a burro muerto…”), se le hace creer a la gente que la dicha fue obra de Suárez, Carrillo y el Rey.

                Empecemos por el principio: el príncipe Juan Carlos. Creo que incluso Franco, que lo había escogido para intentar perpetuar su dictadura, sabía, e incluso le insinuó que aquello no iba a ser posible.

                Quien sí influyó en sus ideas democráticas fue su padre, D. Juan de Borbón, y su perceptor, Sabino Fernández Campo. La figura de un rey constitucional, aceptado por la mayoría era asegurarse su monarquía. Pero si sólo hubiera estado él en esa onda, callado y a la espera, nada se hubiera conseguido.

                Aparte de intentos anteriores, como el famoso contubernio de Munich, silenciado y que a nada condujo (todavía a Franco le quedaban años de vida), es a partir de principios de los setenta, cuando se organiza un grupo de influyentes, que se habían marcado el objetivo de transformar la dictadura (por entonces ya dictablanda) paternalista en una democracia, dirigido por Alfonso Osorio, formado por gente de dentro del régimen y de fuera, si bien todos de ideologías liberal y democristianos, pertenecientes a la Asociación Nacional de  Propagandistas Católicos, la Acción Católica, para que nos entendamos, quienes se bautizaron con el nombre de Grupo Tácito.

      Y así firmaban sus editoriales en el periódico “Ya”, conocido como el periódico de los Curas, puesto que pertenecía a la Conferencia Episcopal. Había un sector importante de la Iglesia Católica, los influidos por el Vaticano II, que se iban desvinculando del régimen y apostando por la apertura.

                  Yo leía a los “Tácito” por las noches, en el bar Estambul. Me iban convenciendo.

                Los militares, ocupada su cúpula por quienes de jóvenes habían vencido en la guerra civil, estaban callados, recelosos y expectantes, si bien unos pocos, entre los que destaca el Teniente General, Gutiérrez Mellado, se mostraban a favor de una democracia plena. La cuestión era que deberían, cuando llegara el caso, obediencia al rey, Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas.

                ¿Y el pueblo?: nada que ver con la situación social que condujo a la guerra civil. Entonces había poco y, además, estaba mal repartido. “Cuando no hay fariña to son riñas”.

                Después de unos primeros años en la posguerra, de miseria, de hambre (apenas mitigada en los comedores de Auxilio Social) por las sequías y el aislamiento internacional, sin alimento, vivienda, sanidad y educación igual para todos, volvieron los embajadores, el trigo de la Argentina, la leche en polvo americana y las bases. Europa se recuperaba de la gran guerra. Nuestros trabajadores emigraban y mandaban divisas; empezaron a llegar los turistas; el país se fue industrializando, se produjo el éxodo del campo a la ciudad. Estaba todo por hacer: bloques y bloques de viviendas, fábricas, carreteras, ferrocarriles... El empleo, apenas incorporada la mujer al mercado laboral, era pleno.

                En las postrimerías del franquismo se había producido el desarrollo. Habíamos pasado de la alpargata al “seiscientos”; del botijo a la nevera; se habían construido hospitales y escuelas; la sanidad empezó a ser universal; quien ya no podía trabajar, por la edad o enfermedad, cobraba subsidio…

                Cierto que no votábamos o poco (hubo un referéndum en 1966 y alguna otra votación por ahí suelta), que no había “libertades”, aunque, en la práctica, la mayoría,  tampoco las echábamos de menos, ya que cada uno era libre de ir, venir, trabajar y divertirse, sin dañar a los demás, como le viniera en gana.

                Con el estómago lleno nadie quiere líos. Después de los duros años de guerra y posguerra, ya por los sesenta, la gente empezó a vivir bien. A las masas les preocupaba su trabajo, su vida, su familia, su diversión: “El Cordobés”, Manolo Escobar, Lola Flores, el Real Madrid…, y los guateques. Se llenaban los estadios, las carreteras, las playas y plazas de toros. La inquietud política la sentíamos muy pocos.

                No existía un clima general de protesta, ni siquiera de animadversión contra el franquismo, salvo en escasas minorías, los comunistas, quienes, acosados por la represión, actuaban en la clandestinidad.

                El PCE aglutinó a todos los luchadores, a los que nunca se rindieron durante la dictadura. En el PCE, además de los comunistas de pura cepa, se afiliaron jóvenes que no eran comunistas marxistas, sino simplemente demócratas antifranquistas. Tal es el caso de Ramón Tamames, por ej., y del zamorano Amable García, hombre de centro izquierda, quien nunca le perdonó a Franco que hubieran fusilado a su padre por pertenecer al PRRS, y mantuvo la actividad que le fue posible, compartiendo reuniones clandestinas, y cárcel, con Emilia “la Plina”. Esto me lo ha contado él. Un hombre encantador.

                Fruto de ese jugarse el tipo, y a base de multicopista y octavilla, consiguieron revueltas estudiantiles bien tempranas, en la Universidad de Madrid, ya en 1956. Pronto acalladas, resurgieron cuando vieron que Franco se acababa, y se extendieron a la fábrica. Si tuviera que elegir un símbolo de la oposición al franquismo, sería, sin duda, Marcelino Camacho.

                Pinto este cuadro para darle mayor mérito a quienes optaron por el cambio del sistema.

                No existía en la España de los años setenta un clima generalizado de descontento. Ni siquiera, después de muerto Franco  (ante cuyo cadáver, por cierto, desfilaron miles y miles de españoles) se produjeron espontáneas manifestaciones masivas pidiendo la democracia, al estilo que las que hemos visto estos días en Kiew, o las de Egipto y Argelia.

                 Ni siquiera, durante el primer gobierno de Carlos  Arias, Noviembre de 1975, hasta que el rey lo dimitió, julio de 1976, cuando parecía que, con el intento de lavado de cara aperturista del proyecto de ley de Asociaciones Políticas (eso que se llamó el espíritu del “12 de febrero”), se iba a perpetuar el régimen, hubo el menor movimiento de masas.
               

                

lunes, 24 de marzo de 2014

NOTICIA DE URGENCIA. IN MEMORIAM


      El Ayuntamiento de Villalpando CONVOCA a toda la comarca para reunirse en la Plaza Mayor de la villa, hoy lunes, día 24 de marzo a las DOCE de la mañana, al objeto de guardar un minuto de silencio en recuerdo del hombre al que tanto debemos los españoles, ADOLFO SUÁREZ GONZÁLEZ.

      Pedimos, por encargo del alcalde, se corra la voz y acudamos las más personas posibles. Es de justicia este agradecimiento.

viernes, 21 de marzo de 2014

                                                          LA ABUELA DE LA VILLA.

                Cuando anteayer, en mis andanzas recaderas en el “Panda”,  entre las tierras, la nave,  el pueblo, y los del al lado, vi en  el poste de “la Rampla”, la esquela de Delfina, me dije: -mañana voy al entierro. Un encargo de David, el de Biomaser, me lió, y me fue imposible

                Quiero sepan sus hijos que no es la falta de afecto hacia ellos la causa de no acompañarlos. Quiero que esta semblanza supla mi ausencia ritual en la ceremonia.

                DELFINA ARGÜELLO ALEJOS, ciento dos años vividos con salud y alegría de la vida. Mi recuerdo de ella es el de verla siempre de buen humor, atendiendo a los clientes en la droguería, a la que yo iba con cierta frecuencia.

                Era hija del señor Narciso, “Campelo”, cortador, tratante de blusón que hacía los tratos en reales, de vacas y chivos que traía de Benavente, y les cubría los huesos con lo que apañaban, por regatos y linderones, y con la cebada que cogía de sus tierras.

                ¡Qué familia tan genuina!: Aquella carnicería al comienzo de la calle Zarandona, con mostrador de mármol y una preciosa balanza dorada…

                En el homenaje que el pasado verano le tributó el ayuntamiento, se mostró tal cual: simpática, alegre, con una memoria fotográfica.

                A Félix, criado en casa ensamblada a la suya, lógicamente le llamaba “Felixín”. Éste la preguntaba  por los vecinos de la calle, cuando ella era joven. Y se los iba narrando uno por uno.  Y luego le decía a Félix: -¿pero tú no te acuerdas,  de la señá Beatriz, la madre de “Rosita” y  de los Ivos y de D. Cayo, que vivían en la casa que compró “Rabico”?. (Esta “Rosita” era la madre de Pablo Riaño, Cobera,  nacido en 1899).

                Aunque ya somos mayorcicos, ¿cómo acordarnos de la madre de D. Cayo Riaño, fallecido a los 81 años en 1.954, de la abuela de mi suegro, Beatriz, a quien ella citaba? Yo echaba cuenta y aquello era por el año 1920. Delfina tendría 8 o 9 años, y ¡se acordaba!; y de D. Francisco Morales, y D. Pío Alarma…

                Creo que Delfina fue la mayor de los cuatro hermanos que conocimos. Por mis cuentas, aunque madre muy joven, creo que detrás de ella iba “La Roja”, mujer del  famoso Ramiro, luego “Chicho”, marido de Petrita y padre de “Bolica”. El menor fue Alfredo.  Famoso por su simpatía no exenta de sorna. ¡Si la cantina de Monsifú hablara cuando se juntaban Ramiro, Alfredo, Pepe “Pillollo”, mi tío Pablo…!

                Se casó con Manolo Vega, muy amigo de mi padre, después también lo fue mío, un hombre más majo…, con quien me encantaba conversar.

       Se le ocurrió, como modo de vida, para ayudarse en la poca labranza, abrir una droguería, puede que, incluso antes de la guerra, aunque me parece era de las últimas quintas que combatieron. Dada la guasa, a veces cruel en los apodos, que se usa por el pando, a Manolo le adjudicaron enseguida lo de “Brillantina”, loción para el cabello entonces muy de moda, producto estrella en la nueva droguería que, ya vieja, todos conocimos.

                Los tres hijos, Manolo, Milagros y Ricardo nacieron muy espaciados. Con ellos mantengo buena amistad. Dos días antes estuve en el bazar de Ricardo y Trini. No me comentaron que su madre estuviera mal.

                La han atendido, cuidado. Ha vivido su larga ancianidad con calidad de vida. Ese es el regusto que seguro les queda, que con ellos quiero compartir. Si bien mezclado con cierta pena porque se nos van nuestras últimas madres. Las abuelas del pueblo.
               
               


miércoles, 19 de marzo de 2014

VOCABULARIO DE VILLALPANDO Y COMARCA RECOGIDO POR LUCIANO LÓPEZ GUTIÉRREZ


CH


CHACARERO. adj. Labrador pobre, de pocas y malas tierras. El DRAE recoge el vocablo como propio de América e indica que sirve para referirse al dueño de una granja o a la persona que trabaja en ella. Asimismo, lo deriva de una voz quechua chacra ‘granja’.

CHACULLAR. tr. Agitar un recipiente que, generalmente, contiene un líquido; o remover un líquido, en especial, el agua. También se emplea la expresión dar un chacullón para aludir a la acción de lavar de manera rápida una prenda de ropa debido a que no está muy sucia (L y G, Villalpando).

CHAMUSCO: Gamazón seco con que se chamuscaba al cerdo. Se apañaba a finales del verano, antes de las lluvias, cuando estaba bien seco. Se guardaba bajo cubierto. Una vez sangrado el cerdo, se le colocaba panza abajo y se le cubría de chamusco, para que, al arder, se quemaran, chamuscaran, las serdas del animal. Luego se le daba la vuelta y la misma operación. Se limpiaban de encima del cerdo las morceñas con la escoba de abaleo.

CHACHO. m. Muchacho (Ly G, EL, GG). Únicamente se usa como vocativo: “¡Chacho!, ¡que te duermes” (AM, Víctimas de la Guerra Civil en Villalpando, p. 167). Obsérvese también su empleo por el magnífico escritor leonés Luis Mateo Díaz: “Andar, chachos, no vayáis a quemaros” (Relato de Babia, Madrid, 1991, p. 113). Deriva de muchacho a través de la aféresis de la primera sílaba.

CHANA. f. Juego que consiste en colocar un madero en el suelo en posición vertical e intentar golpearlo tirando desde la distancia convenida unos pesados cilindros, que reciben el nombre de morrillos (RG, AE, en Palencia; L y G, en Villalpando): “Yo volví a jugar a la pelota y después a la chana” (AM, Víctimas de la Guerra Civil en Villalpando, p. 174).

CHANFAINA. f. Sangre cocida. Como apunta DE este término no alude, como en otras zonas de la Península Ibérica, a un plato consistente en asadura, trozos de menudo y otros ingredientes. El DRAE se inclina por esta última acepción ‘gisado hecho con bofes o livianos picados’.

CHAPAS. f. Juego de apuestas propio de los días de Semana Santa. Según la tradición tiene su origen en el supuesto sorteo que hicieron los soldados para quedarse con la túnica de Jesucristo. Consiste en lanzar dos monedas al aire y conseguir que ambas salgan cara o cruz. Uno de los jugadores realiza una apuesta y elige el haz o el envés de las monedas, y el resto pone cada uno lo que considere pertinente hasta cubrirla por completo, teniendo que elegir lógicamente el lado opuesto de la moneda. El encargado de organizar la partida y de tirar las monedas o chapas al aire recibe el nombre de baratero, (nombre muy relacionado con los Siglos de Oro, pues en esta época se denominaba barato, a la propina que los ganadores daban a los que estaban mirando la partida) y tiene que ser recompensado por los jugadores afortunados. MU recoge la variante chapras ‘juego que se efectúa con dos monedas a cara o a cruz’. También se da este nombre a un juego infantil, que consiste, generalmente, en depositar tapas o cajas de betún machacadas o chapas en un montón de tierra y tirar cada participante otra chapa con fuerza contra el montón, de tal manera que gana las que ha conseguido descubrir y darles la vuelta al golpearlas. AM en su libro Charlas de fragua y solana nos ofrece una animada descripción del juego y una clasificación de sus distintas variedades: “A la entrada del invierno, en los soportales, jugábamos a la chapas. Por aquel entonces la crema para el calzado, el servus, venía envasado en unas cajitas cilíndricas con una tapa que encajaba, bien ajustada, sobre la parte inferior. Cuando el servus se había gastado, machacábamos los bordes y ya teníamos dos chapas. La más nueva y fuerte la utilizábamos como chapera. Con ellas golpeábamos a las que estaban enganchadas o en montón en el suelo. Ganábamos las que conseguíamos dar la vuelta. Acabábamos con dolor en el brazo de tanto tirar la chapera levantando el brazo y la pierna para darle más impulso contra las que estaban en juego en el suelo. Jugábamos de 3 a 5 y el orden de tirar se establecía, en cada ronda del juego, tirando a raya o a pared. Siempre el primero cuando estaban en montón tenía más opciones de ganar. El último establecía si las chapas en juego se habían de colocar en montón, tapadas con tierra o enganchadas. Se vendían y compraban. Dos chapas valían una perra chica y cuatro una perra gorda” (op. cit., pp. 104-105).

CHAPAZAL. m. Terreno cenagoso y embarrado (L y G, FY, GF). En cuanto a su etimología, González Ferrero lo considera un derivado expresivo a partir de chap, lo relaciona con enchapazarse y su variante enchapuzarse, y cita una serie de voces que pertenecen a su misma famlia léxica: chapuzare ‘regar’ (Sanabria), enchapuçado ‘mojado’ (Portugal), ensapuzzar ‘mojar de arriba abajo’ (los sefarditas de Marruecos) y enchapullau ‘enlodado’ (Rebollar).

CHAPICAR. intr. Chapotear (L y G): “Otros años el tiempo se metía en agua y todo el día chapicando, o había que esperar a que escampara o colgar los trastos” (AM, Crónicas..., p. 82). SD deja constancia del uso de la voz en León con la acepción de ‘salpicar’.


CHICHAS. f. Es la carne de cerdo picada, adobada y perfectamente condimentada para hacer chorizos o para freírse en la sartén.(L y G, en Villalpando; DE, en Villanueva del Campo; Andrés Cobos, en Segovia; GG, en Pajares de la Lampreana): “Picaba la carne, amasaba las chichas, llenaba y curaba los chorizos” (AM, Memorias de un torero, p. 14). Evidentemente, el vocablo está muy estrechamente relacionado con la voz chicha palabra propia del lenguaje infantil para referirse a la carne en general.

CHICHE. m. Voz infantil para referirse a la carne. EL DRAE recoge el vocablo como característico de Ecuador. Véase chichas.

CHIFLAR. tr Silbar. Deriva de sifilare, variante de sibilare. El DRAE registra el término, pero no señala nada sobre la extensión de su uso. También se usan chiflato ‘silbato’ y chifla ‘flauta de varios tubitos’. Sin embargo, para la Academia esta última palabra tiene la acepción de ‘silbato’. Corominas considera que estas formas son características del leonés, sin embargo también aparecen en Aragón. No sé hasta qué punto, pues, podríamos estar ante un vocablo de origen mozárabe, ya que en este dialecto del latín era normal la palatalización de la s inicial. Véase el empleo de chifla y chiflato en este cuento tradicional incluido por Joaquín Díaz y Máxime Chevalier en su utilísimo libro Cuentos castellanos de tradición oral: “Huy, pero ¿qué es eso tan raro? Si parece un chiflato. Le cogió, le cortó y se puso a chiflar con él”.

CHIGUITO. m. Muchacho. Se explica a partir de chiquito por una sonorización de la velar sorda intervocálica: “Cuadrillas de chiguitos, que corretean a sus anchas con esa típica libertad pueblerina, invaden, de vez en cuando, los sembrados en busca de la dura hierba, para regresar a casa con los dientes y las comisuras labiales teñidos de verdín” (AE, op. cit., p. 308).

CHINACAL. m. Terreno con gran abundancia de chinas (L y G).

CHINACO. m. Es un colectivo, con que se alude a un conjunto de chinas pequeñas que se emplean en la construcción o como relleno de carreteras y caminos (Ly G). Para DE es una piedrecita pequeña, generalmente de canto rodado.

CHINGANILLO. m. Organillo.

CHINO. m. Se emplea para llamar al cerdo y en algunos casos sirve para referirse a este animal: “Luego, el marrano, matábamos un chinillo cada uno, el que podía de cien kilos, de cien; el que podía de ciento cincuenta, de ciento cincuenta” (Castilla habla, p. 27). Parece que es el resultado de la desaparición de los sonidos iniciales de la palabra cochino.

CHISME. Objeto pequeño y de poco valor.

CHISQUERO. m. Rudimentario mechero compuesto de un cilindrito, en que se metía la mecha, y la ruletilla con “la piedra”, sujetada por un muelle, dentro de otro cilindrito menor, sobre la ruleta. Al girar esta con el dedo, saltaba la chispa que encendía la mecha, y con ella el cigarro.

 Comentario:  Conocimos en nuestra infancia quienes no tenían chisquero, o mechero, sino la mecha dentro del hueso del fémur de un pollo, una piedra de trillo que, juntada a la mecha a mano, sobre ella golpeaban con un eslabón para que saltara la chispa y encendiera la mecha. Para apagarla metían la mecha en el hueso y tapaban con el dedo.

CHITA. f. Pezuña de las ovejas (L y G; IS). Por su parte, ML lo recoge con la acepción de ‘uñas del cerdo’. Si bien en Villalpando a dichas pezuñas le llamamos carrapatas.
    Efectivamente era costumbre en Tierra de Campos que los niños mascasen las pezuñas de los cerdos, una vez que habían sido chamuscados.
    Resulta que para que dichas pezuñas se soltasen a tirón, el matanchín había de ponerle abundante chamusco, con lo cual el molledo de la carrapata, medio se asaba. Eso era lo que comíamos, si bien algunos, previamente lo lavábamos. Antonio, el de Silvano, le decía a Sara Riaño: -No las laves, que saben más ricas sin lavar.

CHIVIRITERO. m. Bochinche, cuchitril (L y G). IS registra la siguiente acepción en la comarca de Medina del Campo: “Recinto pequeño, generalmente formado por teleras, para aislar un corto número de cabezas de ganado”. Lamano recoge chivitero: “Corral redondo y cubierto, donde tienen encerrado a los chivos, saliendo solo para mamar hasta que por sí pueden pacer”.

CHOFE. m.Pulmones del cerdo En los mondongos se hacían dos clases de chorizos: los de carne y los de callo. Mientras que los primeros se destinaban a comerlos en crudo, los segundos se cocían para dar sustancia a los cocidos y legumbres en general. Para elaborar estos últimos no solamente se picaban los pulmones, sino también la carne ensangrentada de la cuchillada, las tripas gordas y el estómago del cerdo. De ahí lo de chorizos de callos.

CHORRO MORRO. m. Juego infantil. Lo describe perfectamente Agapito Modroño en sus Charlas de fragua y solana: “Para jugar al chorro morro echábamos a pies. Cada bando era de cuatro a seis jugadores. Para madre buscábamos a uno fuerte. La madre se apoyaba de espaldas a una pared. el primer jugador del bando a quien tocaba quedar metía la cabeza agachado entre las piernas de la madre. los siguientes se iban engarzando con la cabeza metida entre las piernas del anterior. Así dispuestos, mediante saltos, se iban montando en ellos los jugadores del otro bando. Si conseguían todos montarse sin que los de abajo se ringaran, o sin que los de arriba tocaran el suelo (a veces el último se tenía que montar en los montados y era difícil mantener el equilibrio), el primero en saltar mostraba a la madre un dedo al tiempo que decía: Chorro, morro, pico, tallo, tijereta de Navarro, ¿qué será? -el de abajo respondía tallo, intentando acertar fuera el dedo índice el mostrado- no, es chorro - ya que mostraba el meñique-. mediante el acierto en el dedo o la caída de los montadores, estos pasaban a ser montados. Si no, o si se arringaban, vuelta a repetir los saltos. Era este un juego de destreza, fuerza, violencia” (op. cit.. p. 106).

CHUPA. f. Mojadura causada por la lluvia (L y G; IS; MU). IS lo relaciona etimológicamente con el gallego y el portugués chuva. Sin embargo, MU sugiere tímidamente la relación del término con el mozárabe súppa, variante de sopa.

CHUPITEL. m. Chimenea (L y G, Villalpando). También se emplea la variante chapitel.




sábado, 15 de marzo de 2014

VILLALPANDO EN PRIMAVERA. FOTOS DE PABLO MODROÑO
































      La primera foto es de una siembra de trigo, en rotación, con mínimo laboreo, después de un cultivo de garbanzos. En esa finca, junto a la caseta, hay dos preciosos almendros en flor. El del tractor es Álvaro tirando nitrato.

   Le enseñé a Pablo alguna de nuestra parcelas de legumbre y cereal sembradas, en SD pura y dura o, la mayoría, mínimo laboreo.

    Fundamental en la pasada sementera fue aprovechar para sembrar, sin o con mínimo laboreo, los días de octubre, después de los primeros 140 litros, desde el seis o el siete hasta el 20, 21 en que volvió la segunda oleada de lluvias, con breves paréntesis, hasta los primeros días de diciembre. Heló hasta vísperas de Navidad y luego las ciclogénesis hasta finales de febrero.

    Desde la carretera de Zamora, llegando y cruzando la antigua dehesa, por las Pegas llegamos a Valdeconejo. ¡Hombre!: no es el Jerte, pero es una pena tenerlo tan a mano y desconocerlo. Nuestra "josa"  entre pinares está preciosa. Las fotos no recogen toda aquella grandiosidad. Por allí está hecha la siguiente tanda de fotos: la del caseto, que mis hijos llaman "refugio", la de Jesús triturando palos (yo me puse a meter para salir en la foto) y llenando la bañera de astillas que llevaron inmediatamente para calentar a los cerditos de una granja con 400 cerdas madre en Villalba de la Lampreana; las de pinares y almendros.

    Ya al regreso, por el camino de "El Sebo, tiró alguna en la que se ve el pueblo al fondo entre pinares de primer plano.

     Las últimas están hechas desde el Teso "El Mimbrero", en cuya ladera tenemos otro pinar, y abajo otra "josa" de almendros jóvenes, pero llenos, llenos de flores, que cierran el reportaje. Buen ejemplo de como se pueden aprovechar fondos medioambiantales de la PAC, obteniendo el agricultor ingresos complementarios al cómodo cereal, plantando y cuidando arbolitos en todo el tiempo libre que éste deja, a la par que se crea naturaleza y riqueza.

     Por supuesto que más dinero sería necesario para este menester, ahora para arreglar lo primero plantado, y menos pasta gansa para los absentistas de la ciudad.

    En nuestro término municipal se pueden recorrer muchos kilómetros sobre rutas de senderismo, entre pinares y carrascos de encina.

     Mañana, s.D.q., al caseto de la foto irán los del club ciclista villalpandino. ¡Por favor!, qué ya se deshojan las flores. Salgan a ver los almendros. También los hay sueltos por la zona de "Los Campos" y el "Valle", inmaculados.

viernes, 14 de marzo de 2014

       

            AGRICULTURA, POLÍTICA  AGRARÍA COMÚN Y DESPOBLACIÓN RURAL.


                A mi artículo sobre la “intelectualidad villalpandina”, a propósito de incluir, con justicia, en esa relación a Fernando Cartón, quien también, sacándolo del cuerpo, es agricultor, me llegó un mensaje contrario a mi postura sobre lo que debería ser  la reforma de la PAC.

                Ello ha provocado civilizado debate.

 Hoy me llega otro mensaje constatando que en la “Tierra de Campos” palentina la mayoría de los ATP  (Agricultores a Título Principal), viven en la ciudad. Algo que, desde hace bastantes años sé.

Además ayer en las Cortes de CyL, por unanimidad, se ha aprobado la primera Ley Agraria de la Comunidad, que va en el sentido de lo que los Sindicatos Agrarios, sobre todo Coag y Upa, y yo, venimos defendiendo.

Como el asunto es de  gran importancia quiero resumir y aclarar las siguientes precisiones.

Premisa primera: Lo de vivir en el pueblo (cierto que también según sea el pueblo) o en la ciudad va en gustos.  Sé que no es igual vivir en Villalpando que en Quintanilla, aunque no es tanta la diferencia. Dicho lo cual no necesariamente se vive con mayor calidad de vida en la urbe que en el campo.

Como digo que va en gustos, a mí, entre la locura de vivir en una gran metrópoli en una vivienda colmena o en confortable casa en Cotanes, como la construida por el hijo de Tomás Vicente, prefiero el último lugar.

Estamos hablando de la poco poblada “Tierra de Campos”. En los núcleos mayores, Rioseco, Mayorga, Valderas, Villalón, Sahagún, Villalpando…, están todos los servicios básicos. En caso de emergencia tenemos al 112 en diez minutos. Y, aunque ahora en la tele tienes todo tipo de películas, si quieres ir al cine, o al gimnasio, o a la piscina climatizada te plantas en un cuarto de hora en Benavente.

Igual es la calidad de vida en la mayoría de estas buenas casas de los pueblos, que en un piso de 70 metros…, oyendo el ascensor cada poco, la cadena del wáter y el chiqui-chiqui de los vecinos.

Con esto quiero decir que no me dan envidia los “agricultores” que viven en las ciudades. Cierto insisto que de Villalpando no sé si hay alguno, verdadero y buen profesional.

DESPOBLACIÓN RURAL. La emigración, el trasvase campo ciudad, fue algo necesario e inevitable cuando España pasó del atraso a país desarrollado.

Hasta los años sesenta del pasado siglo el 70 % de la población vivía en los pueblos, y a la agricultura y ganadería se dedicaba el 50% de la población activa, que, en cambio, no producía alimentos suficientes para ella y el resto de españoles.

Cuando la repoblación medieval de la meseta, fueron surgiendo pequeñas aldeas por doquier, allí donde había agua, pastos y las mejores tierras. Poco a poco se fueron concentrando y dieron lugar a las aldeas y villas que han llegado hasta nosotros. Como cada matrimonio tenía muchos hijos, la población fue aumentando. Llegó a su máximo a principios del siglo XX. Ese aumento demográfico trajo consigo la roturación de más tierras y montes. Aun así, como se labraba con bueyes, luego con mulas, las tierras, por lo general no estarían en un radio superior a los seis, siete kilómetros, por ello esa era la distancia media de unas a otras aldeas.

A finales de los cincuenta empiezan a llegar los primeros tractores y cosechadoras. Tardó unos años en mecanizarse el campo. Cuando lo  hizo, casi del todo, sobraron miles y miles de brazos. Emigraron jornaleros, pequeños agricultores, sus hijos, gente de los oficios…, pero todavía la mayoría de quienes entonces eran agricultores medianos y pudieron comprar un tractor, resistieron complementando todo el tiempo libre que les dejaba la agricultura y la escasez de ingresos que el trigo producía, con la ganadería.

En las cuadras de las mulas se metieron vacas de leche. Un camión había comenzado la recogida diaria. A fin de mes el dinero de la leche se convirtió en el sueldo de los campesinos. En las tierras se sembraba cebada y alfalfa para las vacas. Otros optaron por las cerdas de cría. Además, cómo no, siguieron y aumentaron las ovejas. Ello supuso el mantenimiento de los pueblos, con niños, con jóvenes, vivos, hasta finales de siglo. Todavía, mucho, con un 16 % de población activa en el campo.

Aquellas pequeñas explotaciones mixtas, en su mayoría, no tuvieron relevo generacional. La competencia se hizo mayor. Se primó el abandono de la producción láctea. Más gente fue abandonando el sector. La producción ganadera se fue concentrando en grandes macroexplotaciones. Y los labradores que resistieron fueron cogiendo, de una forma u otra, las tierras de los que abandonaban, por jubilación ya en la mayoría de los casos.

Actualmente andamos ya, en cuanto a población activa en el campo, por el 5 %, a la altura de los países más desarrollados. No sólo producimos alimentos para todos los españoles, sino que exportamos.

A finales de los ochenta, principio de los noventa, la agricultura tradicional del cereal secano, estuvo al borde del colapso, cuando se liberalizaron los precios y no podíamos competir con el exterior. Algunos de los que se habían metido en préstamos para compra de tierras, maquinaría, o regadíos, se fueron al garete.

LAS AYUDAS DE LA POLÍTICA AGRARIA COMÚN, “alias” la PAC, a partir de 1993, frenaron la debacle. Hicieron posible la continuidad de la agricultura. Los políticos europeos se dieron cuenta que este es un sector estratégico, que no podíamos cerrar el campo; que no podíamos dejar la despensa a merced de las importaciones de alimentos, aunque fueran más baratos.

Como era una época de abundancia,( en el primer mundo, que en el tercero se morían de hambre), de cereales, carne, leche…, en lugar de seguir primando los precios (como se hacía en España pagando el trigo el SENPA por encima del precio de mercado mundial) optaron por subvencionar las has.

Los objetivos de la PAC eran que los campesinos vivieran dignamente, produjeran alimentos abundantes de fácil compra, y MANTUVIERAN EL MEDIO RURAL.

Con el último presupuesto ha ocurrido lo contrario: los que tienen muchas tierras, por lo que cobran mucho de la PAC, les ha permitido comprar, además de tractorazos, todoterrenos para ir a los encierros, piso en la ciudad, e irse, como es el caso de los palentinos, aquí mucho menos, a vivir en el piso urbanita.

Me temo que gran parte de las aldeas que vemos de Rioseco a Palencia, de Becilla a Sahagún, de impresionantes iglesias mudéjares, y algunas de por aquí, aunque menos, no tienen remedio, aunque vivieran en ellas los tres o cuatro labradores que quedan en cada una. El problema es que la población activa en el campo, los cerealeros, en esas zonas, es tan escasa que no da para sostener todos los pequeños pueblos.

Ahora bien: frente a ese modelo de agricultura extensiva en monocultivo, de grandes explotaciones, agresiva con el medio ambiente dado el uso de abundantes fertilizantes químicos y pesticidas, donde retiran la paja porque les estorba, donde los suelos se van empobreciendo en materia orgánica, hay otro modelo de agricultura sostenible en simbiosis con la ganadería, diversificada, con rotaciones; complementada con actividades medioambientales, ganaderas, pensando incluso en otras recrías, en la que, para vivir una familia en los pueblos, no se necesitan tantas tierras.

La reforma actual de la PAC  y la Ley Agraria de Castilla y León van por este camino. Sé que entre eso, y la crisis, tan bien capeada en el campo, a los pueblos, sobre todo a los medianos y grandicos, les queda vida.




lunes, 10 de marzo de 2014

BREVE NOTICIARIO



     Que de golpe y porrazo revientan los almendros de flores. El de Agrinza, viejo almendro del majuelo de "Caitanines", está para hacerle mil fotos.

     Mis almendritos de la carretera de Quintanilla, herederos de los del majuelo de "Cobera", ya van echando, pero si quieren ver una preciosa mancha blanca, la de nuestra josa de Valdeconejo, en medio del verdor de los pinares, se asomen a dicho valle. Desde la bajada de "El Sebo", ya se ven.  Estarán también en flor los de la ladera de "El Teso el Mimbrero", con más pinos de fondo. ¡Qué bonito empieza ya a estar todo aquello!

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    Que ya están a la venta unos pocos ejemplares de "Aquellos pueblos". El editor me hizo cambiar lo de "Atisbando el borrajo". Aunque los visitantes del blog hayan leído esos relatos  (desaparecidos del mismo, como habrán comprobado), la literatura (suponiendo que mis letrajas lo sean), se degusta en el papel, en las páginas de un libro. Es como un buen vino: ¿se puede degustar en vaso de plástico? Además tiene fotos. La de la portada es una joya. Es para fijarse mucho en los hombres y reflexionar sobre ello.

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    Que he de acabar lo de la "intelectualidad villalpandina" y seguir con lo de Luciano, pero como ha salido el sol y orea horrores, entre mi hijo agricultor, que se le han metido las labores de golpe, y mi hijo forestal, que no da abondo a entresacar, podar, desbrozar, recoger troncos, astillar, me traen como a un zarandillo. A ver si mañana puedo echar un par de horas a este cultivo de las letras.

    Saludos                

viernes, 7 de marzo de 2014