viernes, 25 de noviembre de 2016

REFLEXIONES SOCIALES



        Podría escribir sobre el fallido "toro de la Purísima", sobre que, a pesar de los pronósticos, no llueve, y buena falta hace, de los chanchullos de la PAC; podría escribir sobre el final, sancionada mi inocencia, de la brutal persecución municipal y séquito de que fui víctima (ahora sería el momento de que otras actuaran, a mí no se me puede pedir más); pero no. ¿Qué importancia tienen estos asuntillos locales al lado de tanto suceso nacional?

       Aunque, a fuerza de tanta tragedia y sus imágenes, nuestra sensibilidad haya criado costra, me siguen doliendo esas noticias. Ahora en el desayuno: en la campiña cordobesa,una madre de 47 años asesinada por su hijo menor, y parece con la complicidad del otro hermano, ayer en Fuenlabrada, creo, una joven de 26 degollada por "su pareja" de 29; por las sesenta  víctimas andamos, en lo que va de año; una niña de 13 años muere por coma etílico; un niño de 12 se suicida; a otro de 7 han de ingresarlo por la paliza de sus compañeros de colegio... ¡Ésto qué es?

      Echo la vista atrás y comparo: me han leído criticar cómo esa pretendida religiosidad mariana de las gentes del pueblo no se correspondía con una mayor fraternidad, los excesos del nacional catolicismo en toda la nación, lo que no es óbice para que ahora piense que todos los males de nuestras sociedades están causados por la pérdida de valores morales, educativos, de. principios éticos. Por haber entronizado como principal motivación vital el placer inmediato del sexo, el alcohol y las drogas.

    Luego está el fallo educativo de, al considerar erronemante que todos somos nacemos buenos, no corregir las tendencias negativas, mucho mayores en unos individuos que en otros, con las que nacemos. Es la educación del "buen rollito"; de la falta de autoridad en las aulas, de la indisciplina, de la falta de incentivos al esfuerzo en el estudio, a base de bajar el listón para que haya más aprobados, y por lo tanto, menos fracaso escolar; de intentar igualar por debajo lo que la naturaleza ha hecho tan desigual.

   Señalo, aunque sea políticamente incorrecto para los meapilas laicos, que, cuando fallan los estímulos positivos de los que son cuanto más receptivos los niños de cuanta más bondad innata, es necesario aplicar castigos, no físicos, por supuesto (me aterrorizan aquellas palizas de algunos maestros de mi infancia, y anteriores), sí otras acciones reprobatorias de los malos instintos. Que los niños adquieran conciencia de lo bueno y de lo malo. ¿Sirve de algo el qué buenitos somos todos para evitar la crueldad de los niños maltratadores?

   Y luego está la filosofía "progre" de  la reeducación, la reinserción basada en el desconocimiento de los bajos instintos de ciertos individuos. ¿Cuántos violadores, incluso asesinos la han vuelto a armar el primer día del permiso penitenciario? Conozco casos de reincidentes incluso después de haber cumplido penas...

    Aunque nadie se atreve a escribirlo es un sentir común, ante los crímenes horribles que nos conmueven, que, en el fondo del sentir del asesino está el saber lo laxo de nuestras leyes, la levedad de los castigos, lo que les confiere cierta impunidad.

    Pueden juzgarme como reaccionario. Si reaccionar poniéndome a favor de las víctimas, a favor del sentido común, a favor de la justicia es ser reaccionario, han acertado.

 

lunes, 21 de noviembre de 2016

DECÍAMOS AYER.


    Pues es que a Patricia le preguntan si quedan ejemplares del libro "Víctimas de la Guerra Civil en Villalpando". Otras personas se dirigen a mí para ello. Como considero tiene un cierto valor en la reciente historia del pueblo, nos hemos decidido a reeditarlo.

  Ese es el motivo de que en estos días, ocupado en su corrección haya tenido algo descuidado el blog.

    Es que, además, lo vamos a modificar bastante, introduciendo los sucesos ocurridos en el pueblo a principios del siglo XX, de tal modo que saldrá con otro título y otra portada. ¿Qué les parece si lo titulamos "LA OTRA HISTORIA DE LA VILLA"?    

   Considero una necesidad intentar deshacer mitos, tópicos, leyendas que alimentan nuestra confusión, nuestro chauvinismo, nuestra orgullosa ignorancia. Después de tanta hueca farfolla    en verso y en prosa, como de las "glorias" pretéritas que sobre el pueblo se han publicado, tras laborioso trabajo de investigación, como contrapeso, trasladaremos al papel cómo era la vida real en este, para los más desfavorecidos,"pando de lágrimas".

   Intento sacudir conciencias en una labor didáctica, moralizante para acabar de desterrar aquellas lacras, como la prepotencia y la injusticia, que aún pueden perdurar

    Si Dios quiere, seguiremos informando.

viernes, 11 de noviembre de 2016

UN SUCESO.


     Perdonen divague un poco, al estilo de como aquí se cuentan las cosas.

     Anteayer, día 9, cuando iba en bici por la calle Amargura, estaba parado en la calle, frente a la antigua casa de "Los Tachueleros", el coche de la guardia civil. Al lado, número y una sanitaria de bata blanca. Un poco distantes dos vecina y el albañil Miguel Ángel, el de "Deco". Pasé de largo sin atreverme a preguntar qué pasaba. Curioseé un rato, desde la esquina, pero nada averigüé.

    Bajé la puerta villa y marché a ver sembrar a Álvaro. Al regreso, puede pasado una hora, ya había más mujeres y marchaba el coche de la guardia civil. Entonces ya me enteré: -que han encontrado muerta a Maruja.

     Inquirí detalles. Hacía puede un par de años que no viera a esta mujer, a la que era tan frecuente encontrar por las calles del pueblo empujando la silla con su hijo deficiente. Me dijeron que llevaba aquí, en su casa, que había comprado a los "Tachueleros", desde antes de los Santos.

     Miguel Ángel le estaba haciendo unos arreglos. Le extrañó no verla aparecer. La llamó. No contestó. Se asomó al dormitorio y la encontró muerta.

      Esta señora, a quien la tragedia acompañó desde su nacimiento, era conocida en el pueblo como "Maruja la de Abraham" . Ahora, al leer su esquela, me entero de que, con su marido, Esteban del Castillo, "Seisdedos", tuvo seis hijos, de los que le quedan dos hijas. Fue una familia que emigró y desconozco las circunstancias de los fallecimientos. Puede que algunos lo fueran de niños. Cuando regresaron, jubilado el marido, lo hicieron solo con "el niño" minusválido total.

       Y le llamábamos así, "la de Abraham",  porque este señor fue una leyenda en el pueblo: pasó escondido, bajo una pesebrera, en casa de sus suegros, en la calle Olleros, desde agosto de 1936, por lo menos hasta enero de 1939.

       Como izquierdista participó, junto con muchos más, en el incidente con la guardia civil de Benavente en la noche del 19 al 20 de julio, al inicio de la sublevación militar que desencadenó la guerra civil. Ello, por miedo a las seguras represalias, motivó su actitud.

       De siempre circuló por el pueblo la leyenda de que durante el escondite su madre, Ignacia, quedó embarazada. Los falangista, que cada poco se presentaban, a cualquier hora en casa de la señora Paula "la Castañonica", con quien vivían, buscándole (Ignacia siempre negaba estuviera allí: que había marchado y no había vuelto), le preguntaban de quién estaba embarazada. Y no le quedó más remedio que decir que del  "Tobo". Aún siendo mentira, el señor Luciano, para salvarla, interrogado, asintió.

      Conociendo, más o menos, la edad de Maruja, la menor de los dos hijos de Abraham e Ignacia, a mi no me salían las cuentas.

      Ayer me tomé la molestia de buscar en el Registro Civil, el Agente Judicial, me dejó los libros de nacimientos desde 1º de enero de 1932, hasta 31 de diciembre de 1937.

      Estos fueron los hijos del matrimonio entre Abraham López Gil e Ignacia Alonso Castañón:

      1º.- Ignacio López Alonso, nacido el 8 de diciembre de 1932, durante la procesión del día de La Purísima. Su padre en ese momento tenía 22 años y su madre 25. A éste lo conocimos.

      2º.- FRATERNIDAD LÓPEZ ALONSO, nacida el 6 de octubre de 1934, en plenas vendimias. Ésta es la "María" a quien ahora vamos a enterrar.

      3º.-Una niña bautizada como Milagros, nacida 26 del 12 de 1.935. Falleció a las dos semanas de nacer.

      4º.- Los mellizos Dámaso y Mª de la Concepción, nacidos el CUATRO DE ENERO DE 1.937. Fallecidos a los dos y tres días de nacer, respectivamente.

      Si echan cuentas sobre estos datos exactos, cierto hubo coincidencia entre el embarazo de Ignacia, y el encierro de Abraham, pero no en su totalidad, ni mucho menos. Como el parto fue en enero del treinta y siete, el embarazo se produjo en abril de 1936.  Cuatro meses antes de la huida, regreso y encierro de Abraham. Luego estuvo embarazada de su marido.

     Queremos, por el buen nombre de esta familia, con esta información, desmentir una de tantas noticias maliciosas que siempre circularon por el pueblo.

      Otro dato importante es que esta "Maruja", quien aparece en la esquela con el nombre de María, nacida durante la II República, en los momentos de más fervor revolucionario, fue inscrita en el Registro con el nombre dicho de "FRATERNIDAD", tan propio de los militantes en partidos de izquierdas. Pienso que después, cuando la bautizaran, puede que ya triunfante la sublevación en toda esta región, le pusieran el tan religioso y de derechas, nombre de María. Bajo aquel régimen de terror, con el padre escondido, había que esconder todo lo que sonara a izquierdismo.

      Pues éste es el homenaje que rindo al recuerdo de estas familias de "Grillos" y "Castañonicos" de tan buena gente y tan queridas en el pueblo.
          

     

miércoles, 2 de noviembre de 2016

OBITUARIO


     El pasado domingo, día 30, falleció en su casa, Plaza de las Angustias, Maruja Gil Calvo. Tenía 82 años. Era la hija menor del  señor Isaac y de la señora Emilia Calvo, natural de Cuenca de Campos, en donde la conoció su esposo villalpandino por tener un hermano, buen mozo como los tres Licinios, don Isaías, de cura en ese pueblo. Durante la enfermedad, a pesar de sus años y la tristeza de su viuedad, vino de Valladolid a atenderla su hermano Manolo, con la ayuda de  trabajadoras búlgaras. Buen ejemplo de familia unida.

   Tengo muchos recuerdos de esta familia: la tienda del señor Isaac y las amenas conversaciones con el mismo.

     A la tienda se accedía, bajando un escalón, por la misma puerta de lo que ya es todo vivienda. Donde estaba el escaparate ahora es una ventana. Tenía el techo bajo, un alargado mostrador de madera, regular largura de fondo y cierta estrechez. Típica tienda de pueblo, de antes, atiborrada de mercancía. Era armería, ferretería de objetos pequeños, zapatería de calzado infantil; vendía bicis con todo su repuesto, tornaderas, varas de fresno, trallas, redes de acarrear, pajareras...

   No tendría nuestra hija Sara Belén más de cinco años cuando vio en el escaparate del señor Isaac unas preciosas botas camperas de cuero, que le encantaron. Es posible que alguna amiguita la acompañara, y entró a comprarlas. Se las probó. Le quedaban pintadas con el pantaloncito metido por dentro. Ya las trajo puestas. El señor Isaac se las dio fiadas. Así que pudo fue Sari a pagarlas. -"Si no las quieres me las devuelves. No quise quitarle el gusto a la niña". Buen detalle el del amigo Isaac que ahora quiero recordar.

    Anteayer don Tomás, en la oración fúnebre le dedicó unas palabras de agradecimiento a Maruja por todos los servicios prestados a la Parroquia.

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    Pues al día siguiente el 31 por la tarde, otro fallecimiento: Conchita Fernández Argüello, la menor de nueve hermanos de la dinastía de "Los Piteras". Nacida el 2 de noviembre de 1918, hoy hubiera cumplido 98 años. La última superviviente de una de las "casas grandes" del pueblo, y la última que remozados o reconstruidos los cubiertos (cuadras, pajares, paneras...) se conserva como tal casa de labranza.

     Cuando, con cierta frecuencia en los últimos años, entro en ese corral, me imagino la vida y el trajín que en él bullía en aquella labranza de cuatro pares de las mejores mulas del pueblo, hijas de las mejores yegüas, que ellos tenían. Cuando salía del yegüarizo toda la recua de "Los Piteras" (mulas, muletos, yegüas...) éste medio se vaciaba.

     Esa heredad, dado que seis de los hermanos murieron solteros o sin descendencia, y todo fue recayendo en Conchita, se conserva intacta. Como, además a la labranza matriz, se unieron las de los dos hermanos casados, que la tenían aparte, más otros agregados por cadeneta, es hoy la de más y mejores parcelas dentro del término municipal, con la enorme suerte de ser trabajada por la persona más responsable, por el mejor tractorista que pueda existir. No hay autónomo que eche más y mejores horas que echa Emilio, ni con más gusto. Como se diría antes no hay amo que mire más por lo suyo que lo hace este asalariado. Bien es cierto que también las considera suyas, y se alegra como tal de las buenas cosechas.

     A este propósito cuento algo que me emocionó. Aparte de las lágrimas de Lucita, la sobrina que la ha cuidado, las únicas que vi derramar ayer, fueron las de Nana, la madre del actual tractorista y la esposa del de toda la vida, desde  que compraron el primer tractor, Yeyo. Cuando ayer entraron en el tanatorio el matrimonio y el hijo se fundieron en abrazos sinceros con los descendientes de los Fernández Argüello. Éstos y la familia Veledo San Román son de la misma familia.

    Se lo ratifico con la siguiente anécdota: tarde de verano,  las amigas, (Pili, Petri, Eli, compañeras jubiladas; Lucita) cuando todavía salía Conchita, no hace tantos años, sentadas en la terraza de Ventura. Me siento con ellas. La ahora recordada había sufrido un achuchón serio. Le pregunto por su salud.

     -¡Ay!: muy bien, muy bien. Estoy muy mejorada, pero no tengo que darle las gracias a nadie de este pueblo, ni al Nazareno ni a la Purísima. A quien estoy muy agradecida es a Nana, que me ofreció, con tres misas y dos hachones al Cristo de su pueblo (Quintanilla del Olmo), y ya hemos cumplido la promesa.

        Esperemos que ahora, para recibirla en su seno, no haya competencia.