viernes, 28 de diciembre de 2012

sábado, 22 de diciembre de 2012

GACETILLA LOCAL.



       La Opinión-El Correo de Zamora de hoy informa de cuestiones Municipales:

       -Que la plaza, como corresponde a ciudad tan densamente poblada, 11 h./Km2, seguirá siendo peatonal, por si pasa algún peatón de vez en cuando.

        -Que el impuesto, por ocupación del suelo a los comerciantes, bares, sobre todo, (terrazas), será de 450 euros a los de la plaza y 180, más o menos a los del resto. Parece ser que a Juanito, por poner el carretillo en la puerta, nada le van a cobrar.

         -Que hace unos días el Ayuntamiento ha mantenido una reunión con los solicitantes de terrenos gratuitos para edificar. Los sitios son la antigua laguna de El Palomar y en Berrabueyes, detrás del Cubo el Palacio, o por ahí. Se adjudicarán según un baremo a familias que estén censadas, vivan aquí o vayan a vivir de forma permanente.  Habrán de pagar los gastos de urbanización, que creo serán pocos. en ambos lugares hay agua, desagüe, luz,... Serán las acometidas y pavimentación de los espacios intercasas, supongo.

         -Que hay níscalos en los pinos. Se necesita perro olfateador. Se lo pueden alquilar a Tasio.

          -Está cortada al tráfico la calle que sale de frente a la Farmacia a San Nicolás. Suponemos será por el estado de ruina que presenta el edificio que fue panera del Sindicato, esquina a la calle Real, donde metían las carrozas últimamente.

           -Parece están a punto de concluir las obras de la Puerta Villa. Perfecta la restauración de los cubos, penosa la pasarela, el enfoscado de las paredes entre arcos y los montículos que han preparado a ambos lados por arriba. Bien la escalera para subir a tirar flechas. Algunos vecinos separan la valla y pasan. A ver cuando las quitan y podemos pasar todos. ¿Están esperando a que vengan las autoridades a inaugurarla?.

            -Hace dos horas ha quedado cerrado el trato de la casa del antiguo "Comercio Grande", Plaza Mayor: en el bajo cuatro huecos al soportal, dos balcones en el principal y uno en la buhardilla, dos ventanucos a la bodega.. El precio: la mitad, o poco más, que los pisos de Miraflores y el "Cuartel", ¡Qué vayan tomando nota propietarios vendedores pedidores de casas y solares, y posibles compradores, si existiere alguno...!. Ese edificio, como otros muchísimos, llevaba ni sé los años a la venta. Si han querido venderlo y dejar de que les genere gastos, pues lo han soltado al razonable precio de la oferta y la demanda.
             Tengo la satisfacción de haber sido el informante (me las encontré, madre e hija, un día que andaban buscando sitio para poner un negocios), y  muñidor de la operación. Los compradores, gente sencilla,  trabajadora y lista, son de Villamayor, y un poco de Villalpando.. Me parece bien la idea de fabricar y vender buenos productos de la tierra: pan, repostería, quesos artesanos, elaborados por ellos, tienen ovejas, y lo que se tercie.

             - Que la niña de Varo da muestras de haber heredado la inteligencia de papá y mamá: corretea, habla, nombra a la muñeca en castellano y ruso, llama a sus padres, a "Zara", su madrina, a "Aco" su hermanito, y,...ha decidido no abandonar la lactancia materna, de momento hasta cumplidos los veinticuatro meses. Después, ¡ya veremos!. Irrefutable muestra de inteligencia.

             -Perfecta la iluminación navideña. Saben que sintonizo con la austeridad. Unos detallitos y basta. Nada tiene que ver el derroche consumista, también en luces, con lo que la Navidad representa.

             -Que en Club de Jubilados ha tocado el reintegro, por la terminación en ocho.. Jugaban 4.000 euros repartidos en pequeñas participaciones de cinco euros.. Esta tarde van el Vice-Presidente y el Tesorero a por la  pasta a Benavente. Traerán la  mayoría del premio en lotería para "El Niño". Todos los años les toca algo. Corren el peligro de empicarse.

             Saludos cordiales.


lunes, 17 de diciembre de 2012

EN RECUERDO DE RAÚL, A LOS SEIS AÑOS QUE SE FUE.





EL VIAJE


Hoy no he despertado porque no he dormido, al Cielo
he volado por la inmensidad, ausente de mi destino,
rodando sin orden, y en silencio mis horas de desvelo,
mientras mi alma se mece entre recuerdos y suspiros.

A solas en mi viaje, sin encontrar un consuelo,
retorné a mi sueño sin haber obtenido
la gracia de encontrar lo que tuve y he perdido,
perdiéndome en el camino a pesar de mi alto vuelo.

Recordando los recuerdos con toda serenidad
cuando en este vaivén, en el que viajo y vuelo,
sólo espero encontrar lo que más quiero.

Seguiré buscando cerca y lejos lo que anhelo,
aunque tenga que esperar, a dejar de respirar,
mi viaje entonces lo daré por cierto y bueno.


                        Emilia García, “Miluchi”.

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       Es el sentimiento, el dolor,  de una madre, tan bien plasmado que huelga mi comentario. Por eso lo publico en cabecera.

HISTORIA DEL COOPERATIVISMO AGRARIO EN VILLALPANDO Y COMARCA. (II)



       En el año 1987, desaparecida la Cooperativa Agrovico, propietaria Caja Rural del terreno, naves e instalaciones, éstas estuvieron cerradas. Cada agricultor vendió su cosecha como pudo.

      Era un momento en el que el Sevicio Nacional de Cereales estaba dejando de prestar servicio. Cada vez imponía unas condiciones más duras para comprar el grano, y menores precios. En la Comarca se sentía la necesidad de una buena Cooperativa que comercialiara el grano.

      Es por ello que, auspiciado por el entonces presidente del Sindicato Agrario Asaja, Aguirre, surge un nuevo grupo de agricultores que crean la Cooperativa Sociedad Limitada AGRINZA, quien compra a la Rural lo que fue de Agrovico.

      Los ciento y pico socios del primer momento aportan cada año, y durante doce 60.000, 90.000 y 120.000 pts, según las dimensiones de su explotación.

        Agrinza, junto con otras 16 de CyL,  se integra en la Cooperativa de Segundo Grado, CORECCAL
que es la encargada de vender, cobrar y pagar nuestros cereales, y de comprar, cobrar, fertilizantes y fitosanitarios.

        En aquellos años ochenta las labranzas se iban haciendo más grandes, a cuenta de las que iban desapareciendo, pero, la mayoría no tenía paneras donde almacenar. Desde la cosechadora se echaba el grano en las eras, desde ellas se vendía a almacenistas, fábricas de piensos y de harinas, a través de comisionistas (yo fui uno de ellos) e intermediarios. Ello favorecía que, mientras había grano en las eras, los precios fueran bastante más bajos que los pagados después, en invierno.

       Ahí radicaba la motivación para el Cooperativismo: el entregar el grano, incluso desde la cosechadora, y despreocuparnos de almacenamiento o venta en verano.

       Y así, en los primeros años, obteníamos cierta ventaja, o comodidad comercializando a través de la Cooperativa.

       Pero la situación fue cambiando: se creaban grandes explotaciones ganaderas de chotos de ceba, cerdos, vacas de leche (al tiempo que desaparecían las pequeñas), y vacuno extensivo en la región, provincia y comarca. Aumentaba el censo, y mejoraba la genética de la cabaña de ovino y, por tanto, el consumo de pienso. Iba surgiendo poco a poco en la villa, una empresa familiar seria y solvente  en la fabricación, distribución y venta de piensos compuestos, mezclas; incluso abonos y "fitos". Se fue consolidando, aumentando su capacidad de recepción, con tres naves tan grandes como las de la Cooperativa. Compraba a los agricultores en condiciones para éstos más ventajosas. Por ej.: en la Cooperativa cobrábamos al final de campaña. Éstos Hnos. pagaban al contado a quien lo deseara, muchos años al mismo precio que un año después cobrábamos los Cooperativistas.

      El malestar comenzó a cundir entre los socios de Agrinza. Ninguna ventaja obteníamos: cobrábamos el grano al final de campaña, siempre a menor precio que la media de la campaña, Ni el abono ni los "fitos" no salían más baratos, encima pagábamos cuotas y no amortizábamos instalaciones.

       El problema estaba en Coreccal. Intentaron a la desesperada la fusión total de las diecisiete que, ¡gracias a Dios no!, se llevó a cabo!. Nada con ello se iba a conseguir: "Coreccal era una estructura cara, cargada de personal y excesivamente politizada" .

        Si es que resulta que esa entidad era una simple intermediaria. Pongamos un ejemplo: vendían el trigo a fabricantes de harinas, cuando eso lo podíamos hacer nosotros directamente. Yo vendí algún año, nuestra poca cosecha, a la fábrica de Cerecinos y a la de Villanueva. Y la cebada la podíamos vender directamente al mismo fabricante de piensos compuestos o incluso a grandes ganaderos, como los Posada de Tapioles, a los que ellos vendían.

         Cierto que  a los mayores productores de la zona les daba seguridad de cobro el llevarlo a la Cooperativa; pero el riesgo de almacenar y vender directamente tenía casi todos los años una buena recompensa. Verdad también que dadas las turbulencias del mercado se arruinaron almacenistas intermediarios, algún fabricante de harinas (Boreal de Benavente, por ej.) y dejaron sin pagar a algunos agricultores. Pero también Coreccal sufrió impagos, el de la huevera Valín, por ej., aunque esas pérdidas se repartieran entre los socios.

          El viernes, al salir de la Asamblea de la actual Agrinza, me comento el Asesor Fiscal que nos viene presentando las cuentas desde su fundación, qué gozada de Asamblea, tan distinta de cuando estábamos en Coreccal.

          Estábamos unos cincuenta socios. Primero, como todo va tan bien la gente no se preocupa, y segundo, sobre todo, como ahora no hay comida gratis después de la Asamblea, la cosa ha perdido interés.

           Aquellas Asambleas en el Sindicato lleno las presidía Repiso, el Presidente de Coreccal, y Alfredo Aldea, el Gerente, por el que pasaban todas las compras y ventas. Su misión era "hacernos comulgar con ruedas de molino", intentar aplacar el descontento. Ante las evidencias de que se cobraba menos el cereal dentro que fuera, que nos costaba más el abono, herbicidas, incluso el gasóleo, que al final se había empezado a despachar, apelaban al manido "espíritu cooperativo"," que si no fuera por las Cooperativas la cosa estaría peor", "que algún día tendríamos la recompensa". Como no fuera en el cielo, pensábamos, porque los años pasaban y la cosa iba cada día peor. La Junta Directiva no sabía vivir fuera de la sombra (la mala sombra diría yo) de Coreccal.

          Los balances, aunque nos intentaban maquillar las cuentas empleando la terminología contable, daban pérdidas cada año. Yo siempre recurría a la cuenta la vieja, y a que nos hablaran en castellano. Y preguntaba, bueno, en resumidas cuentas ¿Cuánto debemos?.

          Cito de memoria: QUINIENTOS NOVENTA Y SIETE MIL Y PICO EUROS, en 2006. Cada año debíamos un poco más por los intereses que se iban acumulando.  La situación se hacía insostenible, pero como a la salida nos pegaban una mariscada, chuletonada, merluzolada  de miedo para doscientas y pico personas (no cabíamos en el comedor de La Cañada Real), pues casi todos tan contentos.

          Era ese el momento de conocer a todos los socios, socias de Agrinza, gente a quien no veíamos por la Cooperativa, que se apuntaron cuando ya no obligaban a la aportación de las sesenta mil pts anuales, sino que le descontaban unos céntimos del grano entregado, pero como no entregaban, pues nada, eran socias sólo para ir a la comilona.

         Pero como aquello era insostenible, se había producido ya un cambio en la Junta Rectora de Agrinza, CORECCAL se fue al garete. Muchos respiramos aliviados.

         Mañana, s. D. q., será el último, gozoso, y aleccionador espero, capítulo. Me parece hay Cooperativas que están viviendo nuestra situación de cuando Coreccal.
     

   

sábado, 15 de diciembre de 2012

HISTORIA DEL COOPERATIVISMO AGRARIO EN VILLALPANDO. (I)

 

          Ayer se celebró la Asamblea ordinaria anual de la Cooperativa Agrinza. Comparando estas asambleas y la situación de la Cooperativa con las de hace años, y más años, me doy cuenta qué fácil es que los grupos humanos se equivoquen en sus decisiones.

                    Empecemos por la Cooperativa fundacional, AGROVICO (se me ocurrió el nombre, Agricultores de Villalpando y Comarca). Fue fruto del trabajo intenso del Agente de Extensión Agraria Luis García y de unos cuantos pioneros. Ni sé las horas de reuniones que costó parir aquello. En ellas empezó a destacar por su labia, un muchacho de Tapioles. Nos deslumbró. Lo elegimos Presidente. Los socios aportamos cantidades importantes en metálico. Caja Rural nos concedió un préstamo. Se compraron dos hectáreas de terreno, se construyeron dos naves, báscula, etc. 

                   La primera cosecha que entregamos fue la de 1.984.  La gestión, de forma altruista, empezó a hacerla el Presidente. Él era el Gerente, oficinista, recepcionista sin sueldo.  Le encantaba jugar a ejecutivo. 

                   ¡Bueno!: aquello iba funcionando. El poco grano que se metió aquel año se cobró al final de campana a mejor precio que si se hubiera vendido en el verano, desde la era.

                    Se construyó la 2ª nave adosada. La cosecha de 1985 fue buena. Se llenó una nave de cebada, y la otra se medió de trigo. Como justificantes de la entrega del grano nos quedábamos con los tiques de las pesadas, nada más.  Al acabar el verano el cereal empezó a subir. El Presidente-Gerente dejó que fueran pasando los meses, despreciaba las ofertas, y se puso a especular con una nave llena, y con capital que amortizar en Caja Rural.

                   Llega el mes de marzo del 86  y no había vendido ni un tito. Se encuentra en Caja Rural con un intermediario comprador de grano, Amador Arroyo, de Salamanca. Se lo presentan, como persona de movimiento y solvencia, ajustan la cebada a 26 pts. /kilo. Un peseta por encima de a como se estaba pagando. Manda un camión, dos, tres. Camión y talón que cobra sin problemas. Se hacen amigos. Cenan juntos en El Labrador.  

                 -A partir de mañana te voy a empezar a mandar seis o siete camiones diarios. No vamos a andar con un talón por cada camión. Te firmo un talón en blanco, y cuando se haya terminado haces la cuenta, lo rellenas y lo cobras en la Rural, como los anteriores.

                  En aquella oficina le habían informado de que era negociante que movía mucho dinero. ¡Movia!: compraba trigo, por ej., (fueron los años en que se liberalizó el cereal). Pagaba con talón a fecha siguiente o dos fechas. Se lo vendía  a Carbajo, por ej., éste le pagaba a la entrega de la mercancía. O sea: iba cobrando por delante,  así pagaba y se quedaba con la pts o los cincuenta céntimos en kilo. No tenía más que un viejo coche y mucha geta. No se habían inventado los móviles.

                 En pocos días vació la nave. El de Tapioles, con el talón firmado, ¡tranquilo!. Hace la cuenta, lo rellena, treinta y ocho y pico millones.  Va a cobrarlo a la Rural y no hay saldo. El Amador desaparece. El de Tapioles monta guardia en la puerta de su casa en Salamanca. Lo pilla. Se lo cuenta al Tesorero, un hombre recto de Belver, Lorenzo de Castro. Consiguen que, ante Notario les firme un reconocimiento de la deuda que, con los intereses, supero los cuarenta y un millones.

                Resumiendo mucho, como era insolvente, ni una perra cobramos. AGROVICO AL GARETE.

                 ¡Qué asambleas las de aquel trance, en año y pico...!. Hubo una, en el cine lleno, un domingo,  que duró desde las diez de la mañana a las cinco de la tarde.

              En la primera, cuando se destapó el pastel, en el mes de junio del 86, y la tragedia venia desde abril, le hicimos dimitir. Los socios, con el cine lleno,  eligieron una nueva Junta Rectora de la que fue Presidente José Cepeda Allende, Tesorero José Badás Martín y Secretario, servidor. Peleamos lo indecible por sacar aquello a flote, pero Cubells, Presidente entonces de la Rural, se cerró en banda y  nos embargaron todo. Tuvimos importantes contactos con el Abogado entonces  de la Rural, Pedro de Prada, padre del actual escritor y famoso, Juan Manuel de Prada.

                Hundido el barco, se trataba de salvar los muebles.  Nuestra labor consistió en liquidar. El dinero que sobró del valor del solar, naves, y grano,  entregado todavía en la cosecha del 86, embargados, después de saldada la deuda (hubo socios que lo llevaron a pesar de la cornada que teníamos encima), lo repartimos proporcionalmente al grano entregado  entre los socios.

                Como la sociedad ya se había deshecho,  hubimos de abrir cartilla a nombre de los tres citados, desde la que hicimos cobros y pagos.

                  Habrían pasados como dos años, y aparecen en la libreta varios miles de pesetas, cantidad regulárcica,  de una subvención de no sé donde. Me lo dijo "Jose", se lo dije a Badás. Acordamos donársela a Caritas Parroquial. Suprimimos la cartilla.  El Lizondo pequeño y Badás, que entonces no andábamos sobrados, fueron para mí ejemplo de honradez.

          

miércoles, 12 de diciembre de 2012

HISTORIANDO


Mi amigo, el historiador autodidacta Ramón López González, natural de Villamayor de Campos, me manda estos datos sacados del BOE de aquel año. Los transcribo, con su comentario.




PARTIDO JUDICIAL DE VILLALPANDO. 1881.
29 Ayuntamientos.—25.608 habitantes.


V I L L A L P A N D O . – Villa de 2.897
Habitantes. Cabeza de Partido judicial,
Situada a 11 leguas  de Zamora.—
Tiene casino.

AYUNTAMIENTO •—Alcalde, Luciano León.
Secretario : Ricardo Rico.

JUZGADO DE PRIMERIA INSTANCIA.

Juez, Monserratt  García .—
Escribano, Ignacio Oviedo, Eusebio San Martín.
Juez Municipal. Eugenio Cañibano.

Fiscal. Eugenio Ramos.
.
Registrador de la propiedad.
Carlos Fernandez Vallero .

Párroco arcipreste
Andrés Carnero.
.
Instrucción pública.
Profesores:
José Ramón Alonso. Blas Barrios
Profesoras: Hermanas
de la caridad.

PROFESIONES, COMERCIO,
INDUSTRIAS.

Abogados, Modesto Gago. Luciano León.

Alfarería. Esteban Pastor.
Carpinteros. — Justo Bermudez.
Hilario Castrillo . Benigno Cepeda

 Constructores de carros. Matías Gutiérrez.
Doroteo Sanchez
Robustiano Sánchez.

Confiteros y cereros
Francisco Calzada Alvarez. Isidro Lobato
Cayetano Rodríguez.

Farmacéuticos.
Emiliano Alonso, Aurealiano Cantarero, 
Vicente Garcia,
 Alejandro González, Simón González.
.
Guarnicionero. Juan Cuadrado.

Herreros. —
Antonio Baena.

Luis Granado. Zacarías Granado.

Hojalatero José Ortega.
.
Máquinas agrícolas,
  Constructor, Manuel Fernández.

Médicos. —  Raimundo Amo Rodríguez.
Eleuterio Delgado
Mariano González.

Procuradores.
Ramón Alvarez Enriquez
Bernabé Castillo.
Carlos Cepeda.
José Cuadrillero Cid.

Sastres. Joaquin Alvarez
Fermín de la  Nogal.
Francísco Luna.

Sombrerero». Simón Pastor Sánchez.
Esteban Sánchez.

Tejas y ladrillos (Fábricas de).

Ezequiel Baltero. Vicente Baltero.

Tejido», quincalla y ultramarinos.

Mariano Boyano,
Prieto Lozano é hijos.

Tintorero. Agustín Cepeda.

Veterinario. Valeriano Misol,
José Rodríguez Mateos.

Zapateros.
Galo  Castresoy, Lope Martínez,
Prudencio Rodríguez

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                    COMENTARIO.

    Primer dato interesante: el censo DOS MIL OCHOCIENTOS NOVENTA Y SIETE.. Al final
de aquella década superaría, dado el aumento demográfico, por primera y  única vez los TRES MIL HABITANTES. Rompamos el mito de que Villalpando tuvo 10.000 h. ¡Mentira!. ¿Dónde se iban a meter?

    Segundo: la enseñanza. Predominaba la población infantil y joven. El promedio de vida era muy inferior al actual y la tasa de natalidad altísima. En aquel año 1881 hubo en Villalpando alrededor de 140 nacimientos. Cierto que también era abundante la mortandad infantil, pero aun considerándola del 40 %, que no era tanta, “subían al gallinero”, al menos 100 niños de cada año. Considerando los ocho cursos de enseñanza primaria, habría, al menos 800 alumnos. De ellos la mitad serían niñas, que iban al Colegio de Las Hermanas, Luego, a las escuelas municipales, o de villa, asistían 400 muchachos. Para ellos había dos maestros. ¡Increible!. Lo que ocurría es que bastantes niños no asistían a la escuela.

Tercero. Las genealogías.

Por transmisión oral de mis abuelas, de mi suegro, de Beatriz Riaño; por mis búsquedas en los libros del Registro Civil, por trabajo de adolescente copiando escrituras, porque me gusta saber quiénes eran nuestros antepasados no tan remotos, les voy a dar noticia de muchas de las personas que aparecen en ese censo.

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Eugenio Cañibano, Juez Municipal. Este podría ser abuelo de Ángel y Máximo Cañibano, por lo tanto bisabuelo del actual Abogado, Ángel Cañibano Cepeda.

    Hilario Castrillo, carpintero. Los veremos en más casos, los oficios se heredaban de padres a hijos, por lo tanto este podría ser el padre del Sr. Nicasio Castrillo, abuelo, por tanto, de José Castrillo que tiene en la actualidad 97 años.

Benigno Cepeda. Junto con los apellidos se repetían los nombres, normalmente, de abuelos a nietos. Éste era el padre de Máximo, “El Ché”. Un hijo suyo se llamaba Benigno. También sería el abuelo de D. Benigno Cepeda, “El Maestro”, quien era primo del "Ché".

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En los constructores de carros, carreteros, lo tenemos clarísimo: Matías Gutiérrez era el padre de mi tío Paco, “El Carretero”, por tanto abuelo de D. Primitivo Gutiérrez, “El Cura”.

Robustiano Sánchez era el padre del Sr. Vicente, “El Herrero”, abuelo, por tanto de Vicente, Chencho, etc. Bisabuelo de “Manuel”, el de Chencho.

Doroteo Sánchez, suponemos sería el abuelo del Sr. Silvano, “El Carretero”, por tanto bisabuelo del actual Elicio.

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De los confiteros sólo “saco” a Isidro Lobato. Sería el abuelo del homónimo Isidro Lobato, “El Chocolatero”, casado con Clemen “la panadera”, padre de Julián, Jesús y Mariano, este Procurador en Zamora. El apodo de chocolateros con que eran conocida toda esa familia, me da pie a pensar que el “Isidro Lobato” del censo sería abuelo del que conocimos.

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En los herreros tenemos noticia de todos:

Antonio Baena era el padre de la señora Eloísa, “La Baena”. Creo que esta familia procedía de un pueblo de Toro, ya que el tal apellido no existía en la villa. Esta Eloísa se caso con Aurelio Núñez Alonso, al hijo menor, le puso Antonio, Núñez Baena. Es la abuela de “Franquito”, Vita, Manolo,.. Luis, Antonio. Todavía a estos les llamábamos “Los Baenas”.

Luis Granado y Zacarías Granado, serían hermanos. El primero sería el abuelo de todos los herreros que conocimos: Heliodoro, Luis, Marcelino, Simeón, Gregorio “Fufú”, Suceso. Abundante esta genealogía de los Granado, con ya la cuarta, quinta y sexta generación desde aquel.

MÉDICOS: Eleuterio Delgado creo era abuelo de D. Luis Delgado, “El Notario”.
   

PROCURADORES:

Ramón Álvarez Enriquez. Este sería el padre de Ramón Álvarez Fernández, también procurador, marido de Dª Ceferina Mazo, abuelo de los Concejo. “Monchi”, Ramón Concejo Álvarez, heredó el nombre.

Este hombre vino de Galicia. De ahí el apodo de “El Gallego” que heredaron sus numerosas hijas. Conocimos a tres “Gallegas”, y al hijo creo más pequeño, Cesar. Le oí a mi abuela que su mujer parió 22 veces. Fue el hombre más poderoso del pueblo. La terminal en la Comarca, durante la restauración, del entramado de influencias que manejaba las elecciones a cortes cuando se relevaban Canovas y Sagasta.

En los sastres, Fermín de la Nogal, sería el  abuelo de los sastres que conocimos: Pedro, padre del actual Antonio “El Sastre”, Pablo, padre de “Marga”, y Orencio, marido de “La Coca”.

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        TEJEROS; Los Baltero, de las tejas y ladrillos, eran los dueños del tejar que había junto a “La Fuente”. No dejaron descendencia en el pueblo.
                     
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Tejidos, quincalla y ultramarinos.

Aquí sí que no hay duda, Los Prieto, Lozano e hijos son los del “Comercio Grande”. Lo habían fundado en 1850. Procedían de Muelas.

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En Veterinarios, Valeriano Misol era el padre de Doña Pepa Misol, de quien conocimos a dos hijas, una de ellas llamada Valeriana, la otra era la esposa de José Allende, conocido como “Monsifú”. Su casa estaba enfrente del Yeguarizo, es la que actualmente, muy restaurada habitan los hijos de “Nano” Allende. Aquel Veterinario sería tatarabuelo de éstos.

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Por último, en los zapateros, Galo Castresoy, puesto que es apellido único, sería el abuelo de Modesto Sánchez Castresoy y de Laura Castresoy, madre del actual Victorio Morales, “Torín”.

     Puede que algún dato sea erróneo. Admito correcciones. Sé que esto de las parentelas a los jóvenes les aburre, salvo que encuentren algún ascendiente. A mi me gusta indagar en las raíces del pueblo.     

                                                     

domingo, 9 de diciembre de 2012

LA PURÍSIMA DE ESTE AÑO.

    La celebración religiosa ha sido sencilla, humilde, sin oropeles ni evocación de supuestas glorias pasadas, esperpéntica farfolla de autoridades civiles y religiosas en abundante comilona. Seguro que a María le habrá gustado más.

     La hoguera, muy abundante. Aprovechan para quemar toda la leña de la poda de los árboles de "Las Cercas", más los carrascos de encina que siguen cortando.

     La noche para la mayoría, que somos los no jóvenes, los que vamos a la cama, muy tranquila. Doy  las gracias a la quintada por su buen comportamiento. ¡Qué bien!. ¡Ya era hora!.

     Puede que en su actitud haya influido que de los 17, 14 o así, fueran niñas. Unas cuantas nacidas y residiendo fuera del pueblo, con el único vínculo del origen paterno.

     Esto de los "quintos", nada tiene que ver con el origen de la celebración. La palabra procede de cuando a finales del XIX se decretó el servicio militar obligatorio para los varones. Entonces, dada aquella altísima tasa de natalidad, bastaba con que cada año se incorporaran a filas una quinta parte de los nacidos 21 años antes. A todos los metían en un bombo del que se extraía la quinta parte. Esos eran los que tendrían que "ir a servir al rey" . Esos eran LOS QUINTOS.

     A principios del XX aquello cambió, y a la mili eran llamados todos, salvo los que tuvieran algún impedimentos: pies planos, cegatos, cortos de talla, estrechos de pecho, hijo de padre sexagenario y sin otros hermanos solteros,....

     Hacia febrero del año siguiente de haber cumplido los veinte años, recibíamos una notificación del Ayuntamiento para "tallarnos", porque habíamos entrado en quinta. Por eso saludábamos la entrada de ese año teniendo una fiesta en la nochevieja. Los de nuestra quinta no tuvimos fiesta, pues aquel 31 de diciembre llevaba varios días lloviendo y no paraba. El río empezaba a salirse de madre. El dos de enero de aquel 62 ocurrieron las famosas inundaciones, cuando el agua, que llenaba toda la vega y entraba en el pueblo por las Cercas de Santa María,se llevó el puente, y en San Martín, Cañizo, Castroverde, arroñó casas. Cortamos, a pico y pala, la carretera general que hacía de presa.

     Unas quintas daban más guerra que otras. Toda la juerga consistía en tocar "La Queda",  huir de la Guardia Civil y alguna inofensiva gamberrada. Después el Domingo Gordo se corrían las cintas. Fiesta Grande a la que todo el pueblo asistía.

     Lo de la talla tenía mucha emoción. Se realizaba un domingo por la mañana en el Salón de Actos del Ayuntamiento. Asistían muchos hombres y mozos de espectadores. D. Tomás el Médico nos ponía el "fonendo", preguntaba si padecíamos algún defecto o  enfermedad. Descalzos, Miguel "El Pregonero", nos ordenaba subir al altímetro y nos medía, "tallaba". Quien no llegara a 1'55 se libraba de la mili. Por eso alguno pequeñito, se encogía. La estatura medía en aquellos años sesenta, andaba por 1'65. Servidor, con 1'73, descalzo, era de los más altos.  Me superó en tres o cuatro centímetros Ramón Concejo, "Monchi".. Después, desnudo el torso, nos ponían por el pecho la cinta métrica en inspiración y espiración,  a continuación pasábamos por la romana. Todo ello daba lugar a abundantes bromas. Lo del perímetro torácico es lo que más orgullosos nos ponía. Noventa y tres de pecho, hinchados los pulmones,  di yo, y setenta y dos kilos en la báscula. ¡Quién los pillara!.

       ¡Perdonen la digresión!. Inevitable comparar. Nada que ver los cuarenta y pico duros, austeros, currantes, poco cultivados veintiañeros de entonces con las delicadas niñitas (no es peyorativo, las 14 de este año, son encantadoras. Las recuerdo de párvulos, de ayer, en el Colegio) de 17, de ahora.

        Celebré el día de La Purísima con una visita a la Residencia. Por el pasillo, al entrar, me encuentro  con Serapio Veledo. De un brazo le llevaba su hijo, del otro la "moza" Sofia Urueña, de Tapioles. (¡Cómo iguala y hermana la Resi!).

        -"Si te he visto hace dos días a ti solo por la calle!. El sábado pasado fue el último día que salió, me confirma el hijo. Triste ver así a hombres que fueron tan vigorosos. A ver si voy pronto a que me cuente de cuando me cogía en brazos. -¡Ten a este crío, le decía mi madre, a ver si se calla, que es un llorón!.

           En el salón comienzan los "aeos": felicitación a Concha "Tocinera". Casi no ve, anda con un andador, pero "arreglada" de pelo, de cara, de perfume caro, de preciosa ropa, como siempre. Su hermana Anuncia llama mi atención. Me pregunta qué tal está Sarita, por "lo" de la hija.

         Saco del sopor a Ángela "La Grillera". ¡Con lo viva y lista que, hasta hace poco era esta mujer!. --"Ay hijo. Si es que tengo 97 años, y llevo aquí  26. Desde que se abrió".

          Saludo a Visita y su marido, ella prima de mi padre, las madres hermanas. Nació y vivió toda la vida en Zamora. A esa casa me llevaban a mi de niño y joven. Los servicios sociales, y las sobrinas, al ya no valerse, la trajeron a la Residencia del pueblo de su madre.

         Me siento y converso un rato con "Ignacito" Sampedro. Se le hizo corto, a la una menos veinte los llaman a comer. Empujo su silla hasta el comedor. Al entrar en encuentro con mi querido Domingo "Pajalarga". Bajaba de la habitación: -"No he bajao al salón porque estoy malo. Me han hecho daño los churros del desayuno, y eso que solo comí dos, y sin chocolate. Los he devuelto. Me dio Sor Milagros una manzanilla y me ha sentao bien. A ver ahora la comida. Como poco".  Y lo veo entrar consumido, limpio y aseado como todos, con su inconfundible visera y su simpática cara, caminando valiéndose de las muletas,......

        Me uní a cantar "La Salve", al final de la procesión. No estaba Sara-Belén con Nacho, Rodrigo y Ángel. Entendí lo de "gimiendo y llorando".

         Luego, !tantos amigos y amigas de fuera!, allí, y luego por la plaza, dándome consuelo: Antonio el Sastre y Aguedina,  a quien tampoco gusta, como a nadie, la "pasarela" de la Puerta Villa, ni los hoyos, ni los paredones de arriba; Angelines "La Tinaja", igual de guapa, cariñosa y cercana, sus sobrinos; las hijas de "Los Foros" y sus maridos, que están en Bilbao, (aquí todo lo de arriba es Bilbao) presumiendo de apodos de progenitores:: "Pocholo", "La gata", "El Obispo".....; mis primos "Los Chinas" (no se molesten en buscar níscalos los ha cogido todos el segundo de "Los Chinas"-Manrique); mis primos "Los Charlot" (por su simpatía se lo pusieron a su padre, mi querido tío Antonio), mujeres, hijas, compañero,...; las sobrinas Miranda con sus críos, incluido el precioso "doctor Mateo"; Cristina, la de mi hermana, quien me dijo que "Anita" era quinta;  "Los Campaneros", educados y encantadores, se habían fijado en mi nieto Edu, pensando, por lo rubito, era "el de tu hija"; Pablito Jícara y Reyes,  tomándose a juerga los veinticinco días de hospitalización, en dos tandas, y creo exagerando, me dijo que había vislumbrado la luz después del túnel. Dejando aquí a Reyes, normal que se diera la vuelta.

        Comimos solitos Sara, Álvaro, David y yo. El de Biomaser, visibles las huellas de la noche, apenas articuló resacoso y gutural vocablo. Comió dos "bocaos" y volvió a su guarida. A Álvaro le sonsacamos algo de la gurrumbada en un cuchitril de casa: -!que todo tíos, solteros y casaos!, que bien, que como siempre: buen ambiente de amistad, algo de guitarreo, canciones, conversaciones,...., que estuvo también su primo Félix y Cartón, escritores consagrao y en ciernes, respectivamente, pero ni una tía,...

     ¡Bueno!: perdonen. Me he puesto a divagar al contarles mi agridulce día de La Purísima.

   

     

   

martes, 27 de noviembre de 2012

MELECIO MANSILLA LUNA.


               

                                      MELECIO MANSILLA LUNA.
                                 Me acaba de llamar Tomás, su hijo pequeño: “Se ha muerto mi padre”. Hace veinte días le había dado un ictus cerebral. Hasta los robles se mueren. Le faltaba poco para cumplir los 101 años. Había nacido en Villalpando el 4 de diciembre de 1911. Hijo de Tomás Mansilla y de Matea Luna Alarma. A su hermano mayor le llamaban “Rayo”, también por delante de él iba la señora Matilde “La Hornera”. Recuerdo a otra hermana menor apodada  “Cuca”.

                                  Melecio fue en Villalpando una persona singular. Como homenaje no se me ocurre nada mejor que copiar un relato inspirado en su vida.

                                Advierto que, aunque la trama principal se corresponde con la peripecia vital de Melecio,  (los sucesos de la guerra, aunque algo esté novelado, es fiel a lo ocurrido. El fusilamiento de su madre, su ayuda a Laureano y la intervención del Sr. Luciano para liberarle son pura verdad), hay otras situaciones contadas que son licencias literarias. Por ej., lo amoroso. Meleció ya estaba casado con Melititna, cuando estalló la guerra. Su hija mayor Lucia, nació en el 36, Mele en el 41, luego otras dos chicas, al final, 21 años después que la mayor, vino al mundo, a dar guerra, Tomás, y a cuidar a su padre cuando le correspondía, a leerle, lo del blog de Modroño, o los libros, contarle cosas del pueblo. Esta última crónica ya no se la podrá leer. Queremos le sirva de homenaje. El funeral será mañana, día 28 de Noviembre, sobre a las doce horas en la Iglesia de San Nicolás.

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                      BIOGRAFÍA NOVELADA DE MELECIO. “El viejo miliciano”. Escrita en 1999.

                                   - Al morir mi compañera, jubilado y emigrados todos los hijos, me fui con ellos al Norte, pero no  perdía el careo del pueblo. Todos los años regresaba por la fiesta. En el 99 una trifulca, en la capea, me hizo ver que los odios seguían latentes. Me dio pena y huí de aquella tensión en la plaza. De vuelta de tanta violencia inútil, conseguida con los  perdones la paz interior, disfrutando en la madurez (no quiero decir senectud)  de cada día que amanece, me alejé del tumulto, caminé hasta el parque buscando soledad, me senté en el pretil. Mis manos sobre el bastón y sobre ellas la barbilla. Cerré los ojos y me asaltaron las dudas de siempre:

                          Necesariamente ha de ser el hombre lobo para el hombre....?. No podemos librarnos de la agresividad hija de la soberbia.....?.  Ha de ser  la ira sin sentido más fuerte que la tolerancia y la compasión.....?.

                          De las cavilaciones me sacó mi cuñada  Remedios, “La Toba”, la hermana pequeña de Laureano, mi salvador. Me palmeó en el hombro:
            -¡Chacho!, ¡que te duermes!.- , alcé la vista, me incorporé abriéndole los brazos.
            -¿Cómo estás? ¡Qué bien te veo!.- Nos abrazamos. Ella había llegado el día antes
                       -¡Anda que tú, bribón, ¡cómo te conservas!-
                       - De cuerpo regular, pero mientras la cabeza funcione…     
                  Después de ponernos al día sobre hijos, nietos, bisnietos, compartimos recuerdos y  reflexiones:

                         Su hermano Laureano era quinto del 37, yo del 32. Muy joven empezó a despuntar como jugador de pelota. Yo necesitaba un zurdo pa la raya de la izquierda. El tío “Rebulle” ya pasaba, con mucho, los cuarenta y estaba muy zurrao de la azada y la mancera. Empezábamos a  dejar  de ser los mejores del pueblo y del contorno. Aquí ya nos ganaba la pareja de “Miseria” y “Canalejas” y en Tapioles , “Simines” y  “Leo”. Él mismo me lo dijo: “yo me retiro, coge al muchacho del Tobo, que es el que más despunta. Le enseñas a colocarse, a manejar las muñecas y a pegar con la derecha (de izquierda ya tiene un golpe terrible) y no habrá quien os gane”.

                      Ya de antes, empezaba a tener amistad con el muchacho. Coincidíamos en el campo, sobre todo en el tiempo bajo, yo alumbrando cepas a jornal, él con las ovejas del hatajico familiar, pastando en  los entremajuelos. A los dos nos gustaba la lectura. Intercambiábamos libros. Los míos de “La Casa del pueblo”, los suyos del Sindicato Agrario Católico, del que su padre había sido cofundador.  A veces pasaban cazando los señoritos con sus caballos o veíamos a viejicos, que ya no servían para cavar, apañando gramas pa los conejos con los que intentaban subsistir o a viejicas cargadas con el haz de leña en la cabeza de la dehesa al pueblo. Luego lo revendían por las casas.

                            Un día comentábamos   el parto de  la criada de los “Polleros” y la criatura, de un hijo del ama , al hospicio. Otro la muerte de “Cacalo” en una cuneta, cuando regresaba de pedir.
                        Todas aquellas muestras de sociedad tan injusta nos revolvían el estómago. No podíamos quedarnos quietos. Habíamos los jóvenes de cambiar aquello con la razón y la justicia.

                         Él pensaba que la solución estaba en aplicar la doctrina social de la iglesia. A mi me tenían chiflado las teorías socialistas. Mi idealismo me hacía pensar en la bondad del corazón humano y comulgaba con el lema de que “cada uno  aporte a la sociedad el trabajo que pueda y reciba de la sociedad lo que necesite”.. De la iglesia me consolaba el ejemplo de algunos  curas más pobres que yo, pero me descorazonaba que el predicador de Semana Santa ganara en unos días, que se lo pagaba el Ayuntamiento, más que los jornales de toda  mi familia en un año.

                      Los dos coincidíamos en la necesidad de una revolución, pero incruenta. No nos servía el ejemplo de la guillotina en la Francesa, ni los fusilamientos en la Rusa. En la familia habíamos mamado el amor a la paz por el cariño de la madre,  que siempre ponía amor en las discordias. En el ejemplo de los padres que, cuando escaseaba la comida, ellos eran los más remolones en menudear con la cuchara en la tartera común, y la rabia del amargor de la injusticia la descargábamos en el frontón dándole porrazos a la pelota de forro de gato y en la ternura de la muchacha a la que amábamos. Queríamos el diálogo  y no la guerra. ¡Pero cualquiera les apeaba del machito a los acomodados que, cuando el trabajo era tan duro, vivían sin trabajar, cuando el alimento escaso, ellos lo tenían abundante; que cuando vestíamos con remiendos, ellos llevaban corbata y no les faltaban ni medicinas, ni vicios.
                                El verano del 35, yo lo había hecho en casa  de “La Maragata”. Habíamos costaleado la buena senara en la panera del mesón, que daba pa la era, en las afueras del pueblo. Llegado enero del 36, en la enfermedad de padre habíamos gastado las soldadas de los hermanos pues, pasada la sementera del 35, ya no tuvimos jornales. En casa faltaba el pan.

                             Una noche nos juntamos tres amigos. Uno de ellos tenía burro. Cogimos cada uno el costal de la respiga. Forzamos la puerta y los mediamos en la panera de “La Maragata”, que seguía repleta, esperando que el hambre forzara la subida del trigo. Nos lo repartimos. A mí me tocó más porque en mi casa había más necesidad.

                                Actuó la guardia de inmediato. Las huellas de un burro de pobres, sin herrar, en la era blanda por las lluvias y en el camino, dieron muchas pistas. Nos llamaron al Cuartel. El vergajo nos hizo  “confesar”. Cuando salió el juicio, ya había ganado el Frente Popular. Yo alegué necesidad y me hice reo, exculpando a los dos amigos. Me cayó  condena de un año. Me llevaron a cumplirla a la prisión de Carabanchel.

                              Laureano, a primeros de aquel año, se incorporó voluntario al ejército, al arma de aviación, con la esperanza de huir del pastoreo y del ordeño, de los soles, los cierzos, del “burgalés” que sarea rostros y campiñas, de dormir  al raso,  de comer migas con sebo. Lo destinaron al aeródromo de Getafe.

                               Sublevados los fascistas, al día siguiente me pusieron en libertad. Me dieron un fusil y me alisté  en la primera columna de milicianos que salió a  cortar el paso a los falangistas castellanos en el Alto del León. ¡Cuántos muchachos cayeron, hijos de pequeños labradores estrujados por las rentas de los terratenientes, casi tan siervos de la gleba como nosotros los jornaleros....!. ¡Claro que la zarracina no fue menor entre los nuestros....!., muchachos urbanos de la fábrica y el ladrillo,  que en el campo andaban perdidos.

                                       El gobierno de la Republica enseguida echó mano del ejército regular no sublevado, y a mi zurdo compañero de pelota también lo llevaron al Guadarrama.

                                       Los de la era y la besana, los hijos de la estepa apretaban como fieras y nos hacían recular. Los “míos” de Madrid eran más blandos. En la retirada  íbamos dejando muertos, pero procurábamos no dejar heridos. Yo era enjuto, hebrudo, duro como un rayo, muy aclimatado a la sed y los calores, a la frugalidad y al trabajo. Mis energías, incansables en aquellos días de julio y agosto, las empleaba más en salvar  que en matar. Cuando caía la noche recorría la zona de nadie, entre pinos, en la ladera de la sierra atento a los ayes, a jadeos lastimeros. No sé a cuantos socorrí, más de uno murió en mis brazos.

                                     Una noche, aquel día habían sacudido duro, salí a hacer la ronda. Mis pisadas en la tamuja le hicieron recobrar la semiinconsciencia. Mi pañuelo rojo le aseguró era de los “suyos”. Su uniforme de aviador lo camuflaba en la maleza. Al acercarme sólo tuvo fuerzas para, al reconocerme, exclamar: -¡¡¡¡amigo!!!!-.

                                   ¡Dios mío!: si era Laureano, el de mi pueblo, el pastor, mi zurdo compañero de pelota. ¡Lo iba a dejar morir con 19 años....!. Me lo eché al hombro. Conseguí llegar al hospital de campaña en el sanatorio antituberculoso. Le sacaron la metralla de las piernas, pero apenas si le quedaba sangre. El mismísimo doctor Negrín preguntó. -¿alguien quiere prestar su sangre al compañero....?.  Me remangué la camisa y  le ofrecí mi brazo. Me senté al  lado de la camilla.

                             Conectaron mi arteria a su vena. La mía roja entraba en la suya azul y le daba vida. Sus ojos se abrieron y me sonrió.

                               Curado, le dieron permiso, pero no pudo volver a casac el pueblo había quedado en la zona nacional. Unas milicianas paisanas, “las Pradeñas”, que servían en Madrid, le dieron albergue en “su casa”, un palacete abandonado por sus dueños el día antes de empezar los tiros. Recuperado se incorporó a mi lado en la defensa de la capital con el frente establecido cerca de la Ciudad Universitaria,  y nuestra amistad  llegó al extremo de la absoluta fraternidad. Éramos los primeros cavando trincheras, retirando heridos, defendiendo la posición, disparando sin odio. Sabíamos que del otro lado había ¡tantos muchachos del pueblo!.......... Nuestra idea del diálogo había fracasado. ¡Eran tan irreconciliables las posturas.......!. Estábamos inmersos en una guerra que no queríamos.

                                    Él seguía amando los valores tradicionales: la familia, la  propiedad privada, sobre todo la pequeña, siempre que cumpliera una función social, la religión,..... . Estaba convencido que, aunque el gobierno de la República consiguiera derrotar la sublevación, no se iba a reinstaurar la democracia burguesa, sino la “dictadura del proletariado”, el Comunismo Soviético, y eso iba contra sus convicciones profundas. Coincidíamos en el afán de progreso y de justicia social. Yo me temía que de triunfar los facciosos iban a aplastar las libertades, a mantener los privilegios de los ricos, para lo que se estaban matando los de las pequeñas clases medias,  casi tan proletarios como nosotros.

                                       Una noche de aquel lluvioso mes de noviembre,  me despidió. Sabía que no le iba a delatar. No le puede convencer. Disimulamos nuestro cuchicheo en la trinchera ante la ronda de un Comisario. Cuando los altavoces del otro lado comenzaron su prédica, apeó el fusil, se apartó alegando necesidad fisiológica, reptó entre charcos y matorrales, esquivó ráfagas, respondió al alto del centinela con un:               -¡No dispares que soy de los vuestros!-. Llegó a las trincheras del otro lado. Encontró a algunos del pueblo, ya movilizados por la fuerza, que le sirvieron de salvaguardia. Escribió a casa. Contó lo sucedido, y cómo yo le había salvado la vida. Sus padres llevaron a los míos el primer queso de la paridera de aquel invierno.

                                  La guerra siguió su curso trágico. Por otro del pueblo me llega la noticia de que han fusilado a mi madre. Aquello me enrabietó más, pero no caí en la tentación de la represalia. Yo ponía mis dotes físicas y humanas al servicio de los demás. No escatimaba esfuerzos. Resulta que tenía cualidades de organizador. Los mandos se fijaron en ello y me fueron ascendiendo de categoría. Llegué a ser Teniente del Ejercito Republicano.

                             A Laureano a la segunda ya no le pude librar. Cayó en el frente de Aragón. Sus padres consiguieron llevarlo a enterrar al pueblo. Los míos también le velaron.

                        No quise huir en avión, al exilio. ¿Por qué? Si yo tenía las manos limpias de sangre si no había querido aquella guerra, si no odiaba a los “vencedores”, entre los que había tantos “Laureanos”. Me entregué en Madrid. Me hicieron prisionero. Pensé serían unos días, pero se pasaron unos meses, temiendo ser “llamado” cada madrugada, por  “culpa” de aquellas estrellas en la bocamanga.

                         Y lo fui, pero a media mañana: El tío Tobo que tenía la “gloria” de un hijo “caído”, uno de los veinte que pusieron en la fachada de la iglesia, lo había conseguido. Nada más, por mi padre,  saber de mi paradero habló con el Alcalde, éste fue a la capital y tocó todos los palillos. Mi principal credencial haber salvador a mi zurdo compañero de pelota.

                              Aquella llamada era para darme  el salvoconducto y un billete de cinco duros.

                                Cogí el tren hasta Zamora. Me ahorré lo del coche de línea hasta el pueblo, pensaba marchar andando, ¡total once leguas....!, pero tuve suerte: en la estación estaba el carromatero Bernardo Sampedro.

                                    Las diez horas de traqueteo, muchos tramos los hacíamos andando, dieron todo de sí. Primero  escuchó  mi peripecia. Vio que volvía sin odio, los acumulados en la cárcel se habían disipado con la libertad, y, a la vez con esperanza y temor. Me tranquilizó:

                                     -Ahora el que manda es “Cobera”, (era un  hombre joven que araba algunas tierras propias y otras en  colonia, con su par de mulas, que vivía de su trabajo). Le hicieron alcalde en el 37 y, desde aquel día, se acabaron las detenciones. –“Ha puesto a raya a los señoritos. Todo lo más que hayas de ir a Misa los domingos.

                               Su relato confirmó el horror que suponía y del que tenía noticias confusas: Además de a mi madre, habían fusilado a Mecos, Garibaldes, Manojos, Gatos, Julia “la Baldomera”,  a Froilán esterero, que era un santo........ . Los contamos: veintisiete en total  De los que llevaron al frente, veinte no volvieron vivos:  Un muchacho del aguardientero, un “Lenteja”, un “Lizondo”, un “Lagunero”, hijo de la señá “Ustaquia”..... Laureano “El Tobo”, mi zurdo compañero de pelota,....... .

                                ¡Cuántos  sin regreso, que ya no se henchían  del azul, ni de los trigos cereños, de los barbechos en tercia, de las torres de sus pueblos a lo lejos, de las cebadas pidiendo la hoz....! ¡Cuántas caricias de madre, de novia, cuántas charlas de amigos perdidas...!. ¡Cuántos pulmones cerrados a ese aire con olor a mies, a tierra, a nube que me reconfortaba....!

                                 Llegamos entre dos luces. En tres años  y medio el pueblo, las casas, las calles, seguían igual. Sólo ranas y grillos querían romper el silencio de la resaca de la borrachera de odios. Rodeé por las afueras para no encontrarme con  alguien. Padre,  recién llegado de regar con el cigüeñal  el cacho huerta, gracias a la cual subsistieron, descansaba en el poyo del corral, mi hermana repartía el  “cogido”  entre el marrano, las gallinas y conejas.

                               “Cuca”, al verme, miró al cielo y exclamó: -¡gracias  Señor!. Su abrazo quería ser infinito.  Extenuados  de lágrimas sus ojos, sólo sabía decir, ¡para qué más!,:  ¡¡¡MATARON A MADRE, MATARON A MADRE!!!!.. Padre extendió sus brazos sobre ambos.

                             Aquellos huevos, fritos con unos palos en la lumbre, aquel chorizo que madre guardaba para nuestra vuelta, aquel pan de varios días, la lechuga del huerto,... aquélla cena con mis padres, fueron un manjar del cielo, reconfortaron mi cuerpo y mi alma.

                             Lo primero, al día siguiente, la visita a los padres de Laureano. Estaban abatidos. Era el único varón. Le seguían tres hermanas:   -“ya sé que no le puedo suplir, pero me ofrezco como su segundo hijo....”.

                                 En los días que faltaban hasta la feria, puse con mi padre, la huerta en orden. Por la noche salía al fresco y, en la vecindad, fui bien acogido. No andaba por el pueblo, evitaba los encuentros, pero si los había daba el pésame sincero a los unos y a los otros. Rehuía encontrarme con los que confeccionaron las  “listas”, en las que metieron a madre, pero si ocurría, ni ellos demostraban altivez, ni yo miedo. Más que mi odio, tenían mi desprecio.

                               Salí a la plaza el 21 de junio. Aquel año volvió a celebrarse la feria, sin fiestas. La vida seguía. La recolección, encima. Era necesario ajustar agosteros, reponer algún trillo, tornaderas, redes o bieldos. Tuve varias ofertas. Aún recordaban mi fama de buen trabajador. Entre los cincuenta muertos, los encarcelados, y los no licenciados, escaseaban los braceros. Ninguno de los manchados se atrevió a acercarse a mí. Me ajusté a mantenido, por cien duros los 90, días en casa de “La Viuda”. Ya había trabajado en el 34 con su marido “Candidín”. Trataba muy bien a los obreros. Si caían malos les daban leche y les pagaba igual al jornal. A los mozos de año de toda la vida en su casa, cuando ya no valían, si no se habían muerto, los entretenía de serviciales, para que no les faltara la comida.

                                     Cuatro mozos y cuatro agosteros hicimos aquel verano, casi todos recién licenciados. No nos faltaban las discusiones y bromas de las que yo era la agradable víctima: A mi sólo me quedaba lo de Guadalajara que, además, los de enfrente eran italianos, pero menudo cachondeíto con lo de “no pasarán”. El trabajo era alegre, redentor. ¡Había tanto niño, tanta mujer, tanto anciano esperando ese pan que recolectábamos...!. La relación entre amos,  criados, criadas, cachicanes,  era fraterna y la alegría indisimulada.  A mí empezaron a llamarme “Capitán”. Me ascendieron de categoría.

                                Cuatro fiestas en los noventa días: el 18 de julio, hubo un acuerdo tácito entre los no adeptos. Ninguno fuimos a cantar “El Cara al Sol”. Cobera aplacó a los exaltados: -“¿ qué queréis?. ¿fusilar a medio pueblo?. Ya hemos vencido, ahora hemos de convencer. Es la hora de la reconciliación”.  Alguno sí fue a Misa el día de Santiago. El día de la Virgen y siguiente las vacas volvieron a correr  por La Solana y las muchachas, no de luto, fueron a la plaza.

                                   Acabado el verano  seguí de lagarero y sementerero. En el invierno anduve a la piedra.
                                      El día  de Nochebuena, puesto que no me obligaban, decidí ir a Misa del Gallo. Mi madre nos llevaba de niños. Además el mensaje  de paz del hijo de María y el Carpintero, ¡sintonizaba tanto con mi estado de ánimo.........!.

                                        Cuando volvía de adorar al Niño (el Cura al dármelo a besar me había sonreído), descubrí  lo más bonito de mi vida: el rostro, los ojos, la sonrisa de Rosario-

                                            Era la mayor de las tres hermanas de Laureano, la que le seguía. En los cuatro años había pasado de niña a mujer. Había madurado como espiga sin argaña. Su dulzura realzaba su belleza pálida. En el 37 marchó a curar heridos de los frentes. Recién había llegado.

                                          Al día siguiente se abrió el baile y, aunque de alivio, fue, con las amigas. Al enlazarnos para bailar, aun curtidos por una guerra, éramos dos niños temblorosos. ¡Con qué ganas se hubiera refugiado a llorar sobre mi pecho....! En el baile no lo hizo, pero sí al salir en el primer rincón que encontramos.

                                     A sus padres se les abrió el cielo con nuestro noviazgo. Despreciaron el comentario de la vecina sobre que yo era de menos categoría por ser jornalero y ella pastora. Nos casamos a la primavera siguiente. Suplí al hijo que les faltaba.

                                   Desde febrero yo trabajaba en la huerta de “Lentes”, en Villamayor. Era grande. Estaba a la entrada del pueblo, tenía noria y muchos frutales;  una casa, sombreada por parras la portalada, con pocilga, gallinero, cuadra, tenada y un cacho corral. La habíamos adecentado. La ocupamos al día siguiente de la boda. Nos prestaron un carro para llevar los cuatro enseres. La fuimos llenando de amor, de ternura y de hijos.

                              El jornal era escaso, pero teníamos asegurada la vivienda, la lumbre con los palos de la poda y los restos secos de la huerta, la luz, el agua de la poza y las viandas: hortalizas y fruta en abundancia, el marrano, gallinas, conejos y una cabra que ayudaba a Rosario en las lactancias. A los mendigos que llegaban por allí no les faltaba la limosna, un poco de sombra y un vaso de agua fresca, o el calor de nuestra lumbre..

                                Nos integramos en el pueblo. Del nuestro llegó el apodo de Capitán. Los niños iban a la escuela. Yo volví a jugar a la pelota y después a la chana. Así que pude compré una radio que cogía la emisora de París y la Pirenaica, por la noche bajico y sin  peligro porque vivíamos fuera del pueblo. ¡Cuánta alegría la derrota de los Nazis...!, como después, vista su trayectoria, la caída del Comunismo. El Maestro nos dejaba libros que, como todo, Rosario y yo compartíamos.

                                    Entre todos levantamos a España de la ruina. Fuimos consiguiendo las conquistas sociales y, por fin llegó la democracia. Mi idea de que cada uno trabaje lo que pueda y reciba lo que necesite, casi es una realidad en este estado de derecho.

                                       La perdida de Rosario, joven aún, fue un desgarro en mi  vida. El cariño de los hijos la ha compensado, pero, como todos emigraron, al verme tan solo, fui con ellos al País Vasco. A mi nietico mayor, Guardia Civil, allí lo asesinaron.... .Su muerte, el hachazo irracional de “la culebra”, no la he superado. Son una lacra pestilente en el océano de paz de mi vida. Esa barbarie, esa sinrazón, afianza más mis ansias de paz. ¿Conocerán ellos la dulzura de nuestra vida  pacífica en la huerta de “Lentes”....?

                                  En aquella charla con Remedios, la pequeña de mis cuñadas, “arreglamos el mundo”, para buscar la paz que ha de ser hija de la justicia, nosotros, los del primero, deberíamos vivir con un poco más de austeridad; privándonos de lo que derrochamos contribuiríamos a  un orden social mundial más justo y a no destruir el planeta.  Unos ciudadanos bien informados, éticos, coherentes, no consumistas, acabarían con los grupos de poder, que hoy son los económicos y los medios de comunicación. Que todo el poder, basado en la razón y la justicia, dimane del pueblo, que prácticamente de acuerdo los partidos en el modelo económico social,  elegirá a unos gobernantes limpios y honrados, siendo esos criterios éticos y de eficacia de gestión el aval de su elección, en ese Estado liberal social.

                                   Remedios, antes de enviudar, arregló y conserva la casa de sus padres. Es diez años más joven. Se vale bien y yo no estoy achacoso. Después de la fiesta decidimos juntar, en el último tramo, nuestras vidas y nos hemos quedado en el pueblo. Aquí se saborean mejor los recuerdos y las nostalgias.

                               Repican las cantarinas campanas  de las Monjas. Vuelve a ser Nochebuena. Ni sé cuántas van ya.  La Iglesia está cerca. Nos abrigaremos. Remedios y yo volveremos a la Misa del Gallo del dos mil, que me hará revivir la del 39, la de Rosario.. El mensaje del Niño ¡es tan coincidente con lo que mamé en el hogar!.  Su Sermón de la Montaña, ¡tan coincidente con lo que ha querido ser mi vida.....!.

                              ¡Además!, el autor de una Doctrina tan fraternal,, ¿por qué no puede ser Divino? Y ¡qué sentido tiene esta vida si no....!. y, ¿por qué no, cuando se cierren mis ojos a está luz, no puede aparecer Él radiante,  tras el túnel de la muerte, acogiéndonos en la infinita Paz......?.

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                  P.D.- Espero esté gozando de esa paz.