Me lo acaba de decir Sarita: -Que hoy Abundio y Lola celebran sus Bodas de Oro. Que lo sepas por si quieres asistir.
-¡Cómo no "florita". Muchas gracias por darme la noticia. Hoy no voy al melonar, que se esperen los abrojos, me quedan pocos. ¡Cómo no acompañar a nuestros amigos del alma, de toda la vida...!
Y de golpe me invaden los recuerdos: Acción Católica, primavera del año 1957. Crucina Allende, y don Modesto habían organizado, muy en secreto para el domingo, con las chicas una excursión en autocar a la Santa Espina. Alguna hermana se debió chivar, y entonces, a los mayores: Luciano, Riaño, Pacucho, Abundio… se les ocurre la idea de ir también nosotros, “los jóvenes”, en bicicleta. Esta decisión la tomaron cuando se enteraron, el sábado anterior.
A Abundio, su padre, por eso de ser
el mayor, (de lo que se aprovechaba Mariano) le había encargado de cerrar la
sangría en el malecón del río, lindando con la finca de “La Culebra”, que
entonces ellos traían en renta. Recurre entonces a los más amigos, Evencio y
servidor. Nos facilita picos y palas, y, en hermosa noche del mes de mayo
tapamos el corte en el malecón y nos fuimos a la cama.
Preciosa la mañana primaveral.
Carretera de Madrid los cinco citados, el menda, y Eloy “Barril”, Antonio “el sastre”,
Jesús Boyano y no sé si alguno más que no recuerdo.
En flor
los algarrobales en Villanueva de los Caballeros. Ahí tenía Abundio un amigo,
compañero de trabajo en el “Monte de las Pajas”. Nos lleva a la bodega. Nos
saca chorizo, pan y un clarete fresquísimo. Yo tenía sed y era un pipiolillo,
el benjamín del grupo. Dicen que me emborraché. Lo cierto es que subiendo la
cuesta de Villagarcía empecé a sentirme mal. Llegué a la Espina malísimo con el
estómago muy revuelto. En esas circunstancias se lo dijeron a don Modesto y,
previa reprimenda, me recogieron en el autocar. Desarmaron la bici y me la
trajeron los que tenían transportín: uno el cuadro y otros dos las ruedas.
Me atendió mi prima Nana. Pasada la vomitona me
dieron agua y algo de comida, y me sacaron un cantar. Aquello de :Agapito se puso malito / de cuentitis casi
se murió / pero al verse montado en el coche / enseguida se resucitó. Otra
adolescente, de preciosas coletas rubias, hermana de Riaño, me dio agua y un
poco de fruta.
No sé si por aquel entonces no andaría ya Abundio
detrás de Lola y esa fuera la oleta de preparar la excursión. Lo dudo pues,
como buen Ansé, era conquistador y por aquellas fechas tuvo varias novias;
episodios glosados por “Luci el Tobo” en un refrán por San Antón.
Y estoy llorando (saben cómo me parezco al
predicador de Semana Santa). Es la emoción de toda una vida de recuerdos:
aquella compartida religiosidad, aquella sincera espiritualidad de los años de
Acción Católica, de los “Cursillos de Cristiandad”; de su marcha a la Granja
Florencia, del viaje en las respectivas "Vespas", compradas con el primer dinero de cuando ambos ya dábamos clase, a Villar de Fallaves con nuestras novias, Lola y
Sarita, a ver la iglesia y a su amigo Joselito, con el consiguiente escándalo en el pueblo y bronca del consiliario.
Se casan un día de abril del “sesenta y cinco”, y les cantamos el himno de A.C. Vuelven de
Granja Florencia, abren el taller, “Hnos Gallego”, Abundio y Marcial. Paulita y Lola comparten la casa que fuera de
la “señá” Aurelia, “La Tachuelera”, hasta que la llenan de niños.
¡Cuántas alegrías, cuando ya un poco libres de biberones y pañales nos juntábamos la panda,
en cualquier casa, en la peña “La Queda”, en la bodega de los Mirandas…, cuánto
nos tenemos reído!
¡Cuántas penas
compartidas!: el susto del accidente en la curva de Benegiles, y, buena gana de
seguir.
En Abundio y en Lola se está cumpliendo con
creces la bendición bíblica: -Que el
señor os bendiga e ilumine vuestros rostros, que conozcáis a los hijos de
vuestros hijos hasta la tercera generación.
Y ¡qué generación!: María, Carlota, Rodrigo, Adrían,
Álvaro (uno va para Messi), Daniel, Sara Victoria, y lo que está camino. Nos
ganan, de momento, por siete a seis. ¡Claro!: así cualquiera, viniendo tres de
un porrazo.
Amigos de corazón. Ya me voy a cambiar para estar
con vosotros, como tantas veces, con
Loli, Inmaculada, Rocío, Zosi, en la iglesia de las Monjas. Sabéis que Sara y
yo os queremos, que nuestro mutuo afecto es como un roble viejo, bien
enraizado, al que no derriban los vendavales. Que ni siquiera tengo celos de
que Abundio sea mucho mejor hortelano que yo, que ni se le ponen talludas las
lechugas porque nuestra amistad es siempre tierna.
“Juventudes
católicas de España,
galardón del
ibérico solar,
que lleváis
en el fondo del alma
el calor
del más cierto ideal”...
¿Os suena?
¡Qué lejos… y qué cerca!
2 comentarios:
Amigo Agapito…Que bonito, Has hecho con soltura lo que es muy difícil para los demás, he ahí la señal de tu generosidad con Abundio y Lola; has hecho lo que es imposible al talento, has demostrado una vez más ese signo de un genio y un gran amigo.
Siempre reconoceré que por encima de tu talento están los valores comunes: disciplina, amor, sensatez, pero, sobre todo, tenacidad.
Un abrazo.
¡Muchas gracias hombre!
Después de la otra noche no te he vuelto a ver. Mi saludo cordial.
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