martes, 11 de diciembre de 2018

LA CONSTITUCIÓN Y LA PURÍSIMA o la purísima Constitución.


       El pasado fin de semana he vivido de lleno, consultándola, para intentar que se cumpla, la celebración de la Ley de Leyes.

       De la otra fiesta, tan importante, la de La Purísima, ya se lo cuenta todo en abundante reportaje fotográfico, La Opinión de Zamora. Les confieso que ha menguado mi fervor de hasta no hace tanto. Ya saben: la utilización de unos sentimientos tradicionales para el manoseo  y el provecho político. Ya saben: la falta de valores, no solo Cristianos, sino cívicos y morales de tantos de los participantes en la procesión, presidida por las autoridades militares, civiles y religiosas, y menos mal que no fueron los "Quintos" con sus bombazos. Sé que existen personas a quienes les parece bien, porque es una tradición, porque le da solemnidad. Lo malo es cuando los presididores no son ejemplares.

      Ya de joven, dentro de nuestro Cristianismo militante de  Acción Católica (hay que ser tan malo como ignorante para  reprocharme en el periódico cuando la reprobación, haber pertenecido a ese movimiento) deseábamos la desaparición de las connivencias entre la Iglesia Católica y el régimen. Y estas reminiscencias, esta mezcla entre lo civil y lo religioso en la actualidad es una  antigualla que no se tiene en pie, y en vías de extinción. Ya ni siquiera vienen todos los alcaldes de los trece pueblos. Elogiosa la presencia de alguna alcaldesa proletaria, vestida con la sencillez de su clase.

      Ya va siendo hora de separar lo religioso de lo civil. ¡Todavía lo que tiene tradición...! Pero lo de la  "ofrenda floral" de los quintos a la Virgen, es una moda reciente, sin justificación. ¡Todavía si guardaran las formas y fueran respetuosos con la ceremonia religiosa, con las creencias y el indudable fervor de quienes asisten a la Novena...!

      Siete de diciembre pasado. Víspera de La Purísima. Fiesta de los quintos, ahora que ni los tallan ni es obligatorio el servicio militar. Fiesta no tradicional. La tal lo era en la Noche Vieja, y madrugada nueva del año anterior en que  entrábamos en quinta, cumplidos los veinte años. Consistía en andar haciendo el gamberro por el pueblo: tocar la Queda y tirar unos pocos de aquellos cohetecillos de antes de "chis púm". Y, si nos pasábamos, acabar en el Juzgado. Por supuesto que todas las niñas en la cama. ¡Bueno sí!. ¡quintas en aquellos tiempos..!

      Volvamos al pasado día siete. Pues es moda creo de este Ayuntamiento, para civilizar a los quintos que, en los tiempos de Carmen se pasaban toda la noche soltando bombazos y embadurnando las fachadas, creo para civilizarlos, integrarlos en la fiesta. Se ha conseguido algo muy positivo: que dejen de martirizar por la noche a quienes, la mayoría, necesitamos dormir. Y ya no  embadurnan fachadas. Positivo.

      Pues encienden antorchar en el Ayuntamiento y con ellas desfilan hasta la hoguera y la prenden. También, parece ser, repartes sopas. Pero, antes de eso, van a la Novena a llevarle flores a la Virgen.

     Como ahora son quintos y quintas, y se suman los no residentes, la mayoría, hijos o nietos de villalpandinos ausentes, pues este año andaban por los treinta. Anduvieron desde el mediodía por las calles del pueblo con una charanga desafinada y lanzando ni sé las docenas de cohetes de gran potencia. De esos que asustan si no se esperan.

     Se les hizo tarde para ir a la Novena. Se presentaron poco antes de la Consagración. Ángel, el buen párroco, parece ser, me lo han contado, paró la Misa. Puso un jarrón en la vera del altar, cada uno fue dejando su rosa. y volvieron al sitio, bancos de la izquierda, donde se habían sentado nada más entrar, sin santiguarse ni nada.

    Dado que, ni siquiera por respeto al resto de los fieles, guardaban la compostura, don Ángel les admonestó. "Que para estar en la iglesia de esa manera era mejor se salieran. Estuvieran fuera".

    ¡Pues se salieron! Todos menos dos. Quienes siguieron la ceremonia con dignidad: una chica, (no la conozco, pero por el detalle me resulta digna hija y nieta de tales padres y abuelos). Magdalena de la Puente y su marido, Alejos e Isabel Morales;, y un muchacho encantador, Hugo,  hijo de nuestra sobrina Inma Miranda, nieto de Cesáreo y de Rosi. Aunque sea manido me agarro a pensar que su abuela le sonreía desde el cielo.

    Creo deberían suprimir esto de la ofrenda floral de los quintos. Salvo excepciones, estos chicos de la Logse, de la Educación para la Ciudadanía, son poco respetuosos con los sentimientos ajenos.

     Les prometo en próxima entrada seguir con la justicia y la Constitución y otras leyes que nos hacen a todos los ciudadanos iguales ante la ley, y consagran que los jueces no son ni divinos, ni omnipotentes, aunque lo parezcan.

.P.D. Que, a pesar de los pesares, todavía me emociono con el "Villalpando y su tierra gloriosa", Que le he cantado a Sari, "Viva la Virgen nuestra patrona"; que recuerdo, "Oye mis clamores" y "Señora a tu templo"; que me perdura el sentimiento de mis mayores, y recuerdo con emoción tanta ceremonia sincera con don Tomás en la Iglesia de San Pedro.


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