martes, 26 de junio de 2018

LAS FERIAS DE 1959.


           Todavía las Ferias y Fiestas de aquel año lo eran de trillos, tornaderas, bieldos, tablones, cuartones, ferial de ganado,  redes, guindas, retratistas, trileros, barcas, casetas de tiro al blanco  el  primer remolque de cuatro ruedas, en madera, construido por el Sr. Silvano para Covera, rifas de la cachaba gigante, los pueblos llenos de gente, la plaza, las Angustias, San Nicolás, el yegüarizo llenos  de aldeanos..;  eso es lo que no recoge todo el programa festivo. que copiamos y comentamos a continuación.





               Aquel año se inauguró el Bar la Granja. No era más que una pequeña habitación de la primera casa de planta baja de Ismael, y unas mesas en la portalada. La nacional era mucho más estrecha. Aquel año bebí el primer refresco de naranja frío. Recuerdo que fue un "Trinaranjus", que me costó un duro. Toda la propina de aquel día, y me supo a gloria y a poco.


           El día era de trabajo. La cosa se animaba a la postura del sol y un par de horas por la noche. Hasta las doce de entonces, como mucho. Casi todo el mundo a la cama que habíamos de estar frescos para el día siguiente.




       No se pierdan la publicidad. Los anunciantes son de sobra conocidos.




       Participé en aquella competición ciclista, con una bicicleta normal, de carrera. La meta estaba en la carretera general, frente al antiguo cuartel de la Guardia Civil, luego Cruz Roja. Salíamos en dirección Madrid, girábamos a la izquierda, por la carretera de Quintanilla., piso de tierra, que transcurría entre eras, sin una sola edificación; cruzábamos por entre la Puerta de Villa y laguna Redonda, calle Olleros, también sin asfaltar, carretera de Rioseco, que idem, a salir a la general, junto a la casilla. Eso era lo único asfaltado. Ya no recuerdo cuántas vueltas dábamos a ese circuito. Yo corría con una bicicleta azul normal, sin cambios, comprada donde la Zaurila que, haciendo un esfuerzo enorme, un par de años antes me habían comprado por 1.250 Pts. Se me estropeo en la primera vuelta. Me parece que la carrera la ganó Laureano "el Ducho", que sí tenía bici de carrera.



     
        De esa novillada sólo recuerdo que me colé, escalando por la parte de atrás hasta la ventana abierta en la pared del viejo castillo. Cuando paso y veo la altura, me da miedo.



          Ese taller de bicicletas, en una habitación que también era cantina, fue el inicio de una gran empresa de venta de maquinaría agrícola.


       
     ¡Qué les voy a decir de los bailes donde los Mantecas y en la pista de Torti..? El del cine, en sesión vermut, quitaban las butacas que eran móviles, con "vocalista animadora", eran sólo para la alta sociedad. Los demás,  ni asomarnos




       Les remito a la relación más amplia en mi libro "Aquellos Pueblos". Los villalpandinos de cierta edad guardamos de aquellos dos días el más grato de los recuerdos. Que lo disfruten.

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