sábado, 30 de octubre de 2021

CON MUCHA AMISTAD A RICARDO HERNÁNDEZ BLANCO.

 

      De casualidad, pues rara vez lo hago, ayer entré en Facebook. Me sorprendió encontrarme con un recordatorio del 85 aniversario del asesinato de una señora, luego de otra y otros más, cometidos contra contra dos mujeres y varios hombres de Villalpando. (Si quieren saber nombres, fechas, circunstancias puede ir a "La otra historia de la villa")

    Le respondí en dicha red social, no para contradecirle, sino para matizar. Lo que me sorprendió es que citara a dos personas del pueblo entre los responsables. Luego, en otro mensaje, me aclara que él lo ha copiado de otro foro sobre historia.

     En mi afán de poner paz, sin  olvidar y conociendo lo ocurrido, sobre aquel conflicto copio mi respuesta a continuación:


Facebook.

 

Agapito Modroño Alonso

Amigo Ricardo: Me ha sorprendido y estremecido tu comentario, por las personas a quien mientas en los mismos.  Una cosa es la transmisión oral, las murmuraciones y otra la verdad histórica. Cuando yo rescaté del olvido a las víctimas de la represión en Villalpando, vivían hermanas, hijos, sobrinos de las víctimas. Fui muy cauteloso. Callé señalar como culpables a nadie del pueblo, aunque por transmisión oral eran muchos los señalados, pero no siempre coincidentes.

    Te recomiendo leas mi relato "El Jornalero"; aunque con cierta ficción se basa en un hecho cierto: el protagonista, "Jornalero", era hijo de Matea. Ahí está mi filosofía sobre el pacifismo.

     Por aquellos años la situación socio-económica de España era penosa: había poco y encima estaba mal repartido. Las masas jornaleras oprimidas, en el comunismo, el anarquismo, en la revolución, veían la solución. Había otras gentes de izquierdas democráticas, pero eran los menos.

     Por el otro lado estaban: los aristócratas, terratenientes, la iglesia y gran parte del ejercito. También, no hemos de olvidarlo, eran de derechas la gran masa de clase media campesina de medianos, incluso pequeños labradores, trabajadores, autónomos que cogían algún obrero en el verano; porque eran católicos, y comían, aunque sólo fueran garbanzos, pan y tocino; mientras los jornaleros, a temporadas, pasaban hambre. 

      Eso se veía en las elecciones: en las del 31 ganó una coalición republicano-socialista que aglutinaba a partidos centristas de izquierdas y derechas, cuyo único nexo de unión era el republicanismo.

    En las de 1933, primavera vez que votaban las mujeres, ganaron las derechas.

     En las de febrero de 1936, el bloque de izquierdas, aglutinado en el Frente Popular, no le saco tantos miles de votos al de derechas aglutinado en torno a la CEDA.

    Sin menoscabarlos por ello, te aseguro que la gran masa izquierdista, agrupados en el Frente Popular, (los anarquistas, FAI, CNT no se integraron, no querían elecciones, querían ir directamente a la revolución) anhelaban, luchaba en la guerra civil, y ya de antes, por establecer una dictadura del proletariado. Había triunfado en Rusia. Ese era el modelo. En ese espejo se miraban. Está calando la falacia de que luchaban por la democracia. Luchaban, y los comprendo, por la revolución. Está en miles de libros, de pasquines, de canciones.           · 


Respuesta a su contestación en Facebook


Amigo Ricardo: Antes de leer tu respuesta ya mi hermano me había informado que ese texto está copiado de un foro de historia, como tú ahora me indicas. 

    Aparte de lo anterior quiero continuar con mis reflexiones.

    Supongo que los autores del artículo que tú copias, tengan fuente documental. De los represores de Zamora capital, Hernández Comes, Segundo Viloria, etc. es de sobra conocida su actuación. Más difícil es precisar quiénes eran los del pueblo que hacían las listas. 

      A mí no me ofende tu información. Es justo recordar a las víctimas. Conocer bien aquel horror, basado en la injusticia, en el cainismo. Siempre he sentido compasión por las víctimas, más por las de mi pueblo, entre ellas un hermano de mi padre.

      Fíjate que me crié con Serapio Veledo, hijo de Froilán. Rescaté del olvido, con mucha compasión, a los represaliados en Villalpando. Ello nos costó participar en una herencia. Ahora bien: mi desacuerdo está en que no se tenga la honradez de estudiar el conflicto con objetividad. 

      Hemos pasado de los años de la dictadura, en la que los malos eran "los rojos", que asesinaban a curas, monjas, propietarios, o por ir a misa o llevar corbata y sombrero, a la actual situación en que sólo se habla de la represión en el bando franquista. Bien es cierto que la de estos, por ser los vencedores, fue mucho mayor. Faltó compasión. Sobró mucha crueldad en la posguerra por parte de Franco.

   Durante la guerra, y algo ya antes, horror hubo en las dos zonas. Fueron muchas más las víctimas en las retaguardias que en los frentes de guerra.

     Desde Gironella cuando tenía 18 años, hasta la fecha, he leído gran parte de lo escrito sobre la contienda. Ahora estoy releyendo un libro que te recomiendo: "Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie", de Juan Eslava Galán.

     Pero sobre todo conversé mucho con quienes vivieron aquello, de una y otra ideología, con quienes estuvieron en la guerra. La mayoría, los de esta zona "nacional", soldados de reemplazo llevados a la fuerza: mi padre, otros tres hermanos (uno no volvió) y otros tres hermanos de mi madre, el menor llevado con 18 años. 

      También te recomiendo "Línea de fuego" de Arturo Pérez-Reverte. Narra, dentro de la batalla del Ebro, la toma de un cerro, de un pueblo. Es una novela cinematográfica, llena de acción, llena de sangre. En esa narración no faltan las pinceladas de las distintas personalidades de los combatientes. En ambos bandos los había idealistas y crueles. 

      Hay que distinguir entre el "terror rojo" y "el terror azul": en la zona republicana la represión fue muy anárquica, espontánea, desorganizada; cualquier grupúsculo con fusiles asesinaba a quienes les parecían; los encarcelamientos tenían algo más de organización, así como las grandes matanzas, la de Paracuellos, por ej.; todas esas muertes se hicieron de espaldas al legítimo gobierno de la república, y con el enorme pesar de Azaña, de Giral, de Indalecio Prieto, de Besteiro...; en cambio, los fusilamientos ejercidos por los "sublevados", estaban planificados desde arriba; el primero en ordenarlos fue el Gral. Mola. Desde los Gobiernos Militares se cursaban órdenes para que en cada pueblo, al menos, se fusilara a cuatro izquierdistas.

    De aquello debemos sacar la lección de buscar lo justo, del diálogo, de la concordia. La lección de rechazar la existencia de una excesiva clase política, de sus sueldos excesivos; de la corrupción, de los fraudes y paraísos fiscales; la lección de que nadie quede en la calle.

   Un abrazo, amigo Ricardo. Tu padre y yo nos teníamos verdadero cariño.         

1 comentario:

Administrador dijo...


Lo de Paracuellos, 2.400 víctimas, militares la mayoría, con las tropas nacionales a dos pasos, en la Casa de Campo, no está claro de quien partió la orden. Fue dentro del PCE, el responsable de Orden Público era Santiago Carrillo, con 20 años entonces. Siempre, también en sus memorias, lo negó. Debemos creerle, aunque luego su amistad con el criminal Ceaucescu nos haga sospechar. De todos los modos las fuentes más fiables culpan a delegados rusos con cargos en la organización republicana.