miércoles, 15 de abril de 2020

¡OJITO, OJITO!


   Tengo algún elemento de juicio, no confirmado, de que el virus, no quiero ni mentar su nombre, sigue por Villalpando.
   He dudado mucho si advertirlo, por eso de que alguien piense que tengo afán de notoriedad. Si me decido es porque creo que puedo prestar un servicio.
   Puede que estos días pasados yo haya contribuido a cierta relajación. Por eso también, ahora aviso.
Vuelvo a recordar que di la voz de alarma el día 11 de marzo, que en días sucesivos propuse medidas excepcionales que no se tomaron. Tengo información de que anda excesiva gente por la calle. Sé de uno que sale, tres veces al día. Primero a por pan, luego a la compra, luego a por tabaco.
   La pasada semana el Ayuntamiento publicó un BANDO muy severo, recordando la obligación de guardar el confinamiento, Creo que los incumplidores ni lo han leído. Sería muy conveniente informar al colectivo de inmigrantes.
    Y como la lectura y escritura ayudan en este tiempo difícil, digo con la semblanza, en síntesis,  de estas personas tan influyentes en nuestra reciente historia:

   DON MANUEL AZAÑA:   Enorme intelectual, Sobresaliente en su tesis doctoral de derecho, participó en la vida política, empujado por sus amigos.
    Cierto que desde muy joven le preocupó la situación de España, cierto que investigó, leyó, escribió las causas y posibles remedios de la situación, intentando, como intelectual influir, pero sin pensar en tomar parte activa. Y, vaya si la tomó, aunque siempre pensando dejar el tren en marcha, y apearse en la primera estación.
   Él fue el promotor del Pacto de San Sebastían del que salió el acuerdo de la II República. Los acontecimientos se precipitaron tan rápìdamente, que no le quedó más remedio que ser Primer Ministro republicano, con un compañero de colegio, republicano de derechas, Niceto Alcalá Zamora como Presidente.
  Fundó el partido Izquierda Republicana, para aglutinar a todo el espectro político de centro izquierda. No les voy a cansar contando su amplia biografía. Además de ésta de Paul Preston he leído unas cuantas más. Quiero bosquejar el cuadro con tres o cuatro brochazos.
   Buscando un lema para él, podríamos decir: racionalidad y moralidad, entendiendo este concepto como justicia, ética. Imposible en aquella España tan cainita, visceral, inculta, con tantos intereses contrapuestos, hacer valer sus ideas de modernidad.
   El "diecinueve de julio", dimitido en la mañana de aquel día el pusilánime primer Ministro Casares Quiroga, nombró a Diego Martínez Barrio, un republicano centrista, para intentar parar a los sublevados, y ordenó contactos con los mismos, para hacerles concesiones y parar aquello.Él mismo habló en dos ocasiones con el Gral Mola, Jefe de la sublevación en los primeros momentos. Nada consiguió. Martínez Barrio dimitió en la tarde de ese día.
      Azaña,  Presidente de la República (era como ahora el rey) evitó nombrar como Primer Ministro (lo que es ahora Presidente del Gobierno) a alguno de los líderes más significados de izquierda, Indalecio Prieto, por ej., para intentar apaciguar a los sublevados, y ordenó formar gobierno a uno de los suyos, más bien desconocido, José Giral, aunque en realidad quien empezó a mandar, a tomar to las decisiones, fuera  Indalecio Prieto-
    Fracasados totalmente sus intentos de parar el alzamiento, triunfante en bastantes capitales de provincia, de evitar el derramamiento de sangre, no les quedó más remedio a Giral y a él, que permitir la entrega de armas a las masas proletarias vociferantes en las calles de Madrid, Barcelona, Valencia,...
   Luego, en los primeros días, ante la proximidad de los "nacionales" que habían tomado el Alto de los Leones  a Madrid, el Gobierno de la República se trasladó a Valencia.
   Azaña, durante la guerra, empezó a ser una figura decorativa. El poder real estaba en manos de los milicianos y sus Jefes. Y si no dimitió fue para intentar mantener la legalidad republicana, y para intentar, en todo momento, buscar la paz. Sus gestiones ante los gobiernos de Francia e Inglaterra fueron infructuosas.
   Su discurso a principios del 38 que terminaba con la frase; "PAZ, PIEDAD, PERDÓN", ha pasado a la historia.
   De Valencia a Barcelona y de ahí a Francia. Enfermedad, calamidades. Franco intentó extraditarlo, para juzgarlo. ¡Qué horrible! ¡Pobre hombre, según estaba!
   Murió, a los sesenta años, en Montauban el 3 de diciembre de 1940, dejando un legado de inteligencia, honestidad y buenas intenciones.
 
 

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