lunes, 18 de julio de 2016

A LA ESTEPA CEREALISTA


   este 2016, ¡qué tarde va siendo para los de los cuarenta!, le dio por "enrejar".

   El otoño del quince se portó de maravilla: después de la sequía primaveral, y salvo dos tormentas en el verano, las lagunas estaban secas, los campos sedientos, llegaron los ábregos a finales de septiembre. Borrascas cada poco. Las tierras cogieron el tempero óptimo, ni una gota dejaron escurrir, se purgaron los campos; la sementera a placer.

    Diciembre cálido y seco, otoñada desconocida. Se segaron algunas alfalfas para ensilar. En enero le dio por llover. Sabiendo lo que después caería en abril y mayo, se la podía haber ahorrado. La única pega que se le puede poner al año, (se entiende el año agrícola de septiembre a julio) ha sido el exceso de lluvia. Algunas parcelas han fallado por los encharcamientos. Pero, aún así, se están obteniendo producciones nunca vistas.

    Ayer  me hablaron de dos parcelas de cebada en Villafáfila, de 20 y 30 has. respectivamente, que han salido a 7000 Kg/Ha. Cuando me hablaban de esos rendimientos mis parientes de la Argentina, me costaba creerlo. Parcelas de 6.000 kilos hectárea, en cebada, hay bastantes.

    El trigo sale peor. A los mejores le atacaron hongos sobre todo, e insectos. Aún así, uno de los nuestros, ha salido  a 5.500 kilos.

    Tomando información de unos y de otros, Viendo la movida en Agrinza, estimo que la media en cebada supera los 4.000 kilos hectárea. En trigo es posible que no llegue. No granó bien y se quedó con poco peso específico: 720 gramos/litro. Las cebadas bien, en su línea, por los más de 600 gramos. La sorpresa ha sido en la avena, en nuestro caso y en los demás. Su densidad (peso específico) normal anda por los 450 gramos. Este años están saliendo alrededor del 54 %. O sea: 540 gramos litro; 540 kilos metro cúbico.

     Contando con el tiempo, que es igual para todos, para esas tan altas producciones es necesario que la tierra tenga nutrientes. Los fertilizantes químicos, abono mineral, es imprescindible. si bien solo a base de éste, no se puede llegar a esos techos de producción. Las parcelas donde se llega e incluso se sobrepasan los siete mil kilos, tienen, además de mineral, estiercol.

     Ocurre que existen algunas, si bien pocas, explotaciones mixtas, ganado hectáreas, o compran el guano, del que existen grandes cantidades. Con enormes palas y esparcidores gigantescos, se pueden poner negras bastantes hectáreas cada año. Además le echan mineral, y si viene a derecho, pues ya está. Claro que si falta el agua...

   ¡Bueno!, y ¿adónde va el cosechón de cereales, más el de colza, veza, guisantes de la comarca? En su mayoría a la Cooperativa, a Agrinza. Dos millones de kilos están entrando cada día, a la vez que salen setecientos mil.

   Quienes conocimos las colas de carros en la panera de Calderón, con seis carguicas, doce sacos, el que más, apenas mil kilos, apreciamos la diferencia.

   Pero si es que hasta hace cuatro días, cinco o seis años, las colas en Agrinza llegaban hasta la carretera. Todavía quedaban labranzas más pequeñas, tractores y remolques idem. La medía por pesada, por cada vehículo, andaba por los siete mil kilos. Si es que ahora viene cada tractoraco con unos jumentos de remolques bañera de hasta veintipico mil kilos. Además de camiones desde la cosechadora.

   Ando por allí con frecuencia. Aquello da gusto: un goteo incesante de los que llegan y marchan, báscula informatizada. No llega a tres minutos, coger la muestra, analizarla, pesar...: -a la piquera primera, a la segunda, entra en la nave tres y bascula.

   Y el tractorista ni se baja del tractor para descargar, ni le pica el polvo de la cebada. Acciona desde la cómoda cabina, isonorizada, donde el aire que entra es filtrado y fresco, los hidráulicos que abren la puerta de atrás, que elevan la caja.

   Ese ritmo continuo de grano y grano se puede mantener gracias a la ampliación del sistema de recepción en las naves y en los silos. La cooperativa está abierta de ocho de la mañana a diez de la tarde noche, ininterrumpidamente los siete días de la semana. Las piqueras están tragando más de 140.000 kilos a la hora...

   ¡Qué maravilla Agrinza y nuestra asociación con Cobadú, el gigante de Moraleja! Dieciocho camiones salen diariamente de aquí para allá. Treinta millones de kilos (en el silo viejo cabían cuatro millones)  caben entre toda las naves y los botes. Todo estaría ya lleno si no fuera por lo que se va donde "Rafa".

  Cuando a lo largo de mi vida he tenido que tomar decisiones, superar retos, pelear batallas, me anima el buen logro de mis afanes.

    Recuerdo que en el 2008-09, Agrinza estuvo al borde la quiebra, integrados como estábamos en una cooperativa de primer grado, ineficiente, sin valor añadido, con muchos sueldos, que se llamaba Coreccal. Aquello se desintegró. ¿Y ahora qué hacemos?

   Lo vi claro: ¡Cobadú!

    Contacté con "Rafa". La idea le pareció fenomenal. Se lo expuse a algunos socios. Con razones tontas, se oponían.  Agarré algún cabreo. En uno de esos, fui y le dije a Nacho. Dame de baja.

    -¡Para, que vamos a convocar asamblea. Vas y lo defiendes!

     Otra bronca con el más tonto de la cuadrilla. No es de aquí.  Menos mal que la cordura venció a los prejuicios. El apoyo a la idea por parte de la nueva Junta Directia, sobre todo de su presidente, Vidal Gutiérrez, fue unánime.

      El resultado está bien a la vista. No sé si existe empresa que con cuatro empleados (canela en rama) tenga tanta facturación y beneficios. Si hasta salimos en los medios por tener la gasolinera más barata de España.

      Estoy orgulloso de que, desde hace unos años, mi hijo, endenantes, cuando Agrovico, servidor, pertenezca a Agrinza

 

 

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