Perdona "Isidrín" (así te llamaban tus padres) que no haya recogido antes tu comentario. Como me mandan tan pocos, muchos días se me olvida mirar.
Ahora al leerlo, es tan tierno, tan sincero, que no dudo en subirlo a la cabecera, como Nueva Entrada. Te confieso que cuando mi hermano me dio la noticia, sentí tristeza. Luego me quedó el consuelo de que igual que la casa de la calle la Fuente, será siempre, para mí, la de mi tío Paco, la de calle Silera, 4, será siempre la de "la Carrisia". Sé que mantenerla, pagar impuestos y tasas es más caro que pagar los pocos días que, por desgracia, vienes al pueblo. ¡Pero..! Tú sabrás. Y, ¿ese valor sentimental?
MUDANZAS. : Sobre Villalpando y Comarca
Antonio-Isidro de Caso Crespo
Buenas tardes amigo Agapito. Te he leído con ternura y sentimientos compartidos. Te mando este escrito, porque considero que tu blog, es un periódico de información y quiero que lo sepas.
Solo con el corazón y ternura se puede leer claramente este correo. Con pena de despedida de la calle Silera número 4.
Se ha vendido “la casa de la abuela”. Cada pared y rincón de esa casa de “la Carrisia” y de Isidro el pastor de “los Chicharros”tiene su enjundia: nacimientos, vivencias y recuerdos con mucha historia; el corral, con todas las tapias de barro en ruinas, ahora patio, las habitaciones que fueron testigos de mi niñez, mis sueños…
Ahora son días muy tristes, que nunca pensé que llegarían, estas sensaciones tan llenas de sentimientos. Yo nací bajo su techo, también Fernando, Jacin hijos de mis hermanas, el único hogar que conocí hasta los 14 años. Desde entonces, ha sido mucho más que paredes y ventanas. Ha sido el escenario de todos mis recuerdos más preciados, esos que con el tiempo se vuelven más valiosos. En esta casa de la calle Silera número 6, ahora 4, di mis primeros pasos, en un “taca ta” hecho con ocho palos y cuatro ruedas, que después usaron mis sobrinos Ferndo y Jacin, sentí las primeras caricias de mi madre, de mi padre y de mis tres hermanas, compartí secretos, construyendo mundos imaginarios entre sus paredes.
Cada rincón de esa casa, aunque muy reformada, guarda una historia. La calle donde jugaba hasta el anochecer, las habitaciones, el cuarto de los chorizos, el corral, que fueron testigos de mis sueños y mis pesadillas, el salón, donde nos reuníamos todos a comer dos días, cuando mis hermanas se casaron, sin saber que esos momentos simples serían los más valiosos.
Y no puedo evitar mi tristeza y las lágrimas están brotándome por la cara. Al dar las llaves, al nuevo propietario, es como si mi vida hubiera hecho un guiño, de una despedida simbólica, como si quisiera recordarme que un trozo de la vida se me ha ido, siempre vivirá de mi corazón. Hermanas, hijos, nietos, bisnieto, sobrinos, sobrinas..., sé lo que esta casa significa para todos. Aunque para algunos no haya sido el primer hogar, si fue el lugar donde realmente construisteis una vida.
Pero quiero que a través de este escrito sepáis que cada rincón lleva el esfuerzo y el sacrificio que hicieron, primero mis padres y después yo para tener un lugar lleno de amor y recuerdos. No sólo levantaron una casa, sino un refugio que nos cuidó y protegió a todos muchos años, aunque no fuera últimamente muy visitada por todos vosotros.
Escribiendo este mensaje estoy sintiendo mucha tristeza y pena por la despedida, es natural, pero quiero que sepáis todos, que esta casa que hemos mantenido mis padres y posteriormente yo, que hemos transformado, no se va con la venta de estas paredes. Todo sigue vivo en nosotros, en los recuerdos, en el amor que compartimos. Lo que nos regalaron, conocimos y vivimos en esta casa no desaparece.
Lloro hoy, sí, porque es el cierre de un capítulo enorme de mi vida, de mucho trabajo y esfuerzo desde que me la dejaron de herencia mis padres. Lo hecho en esta casa vivirá por siempre en mi corazón. A toda la familia de Caso Crespo les doy las gracias por haberla llenado de tanto amor. La despido, pero lo que me dio, lo llevaré por siempre en mi corazón.
9 de septiembre de 2025, 15:09
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