miércoles, 24 de septiembre de 2025

CARTAS DE LA FAMILI MODROÑO CHIMENO DURANTE LA GUERRA CIVIL. (IV)

 


                        CARTA DE MARÍA CHIMENO A SU HIJO GIL-AGAPITO.

De Maria

Querido hijo no agas caso de lo que

te digan de Mateo esta en Zamora

nose si bendra compermiso un dia de

estos mañana iran a Cenecinos para

empezar atra bajor tu no pienses

en estas cosas ya seapagado una letra

de la bajo de tizos 1060 a robas de lo

de mas ya se a regralra Agatito me a

dicho Alejandro Alejos el sombrerero

que te diga que esta en esa su hermano

Pedro que agas por conocerle sinmas

que decirte tu Madre que te desea tu

bien estar

Maria Chimeno Luna

Cariños si algo necesitas lo discis

 

Firma también (aunque no escribe)

Gregorio Modroño

 

COMENTARIO A ESTA CUARTA CARTA.

La escribe mi abuela María Chimeno, con quien me crie, y con sus hijos, mis tíos Petra y David. Con la que viví hasta su fallecimiento cuando yo tenía ya 21 años.

 

Es patética: “Querido hijo, no hagas caso de lo que te digan de Mateo. Está en Zamora. No sé si vendrá con permiso un día de estos”.

¿A qué no debería hacer caso? Pues al bulo que corrió por el pueblo de que lo habían fusilado por pertenecer al Partido Republicano Radical Socialista, como hicieron con su correligionario y amigo Pedro Alonso, “el Nene”.

A mi padre alguien lo avisó de que estaba en la “lista” junto a Pedro. Cuando se hizo de noche caminó hasta Zamora. Al amanecer se refugió en casa de su tía Eugenia Chimeno, hermana de su madre. El mayor de los hijos de Eugenia, Alfonso Martín Chimeno, se había alistado voluntario en el Ejército. Éste fue el aval que tuvo mi padre para que le admitieran, como “voluntario”, en una Bandera de Falange. En el frente le podrían matar, pero en el pueblo lo iban a hacer seguro.

De todo esto yo me he ido enterando por esta carta, y por mis investigaciones. Nada supe de los cargos de mi abuelo, hasta que un historiador inglés Jhon Palmer, encontró su nombre en el Archivo Histórico Provincial y me preguntó si era pariente.

El ánimo que mi abuela le da por la preocupación económica familiar, al quedar, de los cuatro, solo en casa David: -“Mañana van a Cerecinos para empezar a trabajar”. Ese trabajo era lo que llamaban quemar: destilar el orujo para fabricar aguardiente. Tenían casa y una alquitara en Cerecinos de Campos. Otra en Villalpando.

-Ya se ha pagado una letra del “abajo” de tizos de 1060 arrobas. De lo demás ya se arreglará”.

Los tizos son los trozos de rama de encina procedentes de la poda. Los utilizaban para arrosiar la caldera donde cocían los orujos o las “madres” (racimos de uvas tintas enteros que echaban en las cubas para darle color al mismo y, por lo tanto, fermentaban con el mosto. Cuando vaciaban las cubas los aguardienteros se metían los sacaban y llevaban en pipas (toneles abiertos a la alquitara)

Mil sesenta arrobas eran, para transportarlo en carros, desde la dehesa o el Coto, la importante cantidad de 12.190 kilos.

¿Quiénes trabajaban? David, hasta que lo movilizaron, mi abuelo, mi tía Petra; Josefa Veledo, muy joven,  su hermanico Serapio empezó por entonces, con 14 años, cuando fusilaron a su padre y quedó el varón mayor de cinco hermanas y un hermano. Habría algún obrero más. Sé de Saturio Gil del Sol, “Carponte”. “Garibalde” también trabajó con los Modroños. Me hablaba muy bien del que mataron en la guerra.

También sé que andaba en el transporte Ezequiel Castañón, con el carro.

Observen que en esta carta no hay los “Viva España, ni el Ejército, ni el valeroso Franco” de rigor. Pues no tenían agallas mis abuelos.

 Firma también la carta mi abuelo Goyo, también sin vivas, para refrendar lo dicho por su mujer, que me parece era la que mandaba.


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