CARTA DE MARÍA CHIMENO A
SU HIJO GIL-AGAPITO.
De Maria
Querido hijo
no agas caso de lo que
te digan de
Mateo esta en Zamora
nose si
bendra compermiso un dia de
estos mañana
iran a Cenecinos para
empezar atra
bajor tu no pienses
en estas
cosas ya seapagado una letra
de la bajo
de tizos 1060 a robas de lo
de mas ya se
a regralra Agatito me a
dicho
Alejandro Alejos el sombrerero
que te diga
que esta en esa su hermano
Pedro que
agas por conocerle sinmas
que decirte
tu Madre que te desea tu
bien estar
Maria
Chimeno Luna
Cariños si
algo necesitas lo discis
Firma
también (aunque no escribe)
Gregorio
Modroño
COMENTARIO A ESTA CUARTA CARTA.
La escribe mi abuela María Chimeno, con quien me crie, y
con sus hijos, mis tíos Petra y David. Con la que viví hasta su fallecimiento
cuando yo tenía ya 21 años.
Es patética: “Querido
hijo, no hagas caso de lo que te digan de Mateo. Está en Zamora. No sé si
vendrá con permiso un día de estos”.
¿A qué no debería hacer caso? Pues al bulo que corrió por
el pueblo de que lo habían fusilado por pertenecer al Partido Republicano
Radical Socialista, como hicieron con su correligionario y amigo Pedro Alonso,
“el Nene”.
A mi padre alguien lo avisó de que estaba en la “lista”
junto a Pedro. Cuando se hizo de noche caminó hasta Zamora. Al amanecer se
refugió en casa de su tía Eugenia Chimeno, hermana de su madre. El mayor de los
hijos de Eugenia, Alfonso Martín Chimeno, se había alistado voluntario en el
Ejército. Éste fue el aval que tuvo mi padre para que le admitieran, como
“voluntario”, en una Bandera de Falange. En el frente le podrían matar, pero en
el pueblo lo iban a hacer seguro.
De todo esto yo me he ido enterando por esta carta, y por
mis investigaciones. Nada supe de los cargos de mi abuelo, hasta que un
historiador inglés Jhon Palmer, encontró su nombre en el Archivo Histórico
Provincial y me preguntó si era pariente.
El ánimo que mi abuela le da por la preocupación económica
familiar, al quedar, de los cuatro, solo en casa David: -“Mañana van a Cerecinos para empezar a trabajar”. Ese trabajo era lo
que llamaban quemar: destilar el orujo para fabricar aguardiente. Tenían casa y
una alquitara en Cerecinos de Campos. Otra en Villalpando.
-Ya se ha pagado una
letra del “abajo” de tizos de 1060 arrobas. De lo demás ya se arreglará”.
Los tizos son los trozos de rama de encina procedentes de
la poda. Los utilizaban para arrosiar la caldera donde cocían los orujos o las
“madres” (racimos de uvas tintas enteros que echaban en las cubas para darle
color al mismo y, por lo tanto, fermentaban con el mosto. Cuando vaciaban las
cubas los aguardienteros se metían los sacaban y llevaban en pipas (toneles
abiertos a la alquitara)
Mil sesenta arrobas eran, para transportarlo en carros,
desde la dehesa o el Coto, la importante cantidad de 12.190 kilos.
¿Quiénes trabajaban? David, hasta que lo movilizaron, mi
abuelo, mi tía Petra; Josefa Veledo, muy joven,
su hermanico Serapio empezó por entonces, con 14 años, cuando fusilaron
a su padre y quedó el varón mayor de cinco hermanas y un hermano. Habría algún
obrero más. Sé de Saturio Gil del Sol, “Carponte”. “Garibalde” también trabajó
con los Modroños. Me hablaba muy bien del que mataron en la guerra.
También sé que andaba en el transporte Ezequiel Castañón,
con el carro.
Observen que en esta carta no hay los “Viva España, ni el
Ejército, ni el valeroso Franco” de rigor. Pues no tenían agallas mis abuelos.
Firma también la
carta mi abuelo Goyo, también sin vivas, para refrendar lo dicho por su mujer,
que me parece era la que mandaba.
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