TOMANDO POSTURA
Les cuento
que he debido vencer cierta pereza para
comenzar a escribir: largo desayuno mientras escucho las noticias de 24 HORAS
de TVE; le dedico un buen rato a las tomateras del mini huerto del corral;
viene Danaé a darme los buenos días, tan cariñosa (es mi nietecita adoptiva);
me recuesto sobre tumbona en el porche
de Silera; leo bastantes páginas del libro de Inmaculada Román; frondosos
árboles me prestan fresca sombra, de entre su fronda salen gorjeos de pájaros
(pardales) nuevos, trinos de jilguero o calandria, que no distingo, arrullos de
tórtola…; las golondrinas nidantes donde estaba la aguardientería, entran y
salen; la gata, a la que Leila quiere esterilizar para que no para cada dos
meses, trepa por el tronco del nogal; la adelfa resplandece; Javier,
colombiano inquilino granjero, mecánico,
jardinero…, como todas las mañanas, con apretones de manos, me demuestra su
felicidad… Con todo eso, y la conciencia tranquila, ¿como no estar lleno de un
estado de ánimo sereno, lleno de paz?
Pero anteayer, en el recuerdo a Miguel Ángel Blanco por parte de su hermana, ayer, escuchando el audio sobre “Quien ve su Villa”, decidí que debo seguir, que debo promocionar mi trabajo, aunque sea consciente de mi poquedad, de ser un llanero solitario, veterano y rural. Ya conocen mis principios, mi virtuosa testosterona que siempre me han impulsado a la acción; puede que por los cuentos del “Guerrero del antifaz”, de “Roberto Alcázar y Pedrín” y/o seguro que por los don "Migueles", el manco y el rector.
Debo seguir, y sigo, por hoy
añadiendo solo un bosquejo al cuadro de la cívica protesta.
De entre todas las tropelías del
Sánchez, la más inmoral, repugnante es que para gobernar se apoye, proteja,
claudique, en los hermanos, herederos de aquellos asesinos, tan fanatizados,
llenos de tanta maldad, que tuvieron el
cuajo de apresar a aquel pobre muchacho, tenerlo dos días; llevarlo al monte,
arrodillarlo y pegarle dos tiros en la nuca; dejarlo allí tirado, todavía con
algo de vida…
Les confieso no ser capaz de
escuchar a la Aizpiru. Qué fueron ochocientos inocentes…
Por eso voy a promocionar lo que
pueda mi libro. Pondré mesa algún domingo, donde “Pedro”, con su permiso, que lo tengo y ya lo
hice, en la plaza. El martes me llegará otra tanda de libros.
Que hayan intentado con las “Leyes
Zapatero-Sanchiles”, aunque ahora, con lo de Cerdán, Ábalos, Koldo, David, Begoña,
Sabiniano…, se hable poco de ello, intentado,
digo, reabrir una herida, cicatrizada con el bálsamo de la Transición, para con ello, recibir el apoyo de anacrónicos sectarios odiadores, es un
intento canalla contra el que realizo mi pequeña aportación.
Y no me importa la falta de apoyo
de mi ayuntamiento de derechas. De derechas, sí, qué pasa, la misma democrática
que gobierna en toda Europa, la De Gaulle, Adenahuer, Monet, Churchill, De Gaspari….La de los padres de la UE. Ya vale
de mantras, tópicos, etiquetas, complejos. Debería ser más vergonzoso ser de las
izquierdas simpatizantes de Lenin, Trosky, Stalin, Bakunin, Marx; los Castro, Chaves, Maduro,
Ortega y todos los dictadores corruptos de la América hispana.
Tampoco me importa no encontrar
apoyo en los peperos de Zamora, en la Opinión, que me tiene vetado. Para todos
esos soy incómodo. Los de la gaviota de Victor Gallego, no se olvidan de la
caña que, por la corrupción local y provincial, les di a los anteriores.
Deberían leer mi libro los jóvenes
en cuyas cabezas haya algo más que sexo. Deberían leerlo los conservadores,
quienes van a misa y después, a pesar de la proximidad familiar, sin saber por
qué, ni me dicen adiós. Deberían leerlo todas las personas que sientan deseos
de conocer la verdad. Pueden leer otros libros en contrario, y contrastar.
Me es grato comunicar a todas las
personas que me aprecian, no se preocupen. Estoy vendiendo, espero hacerlo más,
aunque con tener en mis manos un trabajo de 434 páginas (tiene letra grande),
con tapa dura, tan bien encuadernado; con esas fotografías de portada, tan explicativas,
para quien quiera examinarlas, de lo ocurrido, ello me proporciona mucha paz,
mucha serenidad.
Esa tranquilidad, esa íntima
satisfacción, tantas veces sentida, del deber cumplido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario