sábado, 12 de febrero de 2022

¡Y, NO LLUEVE!

 

    Preocupante la situación de sequía en la mayor parte de España. Se vacían los embalses y los acuíferos, algunos pozos de sondeo se están quedando ya sin agua; los sembrados ya también la necesitan. Si continúa la sequía, tal como anuncian las previsiones, puede haber problemas de suministros hasta para el consumo humano.

   Desde los años de mi infancia y juventud, vivíamos, todavía, sobre un lago de agua, aunque nuestros mayores apenas si podían aprovecharse de ello, porque el agua superficial de los abundantes pozos repartidos por el pueblo, no era potable, cortaba el jabón. Por ello habían de acudir a la "Fuente" (aún se conserva el arco) y al Pozo de la Bomba, ambos fuera del pueblo, en los cuales, aunque muy poco profundos, había agua buena.

    Esa "Fuente", que conocimos, y así está, como pozo, fue, en principio una fuente natural (había unas cuantas más por el término, la de Torroyo, por ej.) en las que el agua fluía a la superficie por sí misma. de forma natural. Ocurrió que para que fuera más abundante, y para aprovecharla mejor, excavaron, puede que en el siglo XVIII, un pozo cuadrado de no más de cuatro metros de profundidad, lo revistieron con bloques de piedra tallada, de sillería, construyeron sobre el mismo un arco de piedra y ladrillo, y, en los vanos del arco, colocaron sendas barandillas de hierro, desgastadas, cuando los conocimos, por el roce de las sogas.

     Llegó un momento, antes de la guerra, que esa "Fuente" no surtía de agua potable a todo el pueblo. Las mujeres iban a lavar la ropa a la laguna de "La Comendadora", y al río. Aunque por debajo de sus pies, a pocos metros, discurrían ríos de agua potable, nuestros antepasados la tenían escasa, no así la "cruda". Les recuento los pozos que conocí en el pueblo. Eran circulares. Podían tener de ocho a diez metros los más hondos y tres de diámetro:

     Había uno junto a los pretiles de la iglesia de Santa María, al principio del callejón de hacía la torre. Lo tapaban por San Roque con un trillo.

    Otra en la Plazuela de las Angustías. Un año, por la feria, se cayó la mula de uno de los trilleros de Cantalejo que venían con los trillos.

    Otro, muy poco profundo y con muy poca agua, antes de entrar en el Paseo, a mano izquierda; dentro del mismo Paseo en la esquina, donde ahora está el parque infantil, había una poza, tapada con unos maderos. La empleaban para regar esa esquina, que fue huerta.

   El de la calle Limpia, donde creo se ahogo una mujer joven que no podía con la carga.

   Otro en la Plazuela de Argüello, detrás de la actual residencia.

   El de Santo Domingo, sobre el que han colocado un caldero..

   Había otro en San Miguel, cerca de la carretera de Rioseco, frente a las casas de los Holguines y Glorita..

   Sin brocal conocimos otro en las Cercas de Santa María.

   Aparte de todos los anteriores pozos públicos, había en casí todas las casas de labranza, a veces compartido para dos, en medio de la tapia, o, incluso, para tres. El de nuestra casa lo seguimos utilizando.

    Todos estos pozos estaban revestidos con las piedras, los morrillos, tan abundantes en todo lo ligero del pueblo. Tenían brocal de piedra tallada de sillería o ladrillo y cemento.

   Además eran muy abundantes "las pozas". ¿Diferencia entre pozo y poza? la profundidad, mayor en los primeros.

    En los Huerticos, donde doce o catorce familias de hortelanos, (vendían en Villalpando y pueblos cercanos)  vivían del cachico de huerta, de dos cuartas las mayores (1.400 m2), cada uno tenía su huerta. En todas, para sacar el agua de riego, a no más de tres metros los niveles, utilizaban "el cigüeñal" (de aquellos artilugios han tomado el nombre los de los coches y camiones). La noria, para los más pudientes, fue un gran adelanto. Todavía, en el año 1975, regando con cigüeñal, se soltó éste del palo vertical y cayó, tras el caldero, el señor Tomás, padre de Milagros e Inmaculada, "las Tejeras", y se ahogó.

    En la posguerra, cuando empezó el cultivo de la remolacha, se picaron pozas, pozos y pozancones por todo lo fuerte. Se revestían ya con ladrillo.

    Me he puesto a divagar un montón. Al consonante del agua potable en el pueblo. Pues que se solucionó cuando aparecieron unos trípodes con poleas, cadenas, diferenciales, capaces de picar un agujero en el suelo e ir introduciendo por el mismo, tubos de hierro de tres pulgadas, que se iban roscando unos a otros; no sé cuántos metros, más de veinte o treinta seguro que no, hasta que empezaba a salir agua por el tubo. Construían a su alrededor una base de ladrillo y cemento, alrededor del tubo saliente. A éste le acoplaban una sirenita, con tres bocas, por las que, día y noche, salía el agua.

    Así conocimos los de San Pedro, donde estuvo la cabina telefónica,  el de Santa María, en el Camino del Cementerio, y el de San Miguel, un poco separado del pozo citado anteriormente.

     Que fluyera el agua, por si misma, de forma natural, sólo recuerdo el de San Pedro, cuya agua humeaba en invierno y sabía a hierro. La más rica para beber era la de Santa María, salia bien fresquita, pero ya con pequeña motobomba eléctrica.

      Tengo el dato de que el pozo de San Pedro lo construyó el Sr. Damián González, murió en un accidente de moto en el año 1952,  padre de Ismael, eran de Villafáfila. En junio del año 1936, la Comisión Gestora Municipal, acordó pagarle las últimas 1.000 pts que se le adeudaban por tal pozo artesiano.

     Vivíamos sobre un lago. ¿Cuántos metros cúbicos tiraría al Ahogaborricos el primero pozo profundo de sondeo (tubo de cuarenta centímetros de diámetro) en la carretera de Villamayor, del que nos seguimos abasteciendo, si bien el nivel ha bajado puede que, al menos, cuarenta metros, durante los años que estuvo, día y noche, vomitando agua por la boca. Cuatro años después de picado, cuando se trajo  ese agua al pueblo, era capaz de seguirla enviando, sin bombeo, hasta  el depósito de San Miguel desde donde se bombeaba al depósito que montaron sobre el cubo.

    

    

     

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