lunes, 7 de febrero de 2022

OTRO VILLALPANDINO QUE TRAEN A LA TIERRA.

     Se llamaba JULIÁN PRIMO PÉREZ, tenía 98 años, lo cuidaron, durante muchos años, su hija y su hijo en Madrid, donde ha fallecido.

      Julián era hijo del Sr. Andrés, "el molinero" de la fábrica de harinas, hermano de Ovidio, de Pepe,  de Luisa, también conocida como "la molinera" y de Carmen, creo la mayor. Fue esposa de Virgilio y madre de Matías,  Andrés y una hermana. Vive. Tiene 105 años.

     Como es el único apellido Primo que hay en Villalpando, y no tienen parientes, supongo que el Sr. Andrés, vino, puede que muy joven, de otro lugar. Siempre lo conocí viviendo en casa muy vieja, en la carretera de Madrid, esquina a Berrabueyes, solar, triangular, desde hace muchos años.

     Me da pena que habiendo sido persona tan querida y popular en el pueblo, hubiera poca gente en su funeral. Ocurre que haya quien no se entere. Yo lo supe porque me lo vinieron a decir a casa. Parece ser que tocaron a muerto las campanas de San Nicolás, que son las que ahora tocan; las de San Pedro, rota la soga, ya imposible subir a la torre; pero como las de San Nicolás tocan las horas, los cuartos, "la Queda", que encerrada en ese cajón no se oye en esta parte del pueblo..., pues no se distinguen los toques También ocurre que cada vez somos menos los del pueblo, los de toda la vida, Todos aquellos que no sabíamos ni arreglar un enchufe, para todo, teníamos que llamar a los luceros, Julián y Fernando, "los de la luz".

     En el libro, próximo a aparecer, narro las peripecias de Vidal Arranz, el empresario, Julián y Fernando, los empleados, cada vez que la lluvia y el viento tiraban algún poste de madera por los que venía la luz desde Zamora.

    Como si estuviera oyendo a Julián, casa por casa: -"mirar el contador", que estaba en los portales, nada más entrar. No hacía falta que nadie saliera. Como ninguna puerta estaba trancada con llave, abría, leía la lectura, la apuntaba en su cuaderno y en una hoja que había colgada detrás del cable, y, ¡ya estaba!

    El siguiente recorrido era: -¡Cobrando la luz!. Ahí si ya había que salir, a pagar. ¡Cuántos viajes le tocaba echar en algunas casas, a pesar de lo insignificante de la cantidad..! Insignificante en las muchas, puede que la mayoría, que pagaban el mínimo, que no tenían contador y potencia para una o dos bombillas. Si enchufaban más, saltaba el ratón.

    Me es grato dedicarle este recuerdo. ¡Qué descanse en paz!

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