martes, 18 de septiembre de 2018

CUANDO EL LLANTO CONMUEVE.



        Eso me ha ocurrido hoy en el funeral de Juan de la Puente, "Juanito el de Ubaldo". Ya en la iglesia, las lágrimas de su hijo, siempre tan unido al padre, ya me dieron mucha pena. Así, con ese dolor, les acompañé todo el camino. Delante de mí, al lado del coche fúnebre, tres paisanos, de los del cumpli-miento llevaban sonriente parleta. Y eso que el cura había pedido silencio por respeto a la familia. No puedo remediarlo. No lo entiendo. Me duele.

     Yo iba recordando que Juanito, si bien más joven, era íntimo amigo del tío con quien me crié, que murió pronto. Recordaba cuando vino a despedirle, como al salir de la habitación se fue a llorar al corral, y me abrazó. Recordaba la preocupación de mi tío cuando una vaca, debajo de un tablado, le pegó una cornada a Juanito.

      Recordaba como en unas vendimias poco antes, cuando nuestra economía familiar andaba fastidiada, nos dejó un carro de varas amarillo, reciente estrenado para que recogiéramos el orujo.

     Al ver tan llorosa a su nieta Isabel, la gran amiguita de nuestra hija Sara-Belén, enterrada allí cerca, por ahora va a hacer los años, imposible contener las lágrimas.

     Me escondí tras unas cruces para ocultar mi llanto ante los, aunque contenidos, desgarradores lamentos de su hija Esperanza. Hace pocos meses había dejado allí, al lado, a su marido, Leonides Gallego.

     Juan de la Puente tenía 95 años. Sí, ¿y qué?. Era su padre, y fue toda la vida un hombre ejemplar: familia y trabajo; trabajo y familia. Si me parece verle, hace nada, ayudando a esquilar las ovejas a Ubaldito. Fue una buena persona:_ honrado, sereno,  afable, cariñoso. Así lo vi, por última vez, velando a Nides, en el tanatorio.

    Quise decirle a sus hijos, cuando, de verdad, los acompañaba en el sentimiento: "estad tranquilos, de nada le ha faltado, siempre en su casa, acompañado de su esposa, de Conchi, de Ubaldo, visitado constantemente por Mª Jesús,  Esperanza, los nietos...

     Eso, para todos, es un gran consuelo.



5 comentarios:

Unknown dijo...

Muchas gracias Agapito por las cariñosas palabras hacia mi padre , nos sirven de mucho consuelo , como bien dices , de tu tío David eran grandes amigos y mi padre , recuerdo cuando yo era niña, sintió mucho su perdida.
Seguro que mi padre desde donde está también ha sabido apreciar tus cariñosas palabras
En nombre de mi madre y hermanos,
muchas gracias

Unknown dijo...

Muchas gracias Agapito por las cariñosas palabras hacia mi padre , nos sirven de mucho consuelo , como muy bien dices , de tu tío David eran grandes amigos y mi padre , recuerdo cuando yo era niña , sintió mucho su perdido.
Seguro que mi padre desde donde está también ha sabido apreciar tus cariñosas palabras.
En nombre de mi madre y hermanos.
MUCHAS GRACIAS

Unknown dijo...

Muchas gracias Agapito por las cariñosas palabras hacia mi padre , nos sirven de mucho consuelo , como muy bien dices , de tu tío David eran grandes amigos y mi padre , recuerdo cuando yo era niña , sintió mucho su perdido.
Seguro que mi padre desde donde está también ha sabido apreciar tus cariñosas palabras.
En nombre de mi madre y hermanos.
MUCHAS GRACIAS

Unknown dijo...

Buenas tardes, Ágapito. En nombre de mi madre y mío te damos las gracias por tan bonitas palabras que dedicas a mi abuelo Juanito. Es verdad, fue muy duro dejarlo allí teniendo aún abierta la herida de mi padre. No hay día que vayamos al cementerio y no nos acordemos de Sara Belén, mi querida compañera de colegio y amiga. Un saludo.

Unknown dijo...

Muchas gracias Agapito por las cariñosas palabras hacia mi padre, nos sirven de !mucho consuelo, como bien dices, de tu tío David eran grandes amigos y mi padre, recuerdo cuando yo era niña,sintió mucho su perdida.
Seguro que mi padre desde donde está también ha sabido apreciar tus cariñosas palabras.

Conchi de la Puente.