viernes, 25 de diciembre de 2015

PREGÓN DE NAVIDAD.


VILLALPANDO PREGON NAVIDAD 2015.

   Buenas noches a todos!!

   Para mí es una alegría muy grande poder estar aquí, y, aunque esta sala impone, agradezco la oportunidad que me dais de poder comenzar este año la Navidad con todos vosotros!

   Hoy me hago voz de lo que hemos preparado entre las cinco hermanas, que queremos que sea un momento compartido con cada uno de vosotros y un homenaje a los que hoy no están, pero que forman parte viva de nuestra historia, y, que desde la eternidad, están más presentes que nunca, ya que nos han transmitido, enseñado y compartido lo más importante de la Navidad.

   Al pensar en la Navidad, y llegando estos días, el primer recuerdo es todas las Navidades tan especiales que hemos vivido aquí en el pueblo, en nuestra infancia, con tantos momentos únicos, que con seguridad han marcado nuestra vida , muchos de ellos  compartidos con la mayoría de los que estáis hoy aquí.

   Cuando éramos pequeños la Navidad  “llegaba” en  forma de vacaciones, pero no unas vacaciones cualquiera, eran unas vacaciones  especiales, en medio del frío, los días cortos y  las nieblas, iluminadas con las luces de Navidad, sencillas, de pueblo, pero suficientes para dar el sentido luminoso del momento.

   El recuerdo de nuestra casa, del comedor donde poníamos el Belén, el musgo que cada año salíamos a recoger, y terminaba cayéndose por todos los lados,   los adornos navideños  que, con ilusión, volvíamos a sacar y a colocar año tras año;  a nuestra madre pendiente de todo, a nuestro padre quien, cansado de camión, llegaba ilusionado. Se encargaba de poner las luces, porque las luces eran cosa de hombres…; a los abuelos que vivían con nosotros, y que hacían también de nuestra casa un lugar donde sentíamos el calor, la seguridad, en definitiva, donde sentíamos el  hogar.

   El recuerdo de preparar el farolillo que cada Nochebuena encendíamos en el balcón para anunciar quién nacía esa noche, y que iluminaba cada noche de la Navidad…..Y, ¡cómo no recordar, “Sembradores de Estrellas”, cantando villancicos por las calles anunciando la Navidad, y la caras tan alegres de todos los que  encontrábamos según iban a la compra, o paseando, o asomados en vuestras casas..; y, de forma especial, la cara de  alegría de los ancianos, cuando llegábamos a la residencia…

   Y luego por la tarde  el olor característico de una cena especial, de cómo se adornaba la mesa con sus velas para celebrar este gran acontecimiento, ambientados con el sonido de los mismos villancicos que año tras año volvían a sonar en nuestro  viejo “radio cassette”…

   Y la Misa de Gallo, vestirnos de pastorcillas y preparar nuestra cesta con  turrón y todas las cosas ricas para ofrecer al Niño Jesús, los villancicos de la misa con las panderetas, las hermanas clarisas, la voz de Tomás, los belenes… Nuestras largas tardes con las amigas, las canciones con los primos, las chocolatadas en el salón parroquial después del teatrillo de Navidad, la Oración de las familias, el encuentro con los que cada año volvían, el pueblo con mucha más gente de lo  habitual…, y la Cabalgata de Reyes en la que todos nos volcábamos; con tanto frío pero, con tanta ilusión, que apenas se sentía: espectadores y partícipes, maravillados por los trajes, los caballos, las luces… Y, ¡qué emocionadas nos íbamos a dormir, esperando que nos llegaran los regalos al día siguiente..!

   Cuántos recuerdos, cuántos sentimientos, cuántos sonidos, cuántos olores, cuantos colores..: ¡¡¡cuánta VIDA!!!

   Todos ellos momentos muy sencillos pero momentos que, como os pasará a vosotros, se han quedado grabados en el corazón para siempre, y que al recordarlos nos hacen revivir ese trocito de cielo al que pertenecen, y que nos transmiten esa sensación de paz, de seguridad y de hogar que permanecerán para siempre en nuestro ser y que hoy intentamos que vivan también nuestros hijos.

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   Pero hoy no solo venimos a hablar de recuerdos bonitos, venimos a ¡Anunciar la Navidad..!  Navidad es mucho más que un recuerdo bonito o un sentimiento hermoso.

   La Navidad es el nacimiento de un Dios que se hace hombre: ¡lo hemos escuchado tantas veces, que nos hemos acostumbrado. ¿Cuántas veces “relegamos” la navidad a una fiesta..., aunque sea la más bonita de todas las fiestas…, aunque sea la fiesta más solidaria, más familiar, más humana?

       Pero aún la Navidad es mucho más que todo esto:  Dios, que es Dios, viene, vuelve a venir y nos dice que nos ama, me dice que me ama, te dice que te ama. Y, si le “dejamos” hacer de Padre,  veremos la gozada que es vivir como hijo de un Dios que viene en forma de niño que sigue rompiendo nuestra mentalidad de super hombres y super mujeres, y se hace un niño pequeño, un bebé sucio, indefenso, que llora, que nació en un establo tan distinto de nuestros bonitos belenes y nuestras coloridas postales; nació en una cuadra con animales que, aunque les hayamos cogido cariño, tendrían sucio y maloliente aquel lugar.

   Este es el Dios al que anunciamos,…un dios que se quiso hacer muy,  muy pequeño para enseñarnos que está cerca cuando las cosas no son fáciles, cuando ya no hay tantos colores, cuando nuestras vidas no son postales bonitas de navidad, cuando llegan el dolor, las dudas, la incomprensión…

   Y es un Dios que viene para todos, sin hacer distinciones de ningún tipo, viene para los del norte y los del sur, para los ricos y los pobre, para los famosos y desconocidos…

   El vino hace 2015 años, y viene hoy para todos,  y sigue queriendo llegar a todos. Es un dios que nos ama como somos porque nos conoce y ve lo que verdaderamente somos, sin otras “capas”. Desde ahí nos da la oportunidad de volver a empezar, de acogernos, de perdonarnos, de pasar por alto los fallos de las personas con las que convivimos, y, con su ejemplo de humildad, me incita a callar para no herir con un comentario, me da la oportunidad de acompañar, de ayudar…

    Este es el pregón de navidad: “tanto amó Dios al mundo que envió a su único hijo para que los que crean en Él tengan Vida Eterna”. 

   Dios me ama, así como soy, y me da la oportunidad de amar yo también y de construir, aquí donde vivimos, aquí en Villalpando, un pequeño cielo donde también brillen las estrellas.

   Esta es la Natividad: la realidad de un Dios que podemos hacer presente en la tierra si entre nosotros nos amamos.


INMACULADA MIRANDA RIAÑO.

1 comentario:

Gracia dijo...

Muy bonito el pregón de Inma, ahora te toca a ti y me toca a mi hacerlo realidad en lo que hacemos