VILLALPANDO PREGON NAVIDAD 2015.
Buenas noches a todos!!
Para mí es una alegría muy grande poder estar aquí, y, aunque
esta sala impone, agradezco la oportunidad que me dais de poder comenzar este
año la Navidad con todos vosotros!
Hoy me hago voz de lo que hemos preparado entre las cinco
hermanas, que queremos que sea un momento compartido con cada uno de vosotros y
un homenaje a los que hoy no están, pero
que forman parte viva de nuestra historia, y, que desde la eternidad, están más
presentes que nunca, ya que nos han transmitido, enseñado y compartido lo más
importante de la Navidad.
Al pensar en la Navidad, y llegando estos días, el primer
recuerdo es todas las Navidades tan especiales que hemos vivido aquí en el
pueblo, en nuestra infancia, con tantos momentos únicos, que con seguridad han
marcado nuestra vida , muchos de ellos compartidos
con la mayoría de los que estáis hoy aquí.
Cuando éramos pequeños la Navidad “llegaba” en
forma de vacaciones, pero no unas vacaciones cualquiera, eran unas
vacaciones especiales, en medio del
frío, los días cortos y las nieblas, iluminadas
con las luces de Navidad, sencillas, de pueblo, pero suficientes para dar el
sentido luminoso del momento.
El recuerdo de nuestra casa, del comedor donde poníamos el
Belén, el musgo que cada año salíamos a recoger, y terminaba cayéndose por todos
los lados, los adornos navideños que, con ilusión, volvíamos a sacar y a
colocar año tras año; a nuestra madre
pendiente de todo, a nuestro padre quien, cansado de camión, llegaba ilusionado. Se encargaba de
poner las luces, porque las luces eran cosa de hombres…; a los abuelos que
vivían con nosotros, y que hacían también de nuestra casa un lugar donde
sentíamos el calor, la seguridad, en definitiva, donde sentíamos el hogar.
El recuerdo de preparar el farolillo que cada Nochebuena
encendíamos en el balcón para anunciar quién nacía esa noche, y que iluminaba
cada noche de la Navidad…..Y, ¡cómo no recordar, “Sembradores de Estrellas”,
cantando villancicos por las calles anunciando la Navidad, y la caras tan
alegres de todos los que encontrábamos
según iban a la compra, o paseando, o asomados en vuestras casas..; y, de forma
especial, la cara de alegría de los ancianos, cuando llegábamos a la
residencia…
Y luego por la tarde
el olor característico de una cena especial, de cómo se adornaba la mesa
con sus velas para celebrar este gran acontecimiento, ambientados con el sonido
de los mismos villancicos que año tras año volvían a sonar en nuestro viejo “radio cassette”…
Y la Misa de Gallo, vestirnos de pastorcillas y preparar
nuestra cesta con turrón y todas las cosas ricas para ofrecer al Niño
Jesús, los villancicos de la misa con las panderetas, las hermanas clarisas, la
voz de Tomás, los belenes… Nuestras largas tardes con las amigas, las canciones
con los primos, las chocolatadas en el salón parroquial después del teatrillo
de Navidad, la Oración de las familias, el encuentro con los
que cada año volvían, el pueblo con mucha más gente de lo habitual…, y la
Cabalgata de Reyes en la que todos nos volcábamos; con tanto
frío pero, con tanta ilusión, que apenas se sentía: espectadores y partícipes, maravillados por los trajes, los caballos, las luces…
Y, ¡qué emocionadas nos íbamos a dormir, esperando que nos llegaran los regalos
al día siguiente..!
Cuántos recuerdos, cuántos sentimientos, cuántos sonidos, cuántos
olores, cuantos colores..: ¡¡¡cuánta VIDA!!!
Todos ellos momentos muy sencillos pero momentos que, como os
pasará a vosotros, se han quedado grabados en el corazón para siempre, y que al
recordarlos nos hacen revivir ese trocito de cielo al que pertenecen, y que nos
transmiten esa sensación de paz, de seguridad y de hogar que permanecerán para
siempre en nuestro ser y que hoy intentamos que vivan también nuestros hijos.
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Pero hoy no solo venimos a hablar de recuerdos bonitos,
venimos a ¡Anunciar la Navidad..! Navidad es mucho más que un recuerdo bonito o
un sentimiento hermoso.
La Navidad es el nacimiento de un Dios que se hace hombre: ¡lo
hemos escuchado tantas veces, que nos hemos acostumbrado. ¿Cuántas veces
“relegamos” la navidad a una fiesta..., aunque sea la más bonita de todas las
fiestas…, aunque sea la fiesta más solidaria, más familiar, más humana?
Pero aún la
Navidad es mucho más que todo esto: Dios, que es Dios, viene, vuelve a venir y nos
dice que nos ama, me dice que me ama, te dice que te ama. Y, si le “dejamos”
hacer de Padre, veremos la gozada que es
vivir como hijo de un Dios que viene en forma de niño que sigue rompiendo
nuestra mentalidad de super hombres y super mujeres, y se hace un niño pequeño,
un bebé sucio, indefenso, que llora, que nació en un establo tan distinto de
nuestros bonitos belenes y nuestras coloridas postales; nació en una cuadra con
animales que, aunque les hayamos cogido cariño, tendrían sucio y maloliente
aquel lugar.
Este es el Dios al que anunciamos,…un dios que se quiso hacer
muy, muy pequeño para enseñarnos que
está cerca cuando las cosas no son fáciles, cuando ya no hay tantos colores, cuando
nuestras vidas no son postales bonitas de navidad, cuando llegan el dolor, las
dudas, la incomprensión…
Y es un Dios que viene para todos, sin hacer distinciones de
ningún tipo, viene para los del norte y los del sur, para los ricos y los
pobre, para los famosos y desconocidos…
El vino hace 2015 años, y viene hoy para todos, y sigue queriendo llegar a todos. Es un dios
que nos ama como somos porque nos conoce y ve lo que verdaderamente somos, sin
otras “capas”. Desde ahí nos da la oportunidad de volver a empezar, de
acogernos, de perdonarnos, de pasar por alto los fallos de las personas con las
que convivimos, y, con su ejemplo de humildad, me incita a callar para no herir con un
comentario, me da la oportunidad de acompañar, de ayudar…
Este es el pregón de navidad: “tanto amó Dios al mundo que
envió a su único hijo para que los que crean en Él tengan Vida Eterna”.
Dios me
ama, así como soy, y me da la oportunidad de amar yo también y de construir,
aquí donde vivimos, aquí en Villalpando, un pequeño cielo donde también brillen
las estrellas.
Esta es la Natividad: la realidad de un Dios que podemos
hacer presente en la tierra si entre nosotros nos amamos.
INMACULADA MIRANDA RIAÑO.
1 comentario:
Muy bonito el pregón de Inma, ahora te toca a ti y me toca a mi hacerlo realidad en lo que hacemos
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