lunes, 3 de febrero de 2020

LA ÚLTIMA MADRE.



     ¿Ven esas dos parejas?  Son, los de la izquierda, Conchita Sánchez Vega y Eloy Boyano Alonso; los de la derecha Sarita Riaño y Agapito Modroño. Los primeros a punto de casarse, a los segundos aún les faltaba tiempo. La foto está hecha en la "pista" de "Torti", en el verano, posiblemente del año 1963. 
  Ahora tenemos nietos mozos, incluso casi casaderos, y, hasta ayer Conchita y su hermano "Candi", quinto del "cincuenta y seis", han tenido madre, PETRA VEGA MORALES, poco más de un mes le faltaba para cumplir los 108 años. Nació en la Ctª de Madrid, en el mismo solar donde ha muerto, el 15 de marzo de 1912.
   Cuando uno se va haciendo mayor es un consuelo tener la referencia de alguna madre que vive. Y es una sana envidia la salud con la que esta mujer nació. Hasta cerca de los cien años carecía de ficha en la Seguridad Social. Nunca había necesitado a un médico, ni  una medicina.  Y todo ello sin gimnasios, mejuges y dietas especiales. Claro: en los últimos años cuidada y  atendida por sus hijos y nietos: la mejor medicina. En los veranos, cuando venían Conchi y Eloy, regresaba a su casica de San Nicolás.
   Guardo recuerdos de la infancia de esta familia. Su marido, Vicente Sánchez, "el herrero", desde joven, fue amigo de mi padre. Tengo una foto donde están ambos. 
     La fragua del Sr. Vicente en la plazuela de San Nicolás, tenía mucho movimiento, y los críos de la escuela de las Hermanas, en las segadoras llevadas a arreglar, encontrábamos peligroso juguete. Desde entonces recuerdo a Petra con el hábito de la Virgen del Carmen. Creo recordar que Vicente, "el herrero", de tanta paliza y calentón en la fragua, agarró una pulmonía. Petra "se ofreció" a dicha virgen, de que si sanaba vestiría toda la vida con su habito marrón, con el cordón y la insignia. ¡Vaya si lo ha cumplido!
    Ha llegado a mi poder el expediente en el que constan los atestados instruidos por la Guardia Civil a un grupo de muchachos y hombres jóvenes que, aquel aciago 19 de julio de 1936, intentaron defender sus ideas. Ello les costó la vida, con 17, 19, 20, 22, 28 años, y nos parece que aquello está tan lejano y alguno podría aún vivir. Nacidos por aquellos tiempos, cuando Petra, y posteriores, en 1919 el más joven. Quinto de tía Lola. 
    Con Petra, contemporánea de aquello, de tantas rancias penas, de humildes y serenas alegrías, se nos ha ido un trozo de la historia de la villa. 
     Ella, hija de humildes labradores, creo Moíses, el padre y Modesta la madre, seguro que iría, cuando menos, a coger legumbres, vendimiar, respigar...; cuánto cocinaría en la lumbre de paja, iría al caño; cuánto lavaría en el barreñón, monos de la fragua incluido, haría matanzas...
     Pertenecía a una estirpe de la que posiblemente sea la última, o penúltima superviviente. 
      Saben Candi, Carmen, Conchita, Eloy, Rosa Jesús... todos, que Sarita y servidor tienen todo nuestro afecto, el de los viejos amigos de toda la vida.
   


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