martes, 7 de mayo de 2019

RECORDANDO A ANGELITA.


     Vecina de toda la vida, desde cuando en la calle Silera, sólo había una acera, y rota, el resto barro o polvo. De frente a la nuestra estaba la casa de los Curreros, a la que se habían ido adosando, transformando en cuadras, panera y pajares, tres o cuatro casicas, que Angelita recordaba: "La Pirría", "La Galina".., hasta llegar a lindar con la suya, la casa y fonda de la señá Maxímina, "la Cabrita", su madre.

     Donde está el jardín de la nuestra allí estaba la casa del Sr. David "el Burrero", parada pobre de dos garañones. Ella me contaba que donde está la cochera de "Brillantina", y la de al lado, de Caramazana, hasta el corral de la casa de la esquina, la del Sr. Macario, eso eran dos casicas. En una se criaron todos los "Melitones", que ella fue madrina de Genadio

   Apretujada contra la suya, la de la Carrisia. En la esquina la sastrería, matafríos, del Sr. Pedro. Por allí, los Floreales, los Tollas, los de Pedro "Tranquilo",  los del Gallego, Cachuchas, Baldomeras, la numerosa familia de Goyo, el cacharrero...

    Perdonen lectores, Angelita me evoca todo eso. Su madre, viuda desde siempre, hacía muy buenas migas con mi abuela. De ahí que yo entrara con frecuencia en esa  lóbrega casa. Era de dos plantas. El piso más hondo que la calle, los techos se alcanzaban con la mano, al fondo un pequeño corral y un pajar, pero disponía no sé si en total, entre arriba y abajo, de tres o cuatro habitaciones, o cinco, qué se yo, a juzgar por la gente que allí entraba. Por supuesto que sin agua, y sin lo demás.

   La señá Maximina, además de ella, Angelita, Guadillo y los dos niños, Margarita, cogía pupilos. Por ej.: sé que  allí se alojó Serapio Román, "Jiquera". cuando joven y majetón, llegó a la villa empleado de telégrafos. Y de esa casa, depositada, salíó Paquita Allende para casarse con el de Vitigudino, a quien los pretendientes, labradores pudientes, de Paquita, que era muy guapa, le pusieron, en plan despectivo, lo de "Jícara".

    Los primeros pupilos que yo recuerdo eran unos zaragozanos que venían a lo de la recepción de la remolacha, cuando comenzó el "furor" de ese cultivo (una pocica o pozancón, seis o siete yeras los que más: cuatro kilos a base de mucho trabajo); después recuerdo a un carpìntero menudo que hacía los encofrados en madera cuando se construyó el primer silo, comenzado en octubre de 1952. Inaugurado con la cosecha de 1955.

    El personaje más celebre hospedado en esa fonda, fue la "Niña de la Puebla", (la de los "Campanilleros") su marido y no sé si el guitarrista, que actuaron dos o tres noche en el cine.

     Angelita tenía las hebras de las gentes recias de la tierra. Recuerdo los "sacaos" de espigas que apañaba y traía de los rastrojos. Amelio estaría por entonces de mozo de año "an cà" las Gallegas, o del señor Pablo, hasta que pudo comprar dos vaquicas y se hizo autónomo, y le decía donde habían dejado buenos renaceros en los morenales. Tendía la respiga al sol en el cacho acera,  por la tarde la majaba, y si corría algo de aire, la limpiaba. ¿Seis o siete kilos de trigo? Pues seis o siete panes donde la seña Vitoria "La Morica", o el Sr. Benigno.

     Angelita fue cocinera de Auxilio Social, creo que hasta que se jubiló. ¡Cuántas hambres mataron aquella manos! Mi mujer tenía que andar lista por las mañanas, para que la despachara los tres o cuatro litros de leche diarios (además de hervida hacía yogures en la yogurtera), antes de marchar al Auxilio Social.

     Hasta hace nada la veía pasar a la compra, a  diario a Misa de las Monjas. Miren lo guapa y chula que está en la foto. Tenía entonces 99 años.

       Se me están arrancando las lágrimas. Son los últimos vestigios de mi infancia en la calle Silera. Me enterneció ver esta mañana en el funeral a todos los Floreales, que vinieron de Valladolid al entierro de la vecina. ¡Qué llantina su nieto Juan Carlos (lloran aunque sean hombres,  las buenas personas) a la salida de Misa!  Le abracé con mucho cariño. A todos, a los de aquí, a los de Francia, a los de Angelita y Amelio, a los de Margarita y Pepín, los quiero mucho.

   

3 comentarios:

Pablo Román Allende dijo...

Agapito, muchas gracias por tratar a mis padres con tanta delicadeza y cariño.
Te voy a contar una sanécdot que quizás no conozcas. EdtsbE Amelio de mozo en casa de mi abuelo Pablo y al los dos o tres días de nacer al ir a prender la cocina de verano, se incendió la chimenea debido al hollín acumulado del sño anterior. Pues bien, sin pensárselo dos veces Amelio me cogió en brazos y me llevó con Las Hermanas.
Todos los años por mi cumpleaños le invitaba a café, copa y puro y nos emocionabamos con mucha nostalgia

Administrador dijo...


¡Muchas gracias a ti, Pablo! Tu mensaje me ha puesto un nudo en la garganta. Se me acumulan tantos recuerdos. Tu padre siempre fue amigo de mi familia y mío. A mí, de pequeño, me llamaba "Piporro", mote de mi abuelo paterno, aguardientero. Y es que Serapio, cuando vivía en la fonda de la señora Maximina, pasaba por la noche ratos en la alquitara. Quiera Dios podamos seguirlos recordando durante mucho tiempo.

Pablo Román Allende dijo...

Agapito, te contesté desde el móvil y en el los comentarios salen con una letra pequeñisima y yo ya tengo una edad 😂😂😂. Por eso iban cargandos de erratas. Perdona. Un abrazo.