lunes, 23 de junio de 2025

LO QUE QUEDA DE LA ANTIGUA FERIA DE LA MADERA.

 


    Pues ya lo ven: unas pocas casetas, casi toda con objetos de artesanía, que no sé si alguna se estrenó. Languidece, y creo es inevitable. Para revitalizarla tendría el ayuntamiento que realizar mucho esfuerzo, de trabajo de los concejales y económico, que dada la época del año, no sé si merecería la pena. Dado, además la apatía y falta de colaboración de las gentes del pueblo.

   Los de la miel de Aspariegos algo de caja hicieron, y bodegas Quotanes.    









     César Gutiérrez, el de Honorato, licenciado y cuya tesis doctoral leí por recomendación del finado y querido Ángel Infestas, tiene el mérito de emprender desde un pueblo en el que quedan menos cien habitantes: alquilar y/o comprar unos viñedos jóvenes que iban a ser abandonados, cultivarlos, instalar pequeña bodega (despalillado, la limpieza  para las fermentaciones en el acero inoxidable en lugar de los lagares, cubas y carrales llenos de mierda, el reposo en barrica en antigua cueva, el embotellado aséptico) y elaborar unos vinos que nada envidian ni a los rosados de Cigales, ni a los blancos de Rueda.

    ¿Qué se apuestan en una copa un "Tres Rayas" de Rueda y en otra un blanco de Quotanes, quien farda de chatear con  "Tres Rayas", no sería capaz de distinguirlos?

     Como somos muy dados a despreciar lo local, no lo consumimos como deberíamos. Sería lo normal en el chateo pedir un Quotanes, blanco o rosado.

      Volviendo con la feria.  La del 2.023, organizado y currado todo por Fernando Gil, "el de Aniano", existió un programa muy completo, quizá excesivo: exposición de fotografías, recreación de la escuela de antes, exposición de ganado, demostración de siega con mulas y agavilladora; conferencia agropecuaria, el programa del Arcón, etc.

    Primer año sin "Ovicampos". Si quedan cuatro ganaderos...

    Les recomiendo lean alguna de mis crónicas en que narró cómo eran aquellas Ferias, cuando los pueblos llenos, las mulas, los carros, los trillos y los retratistas...

    Luego, además, no sé ni para qué el Ayuntamiento se molesta en traer alguna actuación. Si aquí la gente no sabe salir de las terrazas.

    Ayer la actuación del folclorista Luis Antonio Pedraza de Castro (apellido que me suena a Belver), en su repertorio de canciones zamoranas y castellanas, intercalando con gaita, tamboril, flauta y demás instrumentos autóctonos, se mereció una mucha mayor atención. Las terrazas llenas de parloteo y las sillas que puso el ayuntamiento frente al templete,  para seguir una actuación que merecía la pena, casi vacías.

 

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    Pensando me llegarían ejemplares de "Quien ve su villa, ve Sevilla", había pedido permiso en el Ayuntamiento, para mostrarlo al público. Como no llegarán hasta mañana, sacamos fotocopias de la portada, para ir dándolo a conocer. Tengo interés en divulgarlo lo más posible.

    También como quedan unos pocos ejemplares del  último editado, "De entre adobes y tapiales", los saqué. Doy las gracias a J. Emiliano, a Nena y a Amado. Me sacaron una mesa y dos sillas. Leila llevó un mantel, un cestillo lleno de caramelitos, un recipiente para dejar los envoltorios.

    Fue una mañana grata por la visitas recibidas. Empezó muy bien. Nada más llegar se acercaron la chica que ven en la foto, y César, el bodeguero.

   La chica, Analú  Núñez, es chilena de nacimiento, si bien descendiente de riojanos y villalpandinos. Su abuelo paterno, José Gabriel Núñez, fue hermano de la señora Dolores y de la señora Brígida, procedentes de Villoslada de Cameros, Rioja.

    La primera, hacía 1910, se casó con el Sr. Benigno Herrero, el panadero por antonomasia. Tuvieron siete hijos que, aunque aburra, los copio por el cariño con que los recuerdo: Benigno, Lola (mi tía), Clementina, Melitón, Justo, Isabel y Leoncio Herrero Núñez.

  Brígida, hacia 1915, casó con el Sr. Casimiro de Prada, "El Tachuelero". Este hombre poseía una chispa, una locuacidad, una inteligencia fuera de lo común. Verán ustedes para criar a once lebreles; con el banco de las tachuelas, dos burros y dos majuelos, más cuatro cachos en el Raso.

  Perdonen mi alarde de memoria. Aunque marcharon a Chile, los hombres mayores, siendo yo muy niño, los recuerdo. Cuatro varones: Claudio, "Pito", Pepe y "Peruco"; las mujeres: Petra, Francisca, Palmira, Sole, Carmina, Brigi, más una monja, o ¿dos?, que no recuerdo.

   Esa saga de los Tachueleros perdura en el pueblo, heredada la inteligencia del abuelo. Miren si no a Cachu, a Pedrito, a Vicente Blanco de Prada.

    Recuerdo con mucha simpatía a Palmira. Aquella mujer fue muy figura. Me encantaba su parleta por las noches en el paseo. Era una artista. Lo que me tengo reído a cuenta del conejo blanco con ojos color de vino que le vendió a "Pajalarga para semental. Cuando éste le pregunto "si cubriría bien", ella le contesto, "ya quisieras tú cubrir tanto".

    Herido por la duda de su masculinidad, de la que en Suiza había dado buenas pruebas, cabreao la respondió: "¿Quieres tú probar?" "Anda asqueroso, que los tíos no pensáis en otra cosa".

      Y se llevó el conejo por quinientas pts. Luego resultó ser homosexual, sin posibilidad de trans.

     Permitan ciertas licencias "literarias" humorísticas. En la amistad y el cariño con que recuerdo a todos los citados  creo encontrar disculpas.

  


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