lunes, 8 de mayo de 2023

COPIO DE LA OPINIÓN DE HOY LA CARTA DE UNA MADRE QUE CLAMA AL CIELO.

 Soy la madre de David Jódar Lemos, fallecido en accidente en Montamarta el 25 de septiembre de 2019. Nosotros somos de Granada pero nuestro hijo trabajaba en la vendimia en Zamora cuando, al acabar su jornada laboral, se subió en un coche camino a la capital y falleció cuando el conductor colisionó con un camión averiado en la carretera sin hacer ademán de frenada ni de esquivarlo. Literalmente se lo tragó en una recta sin cambio de rasante, en una noche clara, aunque el camión tenía las luces rotatorias de avería, los reflectantes, en fin, todos los dispositivos de emergencia encendidos, ya que el conductor tuvo que parar porque se produjo un fallo y llevaba el correspondiente chaleco reflectante. El velocímetro del vehículo en el que viajaba mi hijo marcaba en el momento de la colisión 150 kilómetros por hora. En el accidente falleció también Mario, un chaval de 16 años que viajaba en la parte de atrás del coche; y Ángel, el camionero. El conductor del coche, el zamorano R.M.S.J., dio positivo en cantidades elevadas en cocaína y en cannabis, y se encontró junto a su carnet de conducir una bola de hachís.

El informe que emitió la Guardia Civil y que ratificó en los tres días que duró el juicio, celebrado en 2022 en la Audiencia Provincial de Zamora, es claro y contundente, así como las comparecencias de los médicos forenses; de una experta en drogas del Instituto Nacional de Toxicología de Madrid; los análisis del laboratorio Synlab; y el alegato de la señora fiscal. Todos y cada uno de ellos venían a decir que este señor tenía las facultades bastante disminuidas debido al consumo de drogas. A todas estas personas independientes de las partes personadas en el procedimiento judicial, que se basaron única y exclusivamente en pruebas objetivas, se añade el informe en ese mismo sentido de un catedrático de Toxicología de la Universidad de Granada, médico forense especialista en informes legales periciales, Fernando Gil, que llevamos nosotros. Y de un ingeniero experto en accidentes de circulación, Carlos Morales, que llevó la familia del camionero. Vinieron a ratificar lo que ya se había vislumbrado en el juicio, la conclusión con buen criterio profesional que emitió la Audiencia: se condena al R.M.S.J. a 5 años de prisión y a 7 años y 6 meses de retirada de carnet de conducir. La pena de la sentencia nos parecía poquísima, pero según las leyes de este país es la máxima que se puede pedir, da igual que fallezca una persona o tres, la cárcel, por desgracia, es la misma porque se condena el acto.

A pesar del dolor, queríamos cerrar ya capítulos y asumimos ese fallo, pero cual ha sido nuestra sorpresa cuando la madre de R.M.S.J, abogada de toda la vida de Zamora, recurre al Tribunal Superior de Castilla y León y este, ante lo ilógico de la situación, revoca la sentencia de la Audiencia, basándose única y exclusivamente en los dos peritos que llevó la defensa. Discúlpenme, pero no había por donde cogerlos, fueron de pena. Es normal porque no se puede defender lo indefendible. Con decirles que fue un autobús con familiares y amigos de mi hijo los días del juicio y, en concreto, cuando hablaron estos dos peritos, hubo un poco de revuelo en la sala, porque no tenía ni pie ni cabeza lo que decían. Y eso que nosotros no entendemos, pero lo obvio, cae por su propio peso, hasta el juez tuvo que decir en un momento concreto "silencio, por favor, que una cosa es lo que ellos digan y otra que nosotros, nos lo creamos".

El Tribunal Superior viene a decir que no es para tanto, perdoneeeee, "tres muertes" y que la velocidad tampoco era para tanto, porque 133 kilómetros por hora, "no" 133,7, es a lo mínimo que ese coche pudo ir el día del accidente. Pero el velocímetro se paró en 150 y que se condena al acusado a una multa de 3.000 euros por cada muerte, ¿3000 eurossssss vale la vida de mi hijooooooo?, esto es el mundo al revés. Mi hijo es la víctima: ya no le voy a poder oler, besar, abrazar nunca más..., ¡y ustedes, señores del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, dicen que no es para tanto! Es una vida, en este caso la de mi hijo David, hijo único con 21 años, pero mañana, si este señor sigue suelto, puede ser el hijo, hermano, padre, de cualquier otro. Este señor no es ningún niño, sabía lo que hacía, tenía 38 años, ahora 41, que pague la pena que tiene que pagar. En sus redes sociales subía muy a menudo escenas conduciendo a 220 kilómetros por hora, fumando porros y presumiendo de todo ello mientras iba al volante. Una vez pasó esto, lo eliminó todo, pero hubo una avalancha de fotos de él en estas circunstancias que nos llegaron de todos los puntos de España. Hemos interpuesto recurso de casación en el Tribunal Supremo, pero van a pasar unos meses hasta que este dé una resolución. Mi familia, amigos, conocidos y no conocidos, estamos desde que supimos la sentencia movilizándonos por las redes sociales, asociaciones de víctimas de tráfico, prensa, televisión, ante el Defensor del Pueblo para que esta injusticia se sepa y para que se le ponga remedio.

Todo el mundo, se echa las manos a la cabeza. Está creando un debate social y no es para menos porque esto crea precedente, jurisprudencia, o los términos que se le apliquen en estos casos, y no vamos a parar hasta que se retome la lógica. No es posible, es que no es posible, ya no solo por mi hijo , sino por todos los hijos, padres, hermanos... y perdonen que lo reitere, pero, si esto no se corrige, ¿qué puerta no ha abierto el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León a la delincuencia?, ¿se sabe el alcance del fallo de su sentencia?. Yo creo que no, quiero creer que no, porque, sino, no lo entiendo, no entendemos que se dé vía libre a poder conducir bajo los efectos de las drogas, si uno tiene que pagar la cantidad de 3.000 euros por causar la muerte de otra persona. Por favor, seamos sensatos con las sentencias que dictamos porque se está jugando con la vida de personas, que pague la ridícula pena que se le ha impuesto por la Audiencia, 5 años de cárcel, por tres personas fallecidas y tres familias muertas en vida. Es tremendamente duro. Nosotros, como padres de David, y nuestra familia solo queremos justicia, que se aplique la ley basándose en los hechos. Solo pedimos eso, que el Tribunal Supremo sea íntegro y profesional, como lo ha sido la Audiencia de Zamora, a pesar de juzgar al hijo de una abogada zamorana.

      NOTA DEL ADMINISTRADOR: Como la injusticia hace daño a las personas de bien, quiero sepa esta madre que puede contar con mi humilde apoyo.

  

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