lunes, 17 de mayo de 2021

NO HAY QUE ALARMARSE.

 




    Hace ya creo cinco días que, como ven, se encuentran bajadas las persianas de la sala de estar, tan espaciosa e iluminada con ventanales a las tres fachadas: la de calle Amargura, que es la que aparece en la foto, y las que dan a la plazuela Argüello,  y la de la sala de visitas.

   Doy la noticia, para tranquilizar, cuando ya corre por todo el pueblo. Parece ser, según fuentes bien informadas, que ha habido un pequeño y leve rebrote de coronavirus en dos ancianos, contagiados, al menos uno, fuera de la residencia.

   Aunque leve, en personas mayores y muy delicadas de salud desde hace muchos años, las noticias sobre una de ellas son de gravedad; puede, incluso, que sin coronavirus.

   Lo de ver las persianas bajadas me impone un poco. Nunca lo estuvieron, ni en lo más álgido de la pandemia, cuando en esta residencia se tomaron las mayores y precoces precauciones, gracias a las cuales ni un solo caso se dio. No había problema en ver a los familiares desde el exterior separados por el doble acristalamiento, y comunicarse por teléfono.

   Si ahora han bajado las persianas, sus razones tendrán. Me informan que los residentes están en las plantas de arriba, en las que también hay ventanas y luz natural durante el día.

   La moraleja es que, aunque estemos vacunados, no hemos de bajar la guardia.


1 comentario:

Administrador dijo...

Hoy viene la noticia muy detallada en La Opinión el Correo de Zamora. Hay dos positivos. A uno, por haber estado en contacto con familiares infectados, le hicieron las pruebas y dio positivo. Eso fue el pasado día 5 de mayo. Al segundo le hicieron las pruebas porque se encontraba "fatigado" (copio textual) y también dio positivo.
Desde ese día han sometido a todos los residentes a una estricta cuarentena en sus habitaciones, de las que no salen ni para comer. Una empresa ha desinfectado los lugares comunes.
Si ya es triste vivir en una residencia; para unos más que para otros, me imagino lo que es pasar los días encerrados en sus habitaciones sin ver a nadie más que a quien les lleva la comida.
Dicho lo cual, no dejo de elogiar la buena gestión llevada a cabo por la directora de la residencia, y de todos los trabajadores/as de la misma.