viernes, 13 de noviembre de 2020

LÍNEA DE FUEGO.







 

                                             LÍNEA DE FUEGO

Recién publicada esta “novela” de Arturo Pérez-Reverte, empieza a ocupar primeros lugares en la lista de libros más vendidos. Lo vi y lo compré donde Patricia. Ahora acabo de ver que por el mismo precio de AMAZON.

Desde comienzo de semana me ha tenido absorto y enganchado, pero sobre la página quinientas, empecé a saltar. No podía seguir leyendo tanto horror.  A este libro le sobran doscientas páginas.


La acción de guerra que nos cuenta transcurre en un  tiempo de diez días y en el espacio geográfico de un pueblo imaginario, Castellets de Segre, como a cinco kilómetros en la margen derecha del río Ebro (la iglesia, su torre, la fábrica de aceite, la harinera, la bodega cooperativa, el cementerio; los campos que lo rodean: dos tesos a los que llama pitones, peñas, rocas, pinares, viñas, siembras de trigo…), encuadrados esos combates, dentro de la gran batalla del Ebro (“El Ejército del Ebro / rumba la rumba va /una noche el río pasó / ay Carmela /  ay Carmela /...”). Después de tantos reveses ( Andalucia, Extremadura, cerco de Oviedo, de Bilbao, Guadarrama, Alcazar de Toledo, Brunete, Teruel…), la República, organizado por los comunistas, había conseguido reunir, disciplinado por fin, un ejército de cien mil hombres que, en la noche del 24 de julio de 1938, cruzó el río Ebro a lo largo de 150 Km., entre las provincias de Zaragoza y Tarragona (Mequinenza, el famoso frente de Gandesa), adentrándose en zona facciosa.

La novela narra minuciosamente todo el combatir, sin descanso durante los diez días,  de la XI División del ejército republicano (rojos) y tres batallones (requetés, falangistas, legionarios y moros) de los sublevados (nacionales, fascistas). Todas las penalidades de falta de agua, de comida, de suciedad, de sangre, de piojos, chinches, moscardones sobre heridas y cadáveres de gente joven.

El narrador interviene lo justo para ir situando acciones y personajes, entre los que existe abundante diálogo. Es una novela cinematográfica, llena de acción. Al lector le hace ver, repetidamente, los escenarios: pueblo, pinares, viñas, ermita, cementerio… devastados; los sonidos (bombas de mano, de mortero, de aviones; de metralleta, de fusiles, y los gritos de los heridos, de los insultos, del ulular de moros, y gritar de legionarios. Buscando adjetivos se me ocurre: crueldad, horror.

Por haber leído tanto sobre la guerra y conocidas, de primera mano, tantas acciones, aseguro que Pérez-Reverte exagera. Que no existía ese porcentaje de muertos, ni acciones tan violentas con tan constantes combates cuerpo a cuerpo, con la bayoneta calada. Uno acaba oliendo la pólvora, la sangre, las vísceras… No sigo. Es horrible.

Describe a la perfección las armas utilizadas por unos y otros, con su nombre, su calibre, su marca... ¿A quién no le suenan los “máuser”, por ej.? El vocabulario de los protagonistas es el utilizado en aquellos momentos, del que recuerdo muchas palabras.

El logro mayor de la novela es el retrato sicológico, personal y político de los combatientes; (ahí entran valientes, cobardes, compasivos, crueles, repartidos entre los de los dos bandos…) las ideas, o sin éstas, por las que luchaban y morían.

Estaba mucho más ideologizado, de izquierdas, el ejército de la república. Se nutría de muchos más voluntarios, milicianos de Madrid, Barcelona, obreros urbanos en general.

En el ejército de Franco predominaban, ya digo, los movilizados de la zona donde, en principio, triunfó la sublevación, Castilla la Vieja, León, Galicia, una parte de Asturias, de Aragón,  Navarra. Esos muchachos, rurales  la mayoría, (entonces en los pueblos había muchos mozos, entre 400 y 500 combatieron de Villalpando, a doce quintas movilizaron, los nacidos desde 1908 hasta los de 1920), eran de todas las clases sociales existentes en los pueblos, estaban en el frente a la fuerza,  combatían y mataban para no dejarse matar.

No lo pinta así en la novela Pérez-Reverte, donde los franquistas son voluntarios falangistas, requetés, legionarios y moros.

 Sí acierta cuando describe las motivaciones de unos y otros: Los del PCE, CNT, FAI, POUM, y los socialistas de Largo Caballero,… combatían para implantar la revolución, un nuevo orden mundial, basado en la igualdad, fraternidad..; no les gustaba aquella sociedad “capitalista” tan injusta.

Los requetés, carlistas y los falangistas procedían de familias de pequeños, medianos y mayores propietarios; de gente de las profesiones liberales, de los oficios. Defendían (también una mayor justicia social) la familia, el orden, la propiedad y la religión. Los requetés se confesaban y comulgaban con frecuencia. Le entregaban al “pater” antes de entrar en combate una carta a sus padres: -“  Saber que si caigo en el combate estoy en gracia de Dios"- A muchos los movilizó las grescas que, durante los años de la república habían tenido con los de izquierdas, entre otros motivos por la cuestión religiosa. “Si los curas y monjas supieran / la paliza los vamos a dar / subirían al coro cantando / libertad, libertad, libertad”. Los requetés y otros muchos soldados de Franco, llevaban, sujeto con un imperdible, un pequeño escapulario. El “detente bala”. El corazón de Jesús está conmigo. Más abajo les voy a mostrar uno.
           
Pérez-Reverte se mete en la guerra con objetividad. Cuenta lo que ve. No es una novela de buenos y malos, muy oportuna en este momento de tergiversación histórica.

Cuento lo escrito por un oficial de la 46ª División republicana:

“Ni nosotros éramos unas bestias rojas, ni ellos tipos asesinos fascistas. Ellos y nosotros, los mejores de ellos y los mejores de nosotros, éramos jóvenes y buenos. Digo esto porque parece que está de moda ponernos a caldo a nacionales o a republicanos. Porque creo que sería mejor que nos juntásemos y los hiciésemos callar a estacazos”.

A mí nada nuevo me cuenta, si no es el reafirmarme en la postura de compasión por las víctimas de ambos bandos, y en detestar el horror de aquella guerra, y quedarme también con las acciones buenas, algo que he manifestado en mis pequeños libritos.

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De esta casa en la que escribo, en una más vieja, salieron cuatro hermanos a la guerra. Les copio lo siguiente:

  Ruego me informen de en qué archivo puedo encontrar la ficha de mi padre, Casimiro-Mateo Modroño Chimeno combatiente "voluntario" en el bando sublevado en la guerra civil española, 1936-39. Sé que se incorporó en septiembre de dicho año en Zamora.

   Así mismo les pido me informen de sus hermanos, también combatientes, movilizados por su quinta, en dicha guerra.

 Sus nombres eran: Antonio Modroño Chimeno;

 Gil-Agapito Modroño Chimeno (este muerto en combate el 19 de enero de 1937 en el Cerro de los Ángeles)

y David Modroño Chimeno.

    Mi nombre es Agapito Modroño Alonso, Calle Silera,3.- 49630 VILLALPANDO (Zamora). Teléfono 616 499 148.

    En espera de noticias les saludo.

 

     A. Modroño.


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Recuerdos de la guerra en esta casa. Cartas fechadas 9 de diciembre de 1936. El menor de los hijos, David, aún no había sido movilizado.


 

 Carta de Pâtrocinio Chimeno a Agapito Modroño Chimeno y un DETENTE por el reverso

 

 


 Dos sobres con carta de Antonio Modroño a sus padres, desde La Casa de Campo,  detente por el anverso y remite del sobre de la carta que Carmen Vega Bobo (la novia eterna), le remite a su novio, mi tío Gil-Agapito. Era hermana de Conce, la madre de todos los Burgos Vega. 

 

 

             Carta de mi abuela María y de su hijo David Modroño, a su hermano Gil-Agapito Modroño Chimeno. están en la misma hoja, al dorso que la anterior.

Pínchenlas  para leerlas más grandes. No tienen desperdicio. copio el principio de la de mi abuela María, a su hijo Gil-Agapito:

Querido hijo no agas caso de lo que tedigan de Mateo esta en Zamora no se si vendra conpermiso un dia de estos. 

¿Qué le podían decir de Mateo? Pues que le habrían liquidado como a su amigo Pedro, "El Nene", por ser del PRRS. Mi padre tuvo más suerte. Avisado escapó a Zamora y se enroló "voluntario" en una bandera de falange.

 

 

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