jueves, 28 de marzo de 2019

ANARQUISTAS VILLAPANDINOS.




        El de la foto de arriba se llamaba Casiano Alonso  Pozo, hijo de Eugenio, jornalero, y de María, sus labores. Había nacido en el arrabal de San Francisco de Villalpando, el día 22 de enero de l.896. En el momento de la foto tenía 28 años.


  El de la foto de abajo se llamaba Ángel Fernández Herrero, nacido en la calle Platería el 12 de agosto de l897, hijo de Roque de 25 años y de Braulia Herrero de 20 años. Ambas fotos están tomadas en Pamplona el día 7 de noviembre de 1924, al ser detenidos, junto a otros cinco villalpandinos, por su participación en los sucesos acaecidos en las proximidades de Vera de Bidasoa.

    Resumimos esta historia: 

     Al instaurarse en España la dictadura del General Primo de Rivera en septiembre de 1923, no sé si huyendo de la misma o siendo deportados, gran número de anarquistas marcharon a Francia, París, principalmente. Allí trabajarían para poder vivir.

      Deportado Miguel de Unamno, escapado de su destierro en Fuerteventura, y, posiblemente, por voluntad propia, Vicente Blasco Ibañez, más los líderes de la CNT-FAI, Durruti, García Oliver, Ascaso..., y otros intelectuales españoles, llevaron a cabo en París , mediante mítines, artículos en prensa, panfletos..., una campaña de agitación entre los exilados españoles, jóvenes en su mayoría. Al cabo de un año, calentadas y engañadas las cabezas, ese fervor "patriótico derivó en la organización de dos expediciones que penetrarían en España, una por Bayona y otra por La Junquera, para prender la mecha de la revolución que dentro de la nación estaba a punto de estallar.

       A la hora de la verdad de París a Bayona partieron muchos menos de los miles de entusiasmados de al principio.

      Por fin, la noche del 6 al 7 de noviembre de 1924, desde San Juan de Luz, por los montes, guiados por un francés, cruzaron la frontera un grupo de entre cuarenta y cincuenta "revolucionarios". De entre ellos iba una cuadrilla de Villalpando, quienes se hacían notar, en los días de espera en Bayona, a la orden de cruzar la frontera, por su afición al cante, a la jarana  y a las cartas.

     Llegaron a Vera de Bidasoa sobre la una de la mañana. Encontraron el pueblo tranquilo y dormido. Las únicas luces encendidas, las de la fundición en la que trabajaba el turno de noche, totalmente ajeno a la "revolución".

       A quien desee conocer mejor la historia le recomiendo el libro titulado, "Pablo Martín Sánchez, el anarquista que se llamaba como yo", la novela de Pío Baroja, "El Caserio de Errotacho". Y, cómo no, Google.

          Además de todo lo anterior, después de meses de pedidos, me han llegado del Archivo Histórico Nacional (la chica que me atendió por teléfono resultó ser hija de Luis de la Nogal Coca,  "Porretica"), los folios del juicio, fichas antropométricas y fotos de estos dos villalpandinos, componentes de la expedición. De las declaraciones de ambos, y rebuscando he conseguido conocer los nombres del grupo de Villalpando, que fueron los siguientes:

        Los de las fotos: Casiano Alonso Pozo y Ángel Fernández Herrero, quienes parece eran los cabecillas.

       Además: Abundio Riaño González, nacido el 17 de septiembre de 1.902, por tanto de 22 años, recién cumplidos, la aciaga noche. Hijo de Juan Riaño, jornalero de 32 años, y de María González de 26 años. Éste era hermano de Felicidad, la madre de los Villasante. Vive el mayor, José Luis Villasante Riaño, en la residencia, y la menor, Argelia; el otro hermano fue el famoso Baldomero. Fue uno de los cuatro  "guerrilleros" muertos en los encontronazos con la guardia civil, carabineros y somatén. 

      Gabriel Lobato Quevedo,  nacido  el día 15 de marzo de 1895,  hijo de Benito, jornalero (estos "Mecos", ·"Bayones", "Brigidones... eran muy especialistas en los viñedos) de 45 años, y de María de 39, natural de Villárdiga. Gabriel, antes de marchar a Francia, había dejado en el pueblo a su mujer y a una niña, Armonía.

       Claudio Valeriano González López, nacido el 23 de Agosto de 1903, hijo del jornalero Macario González y de Petronila López.

              Jesús Gómez, a quien nombran como de Villalpando, en el libro citado, pero cuya identificación no he encontrado en los libros del Registro Civil.

               Todos estos datos proceden de fuentes diversas, si bien lo más definitivo es la copia del juicio contra Ángel y Casiano. En la declaración del primero dice que pasó la frontera acompañado de otro de su pueblo llamado; Claudio Infestas,  Aunque no consta su segundo apellido. Indudablemente se trata de un hermano de Argimiro, y por tanto, tío del actual Claudio Infestas López. Como su nombre no aparece entre los detenidos, ni en las copias del juicio sumarísimo, suponemos sería alguno de los que consiguieron volver a entrar en Francia, y no ser detenido por los policías franceses. Parece ser que emigró a Chile y allí hizo fortuna.

         Cuando acabo de escribir lo anterior, mi amigo Ángel Infestas Gil, cuyo padre era primo de  todos estos "Bayones" (su abuelo Eleuterio, "Rojo Bayón", hermano de Celestino Infestas, el Sr. Tino "Bayón", (conocí a él y a su albillera) me confirma que efectivamente este Claudio Infestas Lobato, era el hermano mayor de Argimiro, de Eloy, Tomás, María y Tinucho Infestas Lobato. Bayones por parte de padre, el Sr. Tino Infestas, y "Mecos" por parte de madre, la señora María Lobato Quevedo..

       Y, efectivamente: huyó a Francia y no fue apresado. Ahí perdemos su pista. sabemos emigró a Chile, si bien no en el barco fletado por Neruda. Quien viajo en el Winnipeg fue su hermano Tomás Infestas Lobcato.  el año 1939, quien figura en la relación de exilados españoles embarcados, rumbo a Chile en dicho barco. Por aquellos años de la guerra civil recalaron en Chile, otros dos hermanos, Eloy y Tomás; el pequeño, Tinucho, veintitantos años menor que Claudio, también emigró a Chile por los años cincuenta. Todos en ese país hicieron fortuna. Un poco después el sobrino Macedonio Gil Infestas

   Poseo constancia de las condenas a Casiano Alonso y a Ángel Fernández, doce y diez años respectivamente. También cumplió condena, menor, Gabriel Lobato. En el peor de los casos estos tres penaron en la cárcel de Pamplona, todo lo más hasta la proclamación de la II República, 14 de abril de 1931, De los datos orales que poseo, y por la edad de nacimiento de su hijo, Floreal, creo que Claudio González, "Cuatro ojos", o no estuvo prisionero o poco tiempo. Lo cierto es que él, junto a Gabriel y Ángel, regresaron al pueblo, donde ejercieron mucho y entusiasta activismo político. Era la de Villalpando la célula anarquista más importante de la provincia.

     El comportamiento humano de estos hombres y jóvenes anarquistas es elogiable, aunque ahora esta doctrina haya sido superada; pero trasladémonos a aquella España, a aquel poblachón de principios del siglo XX: pobreza, injusticia social... Había poco y encima estaba mal repartido. Entonces aquellas doctrinas que trataban de redimir a los oprimidos, que pretendían una sociedad más justa, eran seguidas por los más valientes, inteligentes y generosos.

        Los ingenuos anarquistas pretendían una sociedad en la que no hubiera amos, ni cadenas; la utopía de una sociedad fraternal en la que cada uno aportara lo que fuera capaz, y recibiera lo que necesitara. ¿De qué les servía a ellos el orden establecido si eran siervos de la gleba, si a cambio de mucho trabajo, cuando lo había, su alimento era escaso y deficiente, vestían con remiendos y vivían en casuchas con piso, paredes de tierra y techo de tobas? ¿Para qué jueces y guardias civiles? Para, a las órdenes de los patronos, sujetarlos en las huelgas.

     Aunque he escrito su filiación, ahora bosquejo una breve semblanza personal:

       Àngel Fernández Herrero, era hermano de la señora Carmen, la mujer de Matías Blanco, tío, por tanto de Martín, y de Pilar, la de Fortu, R.I.P; de Antonio, Rosarito y Luis Ángel. A su regreso al pueblo formó pareja con Celia, "La Cancina". Tuvieron una hija, que vive en Francia. Conservan su casa en la acera alta de la Ronda de San Pedro.

              De Claudio González, "Cuatro ojos" (por su cierta miopía, para poder leer, que le encantaba, trajo unas gafas de Francia. Enseguida la cazurrería pueblerina le adjudicó el mote), no queda familia en el pueblo.

         Estos, Ángel y Claudio, junto con otros siete, cuando las huelgas de 1934, para poder llevar un cacho de pan a casa, sustrajeron unos sacos de trigo de la panera de "La Maragata": detención, vergajo, inculpación, juicio, prisión. En la de Burgos estaban cuando estalló la guerra. Sería en agosto, cuando tres o cuatro del pueblo se presentaron allí para dar la orden de que los liquidaran. Han aparecido restos de veintisiete, sacados de la cárcel de Burgos, fusilados y enterrados en Aranda de Duero.

          Al poco de publicar el libro de la guerra, se presentó en casa una señora educada, de muy buen aspecto. Venía a darme las gracias por recordar a "su padre" moral. Y me contó la historia: era hija de Severiana, la viuda de Claudio. Su madre, al verse sola, con un niño, sin que los abuelos pudieran ayudarlos, se marchó a servir a Vidayanes. Al tiempo se casó con un mozo de la casa. De ese matrimonio nació ella, pero su madre le hablaba tanto de Claudio ( inteligente, culto, tierno, generoso, comprometido...) que lo consideraba como a su otro padre.      

      Gabriel Lobato, junto a su hermano Aurelio, fue otro de los represaliados directamente por gente vecina del pueblo.

       De Casiano, como nadie de los mayores, me da razón, supongo que al salir de la cárcel regresó a Francia. Parece ser era de la familia de la madre de Antonio "Gatero". Éste, en el juicio, declara "que cruzó la frontera engañado, que está muy arrepentido y siente mucho lo hecho, porque, aunque está soltero, tiene en Francia compañera y dos niños, uno de quince meses y otro de dos meses, de quienes se acuerda mucho".   

        Este  es mi pequeño homenaje a unos villalpandinos que, si no ilustres por sus blasones, también merecen ser recordados por su altruista peripecia vital, por su compromiso, por sus valores humanos. Y más cuando ahora en el pueblo nadie se compromete por el progreso moral y material del mismo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         

     

    
     



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