jueves, 1 de noviembre de 2018

AÑADIENDO MÁS ARGUMENTOS.


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       Aunque ya hace unos días que Cecilio publicó este artículo, como el problema no ha perdido actualidad, les cuento a ustedes lo que pienso sobre todo esto.

     Si bien no lo veo de una forma tan tremendista y que pueda repercutir en la modesta hostelería de la zona (que esto no es la Costa del  Sol), a no ser que te planten la macrogranja al lado del hotel o que te tiren los purines en las parcelas lindero, es innegable que ciertos problemas medioambientales acarrean estas instalaciones.

     El problema prefiero contemplarlo en un concepto mucho más amplio, en lo que pueden ser las producciones agrícolas y ganaderas sostenibles, las necesidades y las tendencias alimentarias en el planeta, los animales que mejor aprovechen y transformen los recursos, las explotaciones que fijen población en los pueblos.

    Para empezar: ¿alguien puede garantizar que la demanda de consumo de porcino en el planeta va a mantenerse a este ritmo? ¿Que en la China, o Argentina o Ucrania no se instalen macrogranjas?

    Cierto que en los países emergentes, donde sólo comían arroz, fríjoles y maíz, están a deseos de filetes y chuletones, de ahí el enorme aumento de la demanda, pero la tendencia en los países desarrollados donde los ciudadanos adquieren cada vez mejores hábitos alimenticios, es a disminuir el consumo de carne, preferentemente la de cerdo.

   Además no es este el animal que mejor aproveche lo que da la tierra. Cereales y soja son su alimento, la parte noble de las plantas. En todo el mundo los enormes rendimientos actuales por hectárea se basan en los fertilizantes químicos. Éstos son caros y no renovables. El fósforo y el potasio salen de yacimientos, de las minas. Ese poner en el mercado carnes relativamente baratas está basado en esquilmar y contaminar el planeta. Gran error desmontar, en base a unos precios ruinosos, todas las pequeñas y medianas explotaciones, repartidas por todos los pueblos, siendo más fácil la gestión de los residuos.

    Uno que a lo largo de los años ha visto tanto proyecto ido al garete, tanta inversión para nada, tanta instalación cerrada, piensa que ese puede ser el futuro que les espere a las macrogranjas de porcino.

     En siguiente capítulo, liberadas mis energías de tener que defenderme de la telaraña de un arbitrario autoritarismo, escapado de novela de Frant Kafka, expondré ideas ganaderas para la región.



     

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