lunes, 3 de abril de 2023

VENGO DE LA RESIDENCIA.


 

  De visitar a Juan de Prada Santiago. Parecía que no iba a llegar el día, pero todo llega. Cerrada, me temo que para siempre, tan longeva como peculiar tienda.  ¡Dios mío!: desde el año 1837, ¿cuántas generaciones de villalpandinos y comarcanos no han pasado por ella?

               ¿Cuántas generaciones de villalpandinos y comarcanos, desde el año 1837, no habrán pasado por ella? ¿Cuántas bacaladas no habrá cortado la vieja cuchilla? ¿Cuántas varas de telas, metálicas y de vestir, no habrá medido el viejo metro? ¿Cuántos cristales no cortados el viejo diamante? ¿Cuánto no habrá pasado por el viejo mostrador de nogal, o castaño, cuando menos?: cuartillos de aceite de la zafra a la aceitera en el serillo; aceitunas, escabeche de tino, latillas,... ¿Cuánto azúcar, arroz, garbanzos, lentejas, alubias, sal gorda y fina; pimentón dulce y de la Vera, azafrán, no habrá envuelto el papel de estraza; últimamente de periódico? ¿Cuántas tripas secas para chorizos. azufre, piedra lipe?

                Hoces, martillos, tornaderas, bieldos, purrideras, palas, cachas, varas de fresno  rastros, redes, sogas, cordeles..; albarcas, sandalias de goma, katiuskas, zapatillas de tela y esparto, de invierno, humildes botas campestres; milpis y otros caramelillos, regaliza, chicles; cacahuetes, avellanas, pipas, nueces..; camisas, pantalones, monos, ropa interior; guantes…; toda clase de hilos, agujas, cenefas, puntillas,…

                Y el carretillo. Me dio mala espina no verlo, como siempre, apoyado en la pared, ni la puerta de cristales.

                Repuesto del ictus, fue leve y tuvo la suerte de un vecino que fue a comprar, han traído a Juanito, desde el hospital a la Residencia. Está limpio, aseado, bien alimentado; entraba el sol por su ventana, tras ella, al fondo, el eterno horizonte hacia el sudeste: las suaves colinas del Valle y “Los campos”. Le acompañaban, arreglando todo, sus dos sobrinos hijos: Irene y Andrés. –“Cuando se reponga nos lo vamos a llevar a la casa de la plaza y le buscamos cuidadora”. ¡”Bien se lo merece Juanito!”.

                ¡Ay la residencia!: hay casos y casos. En el de Juanito, ¡qué bien! Está mucho mejor que en su antigua casa y tienda. Pero… Copio unas frases de mi relato, “Ya de vez”: …”quien no tiene hijos, ni nadie que lo cuide, todavía, pero que hayan metido en la residencia a Daría, la del toresano, que crió una rabizada de hijos…”. Está, con muy buen criterio, la Junta de Castilla y León, propiciando, apoyando, para que los mayores sigan cuidados en sus casas. Es un consuelo que, al menos, ya que han de salir de su casa, no hacerlo de su pueblo; y todos los que se valen y andan por ahí, están como en un hotel; los que tienen fracturas o están muy dependientes, o vivían en la ciudad, solos, en un piso, casi que no queda otra. Además, esta generación de niños de la guerra y pos, fueron criados en la austera necesidad, en las escaseces; son sufridos y resignados. Hago estas reflexiones para consolarme. Pero les juro que veo por allí, sobre todo ancianas, que me dan mucha pena.

          Pena, pena los dos nuevos ingresos de hoy. Aunque creo que, en ambos casos, lo sé del hombre, ha sido voluntad suya, va a seguir paseando por su pueblo; puede que también en el de la señora, parece ser que se le ha fracturado una cadera, y, en un rasgo de generosidad (virtud que siempre la ha adornado) no quiera ser una carga para los suyos. ¡Cómo cambian las circunstancias! ¡Qué vulnerables, con la edad, nos hacemos los mayores! ¡También nos hacemos más humildes, tiernos, comprensivos! Estas vivencias de tantos finales me producen unos enormes deseos de paz con todo el mundo.

                                                                   --------------------------

 

             



       Miren ¡qué campazo! La foto es de abril del 2.020. Si lloviera, (el eterno "si lloviera") veríamos así las parcelas. De lo contrario, otro desastre. Lo malo es que ni siquiera hay predicción. 

       ¡Venga!: vamos a rezar, aunque fastidiemos playa nieve, hoteles, procesiones... Nuestros campos están sedientos; en algunas cuencas los embalses al 15% de su capacidad; arden (porque, además, los prenden) nuestros preciosos bosques... REZAR, REZAR, REZAR, dirigirse a una posible Divinidad, es algo ancestral, va en nuestros genes. Además, consuela.

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