viernes, 15 de abril de 2022

VIERNES SANTO.-


 
    Entrada del Nazareno en San Nicolás después de la procesión del encuentro.




    Preciosa fotografía de la procesión del viernes de Dolores, con la Dolorosa en la plaza. Autor Pablo Modroño.



  Del mismo autor vean otra preciosidad de foto. Es la del Cristo de la Pasión, con sus cofrades y el Sindicato al fondo.


     Vean qué diferencia. Esta foto es de la procesión de un Viernes Santo, creo, en la década de los "sesenta".
  
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   Salí, con la emoción a flor de piel, a ver la procesión del Encuentro. Me impresionó, como si fuera la primera vez, ver llegar al Nazareno a San Nicolás, sobre esa carroza, en esa mesa tallada con primor por el carpintero Macario Gago recién jubilado, y que regaló a la cofradía; ese avanzar majestuoso, solemne, mecido por veintiuno, creo, costaleros, y alguna costalera, mocetones villalpandinos, al son de la banda; preciosa, a la vez que sobria la decoración floral. Me anduve apartado para que no me vieran llorar al agolparse en mi mente tanta vivencia, el recuerdo de tantas generaciones como han desfilado, orado, junto a esa imagen; tanta vieja emoción.

    Mantengo mi crítica a como se ha masificado, pienso, incluso paganizado la Semana Santa, más en las ciudades andaluzas. No sé si más de veinte mil cofrades tiene la "Macarena" ( y veremos si la de carne hueso, la Olona, no va a tener muchos más cofrades); pero me quedo, y más en los pueblos, con lo que tiene de religiosidad, de tradición, de heredado fervor; no me cabe duda.
   
     Me emocionó también, y mucho, ver salir a los costaleros de entre los faldones. Los más jóvenes son de la generación de mis nietos; estudiantes algunos, otros ya trabajando. Compruebo el relevo generacional: guapos, (morenos clásicos como mis vecinos los Juárez Toranzo; rubio, clavado a su madre, mocetón, el pequeño de Merce Blanco y José Mari Luna; "Chuchi" Mazarieogs, mezcla de Villalpando y Cotanes, allí al pie de la carroza, su padre Juanito me confortó con una confesión de su fe  más beneficiosa que todos los sermones; el de Carlos Antona e Inmaculada Suena; su primo, y dos chicas a quienes no conocí, salvo a éstas, a todos los iba conociendo, aunque ahora no los recuerde; están en la foto del programa )   bien hechos, dando bien la talla, aunque no todos sean de uno ochenta y pico, se agrupan por centímetros en cada fila interior; los más altos delante.

     Aunque el párrafo anterior pueda parecer cotilleo, no lo es, sino, como he dicho, la emoción al saber como, la mayoría, han heredado de sus padres, de sus abuelos, ese villalpandinismo religioso, esa devoción al Nazareno.

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     Aparte de esos sentimientos íntimos, para los que están fuera, les comento más cosas:
     Había poca gente en la procesión del Encuentro, incluso muchos menos cofrades de la Vera Cruz
   . He visto, por el video que ha colgado en  Youtoube, Juan Carlos Juárez que, salvo las cofradías, poca asistencia de fieles en las procesiones; donde sí hubo lleno a rebosar fue en la bajada de la Puerta Villa. Sí, sí: el pueblo está animado, si juzgo por mis familias (Modroños de Pablo y míos, y Mirandas Riaños) más que triplicada la población. Me cuentan que en los Oficios del Jueves Santo en San Nicolás, los cofrades, no todos y dos docenas de personas más, como la mitad de los bancos ocupados. También me cuentan no se llenó la iglesia de las monjas.

      Nuestra Semana Santa (aparte del más o menos fervor en cada quien) se ha hecho, en pequeño, urbanita. Aunque, salvo la Vera Cruz, con muy pocos cofrades. Y porque vienen los forasteros. Si es que el pueblo no da para cinco cofradías. Pero bueno: ¡Ahí están!, con sus carrozas, sus imágenes, sus túnicas, sus flores...

    Comparando con la fotografía antigua, vean la diferencia: había sólo dos cofradías, la antiquísima de la Vera Cruz, citada, y la del Cristo de la Pasión, fundada al acabar la guerra por unos pocos de los más afines con los vencedores; tuvo pequeña carroza desde siempre, pagaban a ocho jornaleros como costaleros, (de la familia de "Los Carpontes", recuerdo a la mayoría) el resto de las imágenes en andas. Procesionábamos al menos la mitad, unas mil personas, de los habitantes del pueblo; bien organizados (por los maestros los niños), por alguaciles los demás, en dos filas (indias podíamos decir), sin salirnos de las aceras. Sendos monaguillos, revestidos, con los ciriales, habrían la marcha. Primero niños, a continuación niñas; detrás, como ven en la foto, las mujeres, (observen que ni una llevaba pantalones, aunque las faldas ya estuvieran empezando a subir, a una se ve que sobrepasando la frontera de la rodilla) al final, sin mezclarse, los hombres. Cuando los ciriales llegaban a San Andrés (siempre las procesiones tenían el mismo recorrido (Amargura, Santo Domingo, Liceo, Plaza, Angustias, Real, San Andrés, el otro tramo de Amargura, San Nicolás) la cola de la procesión, con autoridades civiles, militares y religiosas, andaba por el estanco de la señora Severa, (Angustias).

     Como no existía banda, los únicos sonidos eran el ronco tambor de la Vera Cruz, ("Parte pan, higos y molletes, para mi abuelita, que no tiene dientes"), tocado por Eleuterio Valerio, "Cementerio"; del esquilón se encargaba Miguel, "el pregonero", y los cánticos lúgubres que cantaban, sobre todo las mujeres, si bien a veces, al ser tan largas las filas, no coincidían el "Perdona a tu pueblo, Señor, perdona a tu pueblo, perdonalo, señor. No estés eternamente enojado, etc." con el "Sálvame Virgen María, oyemé te imploro con fe...", y otros.




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