sábado, 12 de marzo de 2022

SEMBLANZA DE UN SOCIALISTA VILLALPANDINO EJEMPLAR, POR SI LOS DE AHORA, QUE LO DUDO, QUIEREN COPIAR.

 


               Estoy leyendo “Historia de la Diputación Provincial de Zamora” del Profesor Miguel-Ángel Mateos Moreno, desde 1875 a 1950. En ella me encuentro intervenciones del Diputado por el Distrito de Toro-Villalpando,  Antonio García Sacristán, que más adelante transcribiré.

               Ya en mis libros, “Víctimas de la guerra civil en Villalpando” y “La otra historia de la villa”, recojo amplia semblanza de su personalidad, que no voy ahora a repetir. Sí, en cambio, un fragmento de su intervención, en un pleno de nuestro ayuntamiento, celebrado el día 26 de noviembre de 1923, recién instaurada la Dictadura de don Miguel Primo de Rivera. Ésta suprimió todos los ayuntamientos de España, elegidos en aquellas elecciones de los turnos Cánovas-Sagasta, y nombró, militarmente, con la presencia del Teniente de la Guardia Civil en este caso, nuevos Ayuntamientos. En este de aquí había tres ricos, un comerciante, un escribiente, dos o tres pequeños labradores, dos pastores y un obrero, el Sr. “Pajalarga”, miembro fundador del PSOE en Villalpando, también afiliado a la UGT. Se explica este hecho porque el Sindicato Socialista vio con buenos ojos, y colaboró, al principio, con la llegada de la dictadura.

               Un Real Decreto de la misma, contemplaba la opción de conceder la voz, para quejas y reclamaciones, aunque fuera sin voto, a cualquier ciudadano que lo solicitara. Presidía la reunión el alcalde, elegido contra su voluntad por el resto de la Corporación y que dimitió dos meses después, don Ramón Álvarez Fernández, “Ramoninche”, Procurador  y propietario, quien, concede la palabra al obrero y esquilador, Antonio García Sacristán .                                                                                         

               Está transcrita en mis libros citados la intervención del Sr. Antonio: una de sus quejas era la existencia de “grandes cocederos de abono dentro de la población”, “nada se ha hecho en bien de la salubridad pública. ¿Por qué?  Porque en opinión del propio Sr. Alcalde nada se puede hacer por ser este pueblo, primero, eminentemente agrícola y segundo, porque los pobres quitan el abono si los labradores lo sacan fuera de sus corrales. ¡Señor Alcalde” Estas afirmaciones son gratuitas y molestas; gratuitas porque a pesar de ser Villalpando un pueblo agrícola, nada importa para que se cumpla lo que se relaciona con la higiene, y molestas porque, a pesar de la teoría del Sr. Alcalde, los pobres son tan honrados como pueda serlo el que más; y como quiera que saben de sobra que quitar es robar y el que roba es un ladrón, no pueden consentir de ninguna manera que quede esto sin que protestemos enérgicamente, pidiendo se dé una solución. Una pregunta, señor alcalde ¿Qué calificativo merecen los señores que han entrado a saco en la Hacienda Pública, Por qué si los pobres son ladrones porque haya alguno que, para comer unas tristes sopas se vea en la necesidad de coger una talega de estiércol para la lumbre ¿Cómo teníamos que llamar a los señores que tenían el encargo de administrar los bienes de de propios, (resumo) y se han apropiado de 140.000 pts?

                                           EL SR. ANTONIO DIPUTADO.

               Al no existir Seguridad Social, por lo tanto ni sanidad ni educación públicas y universales; al no existir tipo alguno de prestaciones sociales, sobre los Ayuntamientos y las Diputaciones recaía, en sociedad tan pobre, esa pesada carga. A la beneficencia han  de dedicar la mayoría de su presupuesto; siempre insuficiente, que procedía de las contribuciones rústicas, urbanas e industriales.

               En el siglo XIX, desposeída, por la desafortunadas amortizaciones, la iglesia de sus bienes, dejó de sostener pequeños hospitales que en las cabeceras de comarca había. Quedó uno en Zamora, Toro y Benavente, miserables, mal dotados.

               Capítulo importante de los gastos suponía mantener el Hospicio. Por ejemplo, en esta villa, unas tres madres solteras cada año llevaban a sus no deseados hijos, al hospicio.

               Para atender a los ancianos pobres, jornaleros que ya no valían para tirar de azada, había tres asilos, en Zamora, Toro y Benavente.

               Y luego el paro obrero, que hacía estragos en las comarcas de “Tierra de Campos” y “La Guareña, sobre todo. Expone el Sr. Antonio, años 1931-32 que la crisis y la penuria son totales. Las arcas municipales han sido vaciadas por los concejales del anterior régimen y pide una moratoria de los pagos que se adeudan a la Diputación, y la imposición de “una décima” sobre las contribuciones territorial e industrial, que se gravarían sobre aquellos municipios que lo deseasen.

               Amplio debate. Recojo fragmentos. Dice el Sr. García Sacristán:

               -Son los hacendados del pueblo los que deben contribuir, gravando sus contribuciones territoriales para ayudar a los que menos tienen”.

               “No es cuestión política, sino económica, así lo reconoce la gran mayoría de los concejales, aunque monárquicos, del Ayuntamiento de Villalpando, que los desheredados de la fortuna necesitan protección para no morir de hambre, y no pudiéndosela prestar ni el Estado, ni la Diputación, deben contribuir los que tienen riqueza, gravando ésta con “la décima” (Pagar una décima parte de sus cosechas)  que atenúe la angustiosa situación.

               No aprobar esto es querer que la Diputación acepte que la gente muera de hambre. Es necesario que contribuyan los hacendados forasteros, que después de esquilmar a los arrendatarios y llevar sus saneadas rentas a las ciudades, obligan a que los modestos labradores, residentes en la localidad, sean los que  tienen que soportar las cargas de todo orden”.

               Las anteriores afirmaciones son un botón de muestra de los valores humanos del Sr. Antonio: ansía de justicia social; defensa de los pobres (entonces sí que había verdadera pobrezas: robar un talega de estiércol para poner lumbre, para hacer unas sopas…), dar la cara, valentía, honradez a carta cabal. Era, además, un demócrata. Muy justo en sus apreciaciones sociales, las cuales reflejan muy bien, la situación del pueblo: “Es necesario que contribuyan los hacendados forasteros…”

¿Quiénes eran? Pues miren: la familia Covaleda propietaria de la dehesa “El Encinar”, 900 Has.; los dueños del Monte de las Pajas, otras tantas Has.; los Cuadrillero Reoyo del “Monte Coto”, que por esas Has. debe andar, más o menos. Luego, abajo, propietarios de muchas tierras, aunque estuvieran dispersas, estaban “La Palmera”, “Los Láncara” “Los Maroto” Luis Rodríguez, “Huesines”; “La Maragata”…; esos eran “quienes esquilmaban a los arrendatarios, los modestos labradores que habían de soportar las cargas de todo orden, que lo eran la mayor parte de los labradores  de par de  mulas del pueblo, a excepción de las cuatro casas grandes de tres o cuatro pares y tierras propias.

Visión profética la de este hombre: no era un marxista, no era un comunista revolucionario, ni un anarquista, sino un social demócrata, diríamos ahora. En igual honda estaba Ángel Galarza, del partido ( Republicano Radical Socialista) de mi abuelo. En el mitin que dio en la panera de la Srª Petra, calle Miraflores, actual tienda de Biri, apelaba también al voto de estas familias de labradores  trabajadores autónomos, quienes, en un escalón un poco superior a los jornaleros, votaban a las derechas.

Lo hacían porque aunque sólo comieran, pan, garbanzos y tocino, al menos no pasaban hambre, como los jornaleros; porque tenían algún cacho de tierra que amenazaban con quitarles comunistas y anarquistas; por le religiosidad, sobre todo en las mujeres, tan influidas por los cinco curas que había en el pueblo.

El Sr. Antonio García Sacristán, inteligente, alfabetizado, esquilador y obrero, no tenía más propiedad que su casa, calle Oso, en San Pedro, pero, como servidor, respetaba la propiedad privada, siempre que ésta cumpliera una función social.

Si todos los labradores se hubieran unido a los obreros tras los líderes moderados (en Villalpando este Sacristán, “Pajalarga” el Sr. Félix “el Roiso”, mi abuelo; el Sr. Manolo Núñez, Pablo Allende, labradores; don José Labrador, procurador…,) se hubiera podido llevar a cabo la reforma agraria, ese reparto de la tierra de los terratenientes, que era la “madre del cordero” (aunque mayor solución hubieran sido las obras públicas,  la industrialización) y evitado la guerra civil.

Ahora, quienes se dicen socialistas, los que tienen cargos, que ya no pertenecen a “la famélica legión”, sino, bastantes, a una burguesía bien alimentada, incluso con sobrepeso, ya que las teorías económicas del marxismo han fracasado, deberían, al menos, heredar las virtudes y los valores éticos de aquellos viejos socialistas. Cada uno en su pueblo, como el Sr. Antonio, posicionarse contra las corruptelas (les he mostrado con papeles unas cuantas y les puedo demostrar más)  de la secular derechona , la que con sus viejos métodos caciquiles,   no ha dejado de mandar en este pueblo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Como nieto de Antonio García Sacristán, le agradezco sus palabras.

Un saludo

Administrador dijo...


¡Gracias por tu comentario! Me gustaría conocer detalles familiares de cuántos hijos tuvo el Sr. Antonio (conocí al menor) Y de cuántos nietos. ¿Dónde vivís? Hace unos años se puso en contacto conmigo una nieta que vivía en Medina de Rioseco.

En mi libro "La otra historia de la villa", realizo una semblanza muy completa de vuestro abuelo. Le conocí de niño. Era muy amigo de mi familia.