jueves, 30 de julio de 2020

EN RECUERDO DE VISITACIÓN HIDALGO.


    Me acuerdo mucho de los ancianos de la residencia. Ya va para cinco meses que nadie puede entrar a visitarlos. Y los que salían todos los días, no han vuelto a pisar la calle. Dentro me quedan dos familiares: Carmen Gutiérrez Chimeno y Visitación Martín Chimeno. A ellas, y a los demás conocidos, me gustaba pasar a darles el "aeo", a conversar, cuando era posible... Era llevarles un poco de alegría.

      Una de las que recibía mi atención era Visitación Hidalgo, "Visi". Me preguntaba por la familia, por Belén (lloró un poco)  y tenía que pegarle voces en el oído. Durante muchos años fuimos vecinos por las puertas traseras, que ella y yo eran las que más frecuentábamos.

      Llegaron de Revellinos, las dos hermanas (Maxi, la suegra de Manolo "fontanero") allá por el año de 1955. Creo primero Visi, a cuidar a don Ángel Cañibano Mazo, Juez del Juzgado Comarcal, quien, prematuramente, había enviudado, un domingo de marzo por la mañana, de esposa más joven, Emilia Cepeda Lucas, y quedado con un niño no sé si de un año, Angelito Cañíbano Cepeda . Era de la numerosa familia de don Lucas Cepeda y Engracia Lucas, de la que supervive Clarita.

     Maxi vivió en la calle del Espino, y recuerdo que tuvo de pupilo a un hombre mayor, Secretario del Juzgado Comarcal, sayagués, que se llamaba don Jose Peñas Beneítez. Yo por entonces adolescente, en casa de Cossio, tenía mucha relación con los Juzgados. Creo que al poco se trasladó a cuidar a doña Maria Mazo Trabadillo y a su hijo Paquito Morales Mazo en la calle Zarandona.

    Hoy, hablando con una trabajadora de la Residencia, a quien pregunto por las "Visis", me dijo: la de Angelito Cañibano,  se murió hará dos meses, en plena pandemia...

    Me entró tristeza: Tan sin que nadie se haya enterado, tan en silencio... Por eso le dedico este recuerdo a Visi Hidalgo, por la gran amistad que nos unió, porque fue una de las mejores personas que he conocido. Siempre trabajando, siempre alegre...

    Además de cuidar muy bien a padre e hijo le sobraba tiempo para atender a dos o tres cerdas de recría en los cubiertos, que ella retejaba;  del corral colindante con el nuestro. De parte a parte  del mismo, embaldosó la parte central para que paseara don Ángel, cuando ya no se atrevía a salir de casa. En más de una ocasión hube de recurrir a ella como ayuda. En una de esas, moviendo un apero, se produjo un profundo corte en una pierna. No le dio importancia, nada me reclamó. Se curó pronto. -"No te preocupes que tengo una encarnadura como la de un perro". Si me preocupé y tuve atenciones con ella.

      Sus últimos años en la residencia los vivió con calidad de vida. Salía todos los días a su casa: -"Si yo no sé lo que es tener un catarro, si no me han puesto una inyección ni tomado una pastilla en mi vida..." La sordera fue su problema

      Y se fue consumiendo y mermando con mucha paz. La vi por última vez, poco antes de la pandemia. Ya no me dirigí a ella. Iba agarradica del brazo de una cuidadora. Noté que ya no... -"Que voy a cumplir noventa y nueve, me dijo en la última conversación..." Por poco, me acaba de contar Laura Grande, sobrina nieta política, no le pudimos hacer la fiesta de los cien años.

     Visi pasó por la vida haciendo el bien.

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       De otra defunción de hija del pueblo, familia muy amiga de la nuestra, de hace unos días, he tenido hoy noticia: Mercedes Gil del Sol, hija de Saturio "Carponte" y de Claudina, la hermana pequeña de Odelín, una villalpandina a quien echaremos de menos, siempre con el traje regional en las procesiones, siempre animando la fiesta.
     Les doy el pésame muy sentido a sus familiares.

     Les puedo asegurar que también me ha entristecido, sobrecogido, ¡(cuánto lo siento!, dije cuando esta mañana, por teléfono, me dieron la noticia; aún no había salido ni visto esquelas) el fallecimiento de una madre y esposa  relativamente joven, que está en la memoria de todo este pueblo, de los próximos, de mucha gente de Zamora.
    Aunque la mía sea una condolencia poco importante, de la que puede que ni se enteren,  y han tenido a cientos, y poco se puede hacer que mitigue tanto dolor, sepan que mi pésame es sincero.



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