jueves, 28 de noviembre de 2019

DE CUANDO CONSTRUYERON EL PRIMER SILO.






   Me ha mandado Toño Burgos unas cuantas fotos antiguas que son una pura delicia. Me evocan un montón de recuerdos que, como recordar es revivir, las voy a ir publicando, con sus detalles y evocaciones correspondientes.
    Lo primero que iré haciendo siempre es citar a quienes conozca.
La foto está hecha orilla al camino, hoy calle de Berrabueyes. Al fondo, el muro del convento de las monjas, la hace inconfundible.
    El del primer plano, en el centro de la imagen, el más alto, es Jesús Burgos Vega, quien en ese momento tenía 16 o 17 años.
    El que está subido a la máquina, junto al engranaje, segundo en altura, es Jacinto Fernández, hijo de José "Pelitos", hermano de Nersa, Edelmiro, etc. El de las botas de agua me suena a uno que vivía por el Rincón de San Cayetano, posiblemente sobrino del señor Manolo el jardinero.
    Como ven la máquina es un artilugio que llamaba la atención: una hormigonera que se auto alimentaba, con ayuda de los obreros.
   La foto puede estar hecha sobre el mes de febrero de 1.953. El primer silo, el más alto, se comenzó a construir sobre noviembre de 1952.
    La excavación para la cimentación fue cavada a pico y pala.  Era toda una pieza de la misma extensión que la base del edificio. Un hoyo de unos cinco metros, al que daba miedo asomarse. Salió agua.
   Todo ese solar entre las Cercas de Santa María, Berrabueyes, la Carretera de Madrid y la Calle de la Fuente, lo ocupaban dos eras. En una echaba el Sr. Filomeno "El Olegario", y en la otra el Sr. Pío Pérez, de ambos viven hijos e hijas. 
    Orilla de "La Cava" (el regato  desagüe del pueblo, y al que también llegaba mucha agua del campo,  que lo circunvalaba, naciendo en el caño de San Miguel y saliendo del pueblo, al cruzar la Ctª de Rioseco, a la izquierda de "la Rampla"), entre la anterior cava, digo, y las eras mencionadas, había un larguerico a más bajo nivel que las eras, que era "una reñal". Para los cultos: se dice herrenal.
    Sobre la Cava, con maderos, instalaron el retrete para los obreros. 
    A los niños de Santa María nos fastidiaron el campo de fútbol. Aquellas eras tenían un césped precioso.
     Ese antiguo silo se inauguró con la buena cosecha de 1955. Su fábrica era la adecuada para cuando todo el trigo se transportaba en sacos sobre los carros. Al principio ni siquiera construyeron báscula para pesar vehículos. Todos los costales venían desde la eras, o desde las paneras, envasados con el cuartal, la hemina o la media fanega, según las fuerzas del mozo envasador. Todos traían media carga de trigo, alrededor de 87'5 kilos. Una carga de buen trigo pesaba 175 kilos.  Como medida se solía utilizar la de media fanega, alrededor de 22 kilos. Con cuatro rasadas se llenaba el costal. y, claro, de tener que cargar con el costal, tablones arriba en la panera del Conde, o en las dos de Miraflores, a arrimar el carro de cela al muelle, abrir los costales y "vacearlos" desde el carro, había una gran diferencia. El carro más rumboso de violo y mulas de siete dedos podría traer doce costales. Como todos traían el mismo volumen, se pesaba uno y bastaba para hacer la cuenta.
      Por aquellos años, y bastantes después, era obligatorio vender toda la cosecha al Servicio Nacional del Trigo, SNT, dependiente del Ministerio de Agricultura, llamado después Servicio Nacional de Cereales, Lo creó Franco en plena guerra civil, todavía, en 1938. En aquellos años de escaseces y hambrunas, aunque el precio estatal era alto, lo era aun más el precio del trigo y la harina por libre, de estraperlo. Aquello estaba muy vigilado por los agentes de las Comisarias  Provinciales de Abastecimientos y Transportes. Los temibles hombre de "Abastos" que recorrían las eras.
    Por aquellos años cuando empezó a funcionar el silo, ya iban pasando las sequías, se iban abriendo las fronteras, y, aunque el precio del trigo seguía siendo alto, no había subido desde los diez años anterior. Así, sin subir apenas, (mucho menos que el coste de la vida) continuó hasta los años sesenta y setenta. Fueron los momentos en que los pequeños labradores o sus hijos, hubieron de "echar el hato" a Madrid, Vascongadas, Cataluña...
    También por aquellos años cincuenta, con la introducción de nuevas variedades, el "Pané 247", y los abonos minerales (para los herbicidas faltaban años aún), se duplicó la producción. Aún así no podíamos competir con los precios del exterior. Llegó un momento en que el SNT fue un protector de los cerealistas, al garantizarles un precio mayor que el del mercado.
     Estos silos se han quedado obsoletos. Pensados para el manejo en sacos en entradas y salidas,divididos en celdas longitudinales que se llena por arriba, llevan una compleja instalación mecánica de elevación por cangilones, costosa de consumo y mantenimiento. Además, sobre todo en el primero un desaprovechamiento, de su volumen interior. Piensen en una planta baja, otra alta, más la torreta por donde discurren cangilones, tubos, ascensor, en las que no se almacena grano. En una sola de las actuales naves de Agrinza, en las que se aprovecha todo su volumen hasta el cumbre, cabe más cereal que entre los dos silos.
   Pero me quedo con la alegría que produjo en todo el pueblo la construcción de aquel silo, a base hormigón, hierro, en encofrados de madera, que iba a tener una altura de CUARENTA Y DOS METROS, el doble que la torre de Santa María. En cuya construcción vimos aquella primera hormigonera y los primeros camionetos basculantes.
    Me quedo con la animación de las colas de carros hasta el mesón de Vencejo. Con la bandera que pusieron en lo más alto el día de la Coronación. Con tantos preciosos recuerdos.
     

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