lunes, 9 de enero de 2012

PACO ALLENDE.

El primer párrafo en el recuerdo a Matías, se lo podemos aplicar también a FRANCISCO ALLENDE GARCÍA, hijo del Sr. Tomás Allende. Él también fue uno de esos labriegos de la estirpe recia. Yo le vi trabajar muchos días, horas y horas, catorce, dieciseis, todo lo que el cuerpo aguantaba, cuando la siega de la alfalfa y el empaque apuraban.

En sus años de juventud formó parte de la cuadrilla de "toreros" locales a quienes los niños vitoreábamos desde los tablados. Pueden verlo retratado, capotes al brazo, al lado, nada menos que del mítico Ángel Guaza, esbelto, enjuto como eran todos los muchachos de entonces, con su peinado de raya al medio. Lo recuerdo perfectamente porque, además, se mantuvo así toda su vida, y porque tuve con él muy buena relación y amistad.

Paco fue una buena persona. No es el tópico elogio de la hora de las alabanzas. Mantuve muchos tratos con él. Ahí es donde se ve la calidad humana de cada cual. Un católico de Misa Domininal, en las que coincidíamos, que en la vida obraba como tal.

Su afición taurina le llevó, puede que todavía soltero, a comprar una punta de vacas bravas a D. Santiago Múñoz, que pastaban en "El Valle". Las llevó a su tierra de "Canillas", donde había hecho un corral de tapial. Para conducirlas usaron como cabestros a las dos vacas de arar de "Los Guadillos". De ahí le viene su apodo de "Guardiola", remembrando a un famoso ganadero salmantino. Después, se pasó de las bravas a las de leche.

Por los ochenta, noventa me juntaba bastantes noches en su tertulia de "El Paseo", con Marino Cepeda y un Sargento de la Guardia Civil que tocaba el acordeón en el Coro de las Monjas. ¡Cómo me gustaba oírle contar sus anécdotas de juventud". Era un hombre con gracia, fino, bien, sin una grosería, sin una blasfemia.

Ayer me consoló saber por su hija Transi, que ha vivido con placidez sus últimos meses, querido, cuidado por sus hijos. Y así fue el paso a la otra vida, plácido, en la misma paz con la que siempre ha vivido, en la casa de "La Finca", en su campo tan querido. Su alma gozará en el campo de allá arriba.

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