Ayer, Andrés Fernández, hijo de una de las personas más respetadas y respetuosas del pueblo, D. Manolo "el del banco", enviaba un mensaje a la "entrada", "Un Monjita Menos". Pueden verlo, junto a mi respuesta en "comentarios" a esa entrada.
Me animaba a que escribiera más en esta bitácora, que los "desterrados" del pueblo lo agradecen.
Ocurre que, a veces, "las cosas" del pueblo son tan penosas que prefiero callarlas.
Ayer ocurrió algo que necesito contar, como desahogo por el asco que me produce constatar la cantidad de odio que son capaces de guardar, de mantener, de reconcentrar algunos individuos.
El 25 de agosto, un guardia civil adscrito a esta comandancia, en la Plazuela de "Las Angustias", ¡fíjense!, no en la Autovía, delante de Caja España, me infló a multas. De otra tacada igual, casi en el corral de mi casa, me quedo sin carné. Tengo la esperanza que, por lo desproporcionadas y otras irregularidades, me sea aceptado el Pliego de Descargos.
No contento con las tres multas, y una que hubo de romper, además me pone una denuncia judicial por, según él, "altercado del orden público". Yo lo único que hacia era intentar persuadirlos con razones para que no me denunciaran o, al menos, no con esa severidad. Que la ley también les ordena perseguir a los ladrones y rateros, y en eso son menos escrupulosos.
¡Bien!: Ayer se celebró el juicio.
Yo esperaba tranquilo conversando de la siembra con mis dos testigos, cuando veo subir al último de mis anteriores agresores, el alcalde-cocinero; al poco renqueante (no empleo el adjetivo de forma despectiva, sino identificativa) a otro de los condenados por el mismo motivo.
Ambos, en sus juicios, utilizaron testigos y pruebas falsas, que no les sirvieron. Al verlos aparecer, me temí lo peor: -"Estos vienen de testigos falsos". ¡"Pero cómo la Guardia Civil va a utilizar testigos falsos...". Ambos, en sus caras, de por sí ya de mala leche, traslucian el odio que los recome. Su presencia me puso enfermo. Me temí una jugarreta. Por el móvil pedí auxilio a mi familia, al poco, iniciado el juicio, se presentó Felix, fue un alivio.
El que dos, tan significados, hubieran ido de testigos falsos, hubiera sido mucho cante, pero estoy tan escamado, que el susto me lo tragué: ¡IBAN DE ESPECTADORES!, se conoce que a disfrutar al verme sentado en el primer banco, junto a los guardias.
No creo disfrutaran mucho. el juicio salió bien, los testigos demostraron no hubo altercado del orden público, ni insultos ni agravios por mi parte a los guardias. El Juez admitió a prueba documentación por mí presentada probatoria de posible irregularidad.
Incluso, su presencia pudo ser una ayuda. Lo señalé en mi declaración: "la presencia de estos señores es muy significativa", "a nadie, servidor, había dicho ni el día ni la hora del juicio; que iba a celebrarse sólo lo sabían las personas de mi familia", "¿por quién, o dónde, se habían esos espectadores enterado?. ¿en el "Abeto Azul?". Me da igual. La información había partido de los denunciantes.Ahí está la prueba concluyente de las presuntas connivencias entre ese guardia y los peperos del pueblo.
No me preocupa el "estar fichado por la guardia civil", ¡Dios quiera que no!. Me desagrada la certeza de ese odio tan atroz que no cesa, viviendo en el mismo pueblo, y del que están siempre que pueden dando muestra con continuas provocaciones. Paso y rehuyo ocasiones, la bicha interior no me corroe. Pero, ¿para qué van a la iglesia?. Incluso por su bien, ¿no serían capaces de olvidarme?.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
eres un cheposo!!
¡Bueno!: ¡Pues ya lo ven!: lo de siempre. Contra la verdad, la razón, el argumento: el insulto.
Es de agradecer que esta vez sea suave.
También, como siempre, la cobardía del anonimato.
¡Qué pena!.
ACLARACIÓN: Mari Carmen, la mujer de Andrés el del Abeto, es una mujer amable, encantadora. Lo de "Azul", suponiendo ese adjetivo tenga matiz peyorativo, no va por ellos, sino por una parte de su clientela.
El pasado verano, en dos ocasiones, una con mi esposa y otra con un matrimonio amigo de fuera, estuve sentando en su terraza.
Al poco llegaron algunos "azules", matrimonio y el fruto de su amor, (por no dar pistas diciendo hijo o hija)ocuparon una de las mesas vacías, nadie más había, que Mari Carmen con ellos, al poco en las dos ocasiones comenzaron las indirectas provocativas para que las oyéramos. Nos fuimos. Antes de eso, Marí Carmen obsequió a mi esposa con un helado. ¡Cómo le agredecimos el detalle...!.
Me gustaría que quien entre en esta página, le transmita mi mano tendida a esta familia.
Que nadie ponga en mi pluma lo que no he dicho. Lo escrito ahí está, sin más.
Comprendan que una persona acosada ha de defenderse.
¡Por supuesto que de lo que en un bar se hable no hago responsables a los dueños...!.
Publicar un comentario