lunes, 19 de marzo de 2018

LAS MACROGRANJAS DE PORCINO. ¿¿...???



     He visto la convocatoria para mañana, a las 20 horas en el Ayuntamiento. Veo que todos los conferenciantes son "anti". Eso no es informar. Para que los ciudadanos podamos pronunciarnos a favor o en contra, lo justo sería escuchar también las razones de quienes están a favor, que me imagino serán los responsables de la Junta y las autoridades municipales que conceden las licencias; algún responsable de la empresa..., algún ganadero con experiencia...

    Habría que saber cuántas cabezas de porcino existían en la provincia cuando había marranas por todos los sitios y en condiciones mucho peores que en las modernas explotaciones, y cuántas puede haber con las macrogranjas previstas.

   Sería necesario conocer el tratamiento y la gestión de los purines, y, desaparecidas todas las pequeñas y medianas explotaciones, saber cuál es la alternativa a la producción de carne de cerdo. Como las vacas también contaminan, y todos los animales, habría que plantearse un nuevo modelo de alimentación humana. ¿Todos vegetarianos?

    Los de mi generación y más jóvenes, nos criamos en unos pueblos donde convivíamos animales y personas. Dentro del casco de Villalpando, concentrado entre la calle de Olleros, las Cercas y la Ctª de Rioseco, (entre éstas y la carretera de Madrid, sólo había dos casas y el resto eras y una huerta), estábamos los dos mil ochocientos habitantes, todas las mulas, yegüas, burros y muletos; todas las ovejas y las vacas; los marranos, gallinas y conejos, amén de erros, gatos y ratones. En bastantes casas se pasaba de la cocina a la cuadra o al cabañal; podría haber un portalón por medio. En los corrales los muladares, en algunos casos, pegando al pozo. Cuando llovía por las colagüas y traseras salía el agua teñida de estiercol a las calles llenas de barro, o incluso a alguna asfaltada.

     Cuando desaparecieron las mulas esas cuadras las ocuparon las vacas de leche, incluso se aumentaron, para ellas, las cuadras dentro de los corrales; marranas de cría, había por todas las partes. Poco a poco empezaron a salir afuera. Les hablo de mi vecindad: en el corral de Luis Mazo, mulas y ovejas; allí, bien cerca, el cabañal de Floreal que, por detrás, estaba de frente, a dos metros, de donde tenía las vacas "Brillantina". En esas dos pequeñas manzanas tenían vacas Teofilín, Maca, Tomasín (éste, además, dos mil pollos), Guadillo, (y ya ven adonde ha llegado) Tano, Casto; hasta las monjas tenían una vaca. Pegando a nuestro corral tenía cerdas Patatero y Visi, la de Cañibano... Con todo, hasta el año 70 el olor que predominaba en el barrio era el del vapor de nuestra aguardientería, que era sano.

     ¡Bueno!: no es que elogie aquello, pero así vivíamos, y convivíamos. Veíamos natural que en el pueblo oliera a oveja. Creo que ya se había acostumbrado nuestra pituitaria y no nos molestaba.

      Cierto que llegó un momento, un verano, debió ser a principio de los noventa, en que criaban cerdos con suero en una quesería de la calle Real, mandaban los purines al desagüe y las bocas desprendían un hedor insoportable. Por aquellos años es que llegó a haber ya, lo que entonces eran granjas grandes, pegando o muy cerca del pueblo. Aquello sí que era, sobre todo por las noches, un pestazo molesto. Seguro que mucho mayor que el que nos pueda llegar de la macrogranja de Cerecinos. Si no macro he estado en naves ya con algún mil de cerdos, y por fuera no huele. Y las medidas de sanidad y bienestar animal en estas modernas granjas son especiales. No sé de dónde sacaría el Évole ese sectario reportaje.

     Sí: yo conocí la agricultura y ganadería totalmente ecológicas, cuando trabaja en la agricultura el 60 % de la población activa, y no producía alimentos para el resto de los españoles, que éramos la mitad que ahora. ¿Podríamos volver a las mulas, la hoz y el arado romano? ¿a producciones de 700 kilos/Ha. en trigo de media?

    Y no, no crean que estoy a favor de las macroexplotaciones, ni ganaderas ni agrícolas; si a favor de las familiares de término medio, y de utilizar los menos abonos químicos (el exceso de nitrato sí se lixivia  y llega a las capas freáticas en los suelos muy permeables, como nos ocurre en los "Pinos de Quesada") y fitosanitarios posibles, pero no prescindir de ellos, porque nos moriríamos de hambre, y tan malos no deben ser cuando el promedio de vida se está elevando mucho.

    Y, por supuesto, que la macrogranja de Cerecinos no es la culpable de nuestros arsénicos y fluoruros, sino la desidia municipal.

     Termino por donde empecé: no me pronuncio ni a favor ni en contra hasta que no oiga a las "dos partes", o hasta que alguien me responda a la cuestión de la alimentación humana. 

     

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