viernes, 29 de noviembre de 2013

INGRATITUD, SIN DOLOR. (V)


    Como ven me ha costado trabajo seguir con el relato. Al cabo, de esa pobre mala gente me da pena. Si quiero llegar al final es para reprobar, más que la actitud de estas inmigrantes, la de otros indeseables que pasaban por allí.

     Habíamos dejado a Crecencia Leiva reponiéndose de su cáncer, gracias a la sanidad española. Voy a ser conciso, omitiendo fechas y detalles accesorios, en todo lo sucedido después.

     Trajimos a su hijo Matías, recién cumplidos los 18 años, sin conocer sus habilidades ni capacidades, simplemente fiándonos de ella. Éste ya vino con oferta de empleo y papales en regla a trabajar en Fontanería "Mañanes", gracias a la intervención de David.

     Como ya estaba Carolina en Villalpando, se instaló en el mismo piso que ésta. Otro trabajador de Mañanes, Félix Mantecón, le llevaría y traería al trabajo, en Benavente, a diario.

    Cres se recuperaba a marchas  forzadas, pero seguía cobrando baja y el salario en casa de "Julines".

    Matías, menudo, chiquitín, aniñado no sé si aguantó tres semanas en el trabajo. Después de varios intentos, un día se escapó del corte. Estaban en la terraza de un edificio importante en la Avenida del Ferial, en Benavente, para que le abrieran la trampilla, pues ya había intentado largarse, dijo que estaba malo. Pasó por la oficina de la empresa. Pidió y firmó el finiquito, y se vino andando hasta Villalpando. Se movilizó no sé cuánta gente, servidor incluido, hasta que apareció ya aquí.

    Fui a buscar a la madre a Cerecinos. Le hicimos las consideraciones al caso: desperdiciar la ocasión de su vida, cómo se lo habíamos puesto en bandeja: contrato de trabajo, arreglo de papeles, viajes, gastos, etc.

    Toda su respuesta fue: -"prefiero estar allá, en la calle, recogiendo cartones. Nos repartimos los cuatro pesos, los amigos somos de verdá, y no nos tiramos los favores a la cara".

    ¡Qué cabrón!. Me di cuenta que era un caso perdido y que mejor así. Noté como la madre lo alcahuetaba. Incluso ella me había informado (puede que sin saber el motivo) de como le gustaba, el sábado noche, la calle del Olivo.

     Tenía "mono" de Villa Soldati, de ese submundo del que empecé a imaginarme lo peor. La madre consiente y le paga el billete de regreso. Aún seguía allí Silvana. Creo ya habría nacido la nenita.

    Al cabo de unos cuantos meses, no sé si cerca de un año, Matías le llora a su mamá varias veces por teléfono que se encuentra mal, que necesita volver a su lado. ¿Y la madre, qué iba a hacer?. Otro billete, y el niño otra vez a España.

     Yo, que sabía lo que ganaba, (aparte de un préstamos de la Caixa, en el que fui avalista) no me explicaba de dónde salía para tanto viaje. Alguna vez me decía que así que pudiera me iría devolviendo lo de su primer viaje.

     -Por nosotros no te preocupes, pero si debes intentar evitar tanto gasto.

    Después he acabado de saber de donde salía todo: de, con su dulzura, dar sablazos, que luego explicaré, a todo el que pillara a mano, aparte de un año cobrando baja, dejando de pagar la Seguridad Social, trabajando en la casa primera, a quien  dejó debiéndoles dinero le habían adelantado, después ya en Villalpando, en el Ideal, a horas, de limpieza, y en otras casas.

    Ya antes, después del viaje de los papeles, viajó otra vez a Buenos Aires, a arreglar no sé qué problemas de la casa, que si no la perdía. Ya entonces me pareció un cuento.

    Y, claro que Matías  se encontraba mal. Como que al poco de llegar hubimos de ingresarlo en el Virgen de la Concha, por un problema hepático, de donde, también se quiso escapar.

    Como yo llevaba y traía a la mamá, y pasaba ratos  en la habitación con el muchacho, supe la causa del problema hepático, aunque ya lo sospechaba y veía a la legua: drogadicción.

    Lo curaron y  prometió no volver a ese mundo. Él, tan contento, en casita al cuidado de mamá.

    Les cuento una anécdota ilustrativa:

    Campaña electoral 2.008. Yo recién afiliado a UPyD. Le pido me ayude a pegar carteles de Rosa. Le trataba con mucho cariño. Me hacía gracia su deje "gardeliano" de tango desgarrado. Al acabar le doy 20 euros de propina. Le pareció poco y me lo tiró en cara. Sonreí y callé sin decirle las pelas que me tenía para allá su mamá.

   No obstante, y, como aquí se podría aplicar esa epístola de San Pablo sobre el amor, (nada que ver con lo erótico), y como Cres seguía siendo diligente, trabajadora,  simpática, persuasiva, le seguíamos prestando la ayuda que nos pedía.

     (continuará)


 

3 comentarios:

tomas Mansilla dijo...

Leyendo con avidez, y "Mono" de dicho relato (Pues nos los das con cuentagotas, a mi también se me escapó lo de cabrón y vago, en cierta forma soy como tu, generoso ofreciéndome en todo momento para dar inclusive aquello que casi no tengo.

Pero leyendo tus peripecias, uno se hace mas meticuloso en aquello que siempre creí, en dar sin recibir nada a cambio.

He sido voluntario de acompañamiento de personas mayores en residencia, voluntario de Cáritas y cruz roja, y voluntario del banco de alimentos, he visto casos sangrantes, tanto en nacionales como en extranjeros pero esto que nos dices, esto, ya clama al cielo, en fin, esperemos que te entre las ganas de escribir, y nos cuentes en que terminó todo esto, saludos cordiales

Anónimo dijo...

Vamos Agapito que digo lo de mansilla me tienes en un sin vivir. Por favor continua que estoy alucinada de lo mala y desagradecida que es la gente .Gracias a dios hay personas buenas como vosotros si no es aqui sera en el otro mundo donde sereis premiados animo

Administrador dijo...



Mañana s. D. q. el horario que dedico a escribir, a primera hora, lo dedicaré al siguiente capítulo, suponiendo que Jesús o Álvaro no me pidan alguna ayuda.

Si es que no paran de salirme trabajos. Ahora he de contestar, a mano, en un cuaderno, un cuestionario como maestro jubilado que me ha traído una alumna de Magisterio.

Por las tardes cuelgo y contesto si hay algún mensaje, leo la prensa y el libro correspondiente. Ahora estoy con "Historias de una Maestra" de Josefina Aldecoa. Una preciosidad. Leer para mí es un descanso, una necesidad.

En el hecho de ayudar de ser buenos ya en esta vida se encuentra el goce en la paz, en la satisfacción interior.

¡Gracias por vuestros mensajes!.