viernes, 15 de noviembre de 2013

INGRATITUD (IV)

INGRATITUD (IV)

Dejamos el capítulo anterior cuando Crecencia Leyva regresa a Cerecinos de Campos con los papeles de la Argentina.

Al día siguiente, algún hijo del Sr. Julio, volvió a Zamora, dio de alta a Cres en la Seguridad Social, y: todo arreglado.

Los meses fueron transcurriendo. Yo seguía visitándola de vez en cuando. La invitamos al bautizo de Nacho. Ella se mostraba muy contenta y el señor y sus hijos, sobre todo Josefina, con la que más convivía, le cogieron cariño.

Mandaba prácticamente todo el sueldo a sus hijos, Silvana y Matias, en Villa Soldati. Euros que allá eran un dinerazo. En una de las conferencias, su hija, de 19 años, le dice que está embarazada. Tenía un novio muy formal, un chico que había salido bien formado de las Escuelas de Fátima y ya tenía trabajo. Reconoció, quería, no se desentendió ni de la niña ni de la madre.

Cres, aunque vital y alegre, empezó a tener problemas de salud: diabetes, exceso de triglicéridos, hipertensión,... Médicos, tratamientos. Cuando todo eso se iba corrigiendo le detectan un incipiente tumor de mama. Hay que operar. Junio de 2007. –“Me van a meter la cuchilla, me dijo con cierta gracia…”

En todo el preoperatorio nos repartíamos los viajes, a Benavente, Zamora, Salamanca, los hijos del “patrón” y servidor.

Durante la operación allí estuvimos, en el Virgen de la Concha, una hija de Josefina, recién licenciada en medicina y yo. Cuando el cirujano salió del quirófano, preguntó:

-¿Los familiares de Crecencia Leyva?
-Esta chica y yo-, respondí.
-Le hemos hecho una buena limpieza. Había unas pequeñas ramificaciones hasta la axila. Ha quedado limpia. No ha habido necesidad de extirpar la mama.

Nos dio mucha alegría. Inmediatamente llamé a Buenos Aires para dar la buena noticia. Esperamos a que la sacaran de reanimación.

Al poco de estar en la habitación abrió los ojos. Se palpó la mama. Nos miró y sonrió. La dejamos ya consciente.

No le faltaron visitas en los días de ingresada, que fueron pocos. Se recuperó muy bien. Aún así, en la casa en la que trabajaba, los primeros días, en lugar de la cuidadora era la cuidada. Había pasado más de un año desde su llegada y la consideraban como de familia.

Después he sabido que siguieron pagándole igual el sueldo, al tiempo que ella cobraba de la baja por enfermedad.

Su recuperación fue rápida. La medicina española le salvó la vida. En una de sus visitas, no obstante, le dice el oncólogo ha de someterse, además de a las sesiones de radioterapia, que ya le habían puesto, a sesiones de quimioterapia. Ese día fue en el coche de línea.

Al llegar a Cerecinos me llamó llorando. No quería perder su hermoso pelo, a pesar de que el oncólogo le dijo que las sesiones serían de poca intensidad. Se negaba a la “quimio”. Le dio el doctor cita para próxima visita en que ya decidiría.

Ese día la llevamos Sara y yo. Fuimos con ella a la consulta. La arropamos, animamos, convencimos. Le dieron fecha……

Demos marcha atrás a la moviola.

Marzo de 2.007. Me dice que una amiga de su hija, Carolina, compañera de curso en Fátima, quiere venir a España. Pondera sus encantos. Dice ha trabajado como camarera, y que un día a un obsceno que, obnubilado por la minifalda, le puso la manaza en la nalga, le vertió la bandeja encima, por lo que la despidieron.

Veo un anuncio: SE NECESITA CAMARERO/A PARA BAR IDEAL. Llamo al número de teléfono. Se pone Maxi Fernández. Hablo personalmente con él y con Conchi. Les doy la referencia (luego resultó falso aval) del padre Leoncio. Y les digo lo mejor es que hablen con Cres, de quien no tenían ni idea.

Un día que van a Benavente, entran en Cerecinos. Conversan. Cres les disuade. Conchi viene encantada de lo buena que le ha parecido la señora. Deciden que venga Carolina, prueban y si cumple, le arreglan los papeles.

La historia de esta chica creo ha de ser mejor aparcarla. Uno de mis hijos fue a buscarla a Barajas. Le teníamos buscado pequeño piso, donde Ismael. Conchi y Maxi la acogieron como a una hija,….

En el siguiente capítulo continuaremos con la historia matriz.



5 comentarios:

Anónimo dijo...

sabia que erais una familia maravillosa y todo esto me lo certifica . Seguir asi eso es amor al projimo.

Tomás Mansilla dijo...

Vamos a ver Agapito, termina ya de una santa vez el relato, joder, que ya no me quedan uñas que llevarme al gaznate, no tengas al personal en vilo, anda majo anímate.
saludos cordiales

Agapito dijo...


¡Gracias!. Hicimos lo que debimos, pero ya verás al final cuál fue el "agradecimiento".

Agapito dijo...


Tomás: Un poco de paciencia. Sabes de mis muchas otras actividades y de que mis nueronas necesitan muchos descanso. Además hoy ando un poco griposo. He pasado la mañana acostado.

Agapito dijo...

Item más: El pasado lunes viví una experiencia que necesita relato. A ver si mañana puedo seguir con lo de paraguayo-argentinas.