lunes, 2 de septiembre de 2013

EL CENTRO DE INTERPRETCIÓN DE LA CARPINTERÍA DE LO BLANCO. VILLAMAYOR DE CAMPOS.



Hacía mucho tiempo que José Roales me insistía visitara la antigua Iglesia de San Esteban de su pueblo. Por fin, ayer domingo, agarré la bici, y p’allá. Me retrasé sobre la hora convenida. Pacientemente me esperó.

José Roales es un agricultor culto. Posee libros, lee. Él me prestó el tocho de Edwar Malefakis donde se explica todo el malogrado intento de “Reforma Agraría” durante la II República. Pertenece a la Junta Directiva del Sindicato Agrario COAG. Secretario de la Cooperativa Agrinza. Es un buen amigo. Compartimos los mismos puntos de vista en cuanto a lo que debería ser la Política Agraria Común. Compartimos un gran amigo, Ramón López. Es, además, un amante de su pueblo.

Hacía el año 1997 se derrumbó gran parte del ábside, plano, de la Iglesia de San Esteban. Él y otros ocho nueve amigos se empeñaron en que ese edificio, desmontado y desalojado lo más valioso, fuera abandonado, pasase al estado de ruina, como ha ocurrido con tantas otras iglesias, cuyo mantenimiento se hacía imposible sostener.

Omito todas las peripecias, contratiempos, obstáculos que hubieron de vencer. Crearon la “Asociación Amigos de San Esteban”. El Obispado les cedió la propiedad del edificio. Se pusieron manos a la obra. Buscaron dinero de todas las partes. La mayoría lo encontraron en la “casa grande” (eran años de bonanza) Junta de Castilla y León: un millón doscientos mil euros.

Resultado: el edificio ha sido restaurado en su totalidad, muros, cubierta, pisos, y han sido restaurados los elementos artísticos. Dado que la cubierta de esta iglesia es un buen ejemplo del arte conocido como “CARPINTERIA DE LO BLANCO”, han convertido al antiguo templo en el CENTRO DE INTERPRETACIÓN de dicha carpintería.

Sin pérdida de tiempo me pasó a la antigua sacristía y me expuso un vídeo donde se explica muy bien este arte. Lo resumo.

A esta faceta artística de trabajar la madera, también se le denomina “mudéjar”, dada la gran influencia que sobre la misma ejerció la decoración geométrica típica del arte islámico.

Permítanme (con permiso de los ignorantes del foro local, quien, como dijo Machado, desprecian cuanto ignoran, y soltando un “gracieta” con la que se creen listos, intentan desprestigiarme, lo que no consiguen) una pequeña digresión cultural.

Se dio en denominar mudéjares a los musulmanes establecidos en la península que, a medida que los reyes Cristianos la iban reconquistando, se quedaban a vivir, al principio en pacífica convivencia, en los territorios conquistados. Les permitían la práctica de su religión, de sus costumbres, hasta 1502 en que les obligaron a bautizarse y a practicar la religión católica, momento a partir del cual se les empezó a denominar moriscos. Finalmente, en 1609 fueron expulsados, medida que no fue efectiva, ni falta que hizo. Subsistían dedicados a los trabajos de más esfuerzo: agricultores, albañiles, carpinteros,….
La repoblación de nuestros “Campos Góticos” comenzó en el siglo X, con muy pocos efectivos humanos (era muy escasa la población de la península). La afluencia de gentes también del sur (“toldanos”, “coreses”, “cordovillanos”,… y, sobre todo, el aumento demográfico fueron dando origen, ya en los siglos XI y XII, a multitud de núcleos urbanos, de pequeñas aldeas y alguna que otra villa, y con ello la construcción de iglesias. Siguiendo el patrón del estilo románico, al llegar a nuestras terrosas llanuras, se encontraron con una dificultad: la escasez, incluso falta, de canteras de donde extraer la piedra de donde tallar los sillares para construir muros, arcos y bóvedas, de ahí que los albañiles mudéjares recurrieran a cocer el barro, al pequeño ladrillo macizo que, argamasado con cal y arena, les permitía, incluso detalles decorativos. Esas iglesias construidas con ladrillo son las románico mudéjares, aunque ahora está quedando, simplemente, el adjetivo mudéjar.

La piedra arenisca, cuyas rocas apenas si afloran por Las Urnías y la Maya, la aprovechaban para cimientos, parte baja de los muros y arcos, en los que sustentar las bóvedas, rellenada los vanos también con dichos ladrillos. Aquí tenemos un ejemplo bien visible de bóveda con ladrillo mudéjar en la iglesia de Las Monjas. Sobre las bóvedas, dejando considerable espacio, los tejados apoyaban en grandes vigas bastas y machones de madera.

Era una construcción más costosa, de ahí que fueran recurriendo a techumbres de madera vista, sin bóveda. Pero claro: no era cosa de dejar a la vista esas toscas vigas, machones, tablas, sin desbastar cogidas con gruesos clavos. Por eso recurrieron a pulir esa madera, a añadirle elementos decorativos, a hacerla arte, mediante el cepillado y el labrado, incluso la talla.
Son estas cubiertas toda una expresión artística que, de los siglos XIV al XVI alcanzó su esplendor. La característica principal de la multitud de piezas que componen cada cubierta, cada armadura, es su unión mediante ensamblaje, como si de una gigantesco puzle, o mecano, se tratase.

Imagínense la exactitud, la precisión de todas las piezas para conseguir el ensamblaje perfecto cuando aquellos artesanos carecían de medios mecánicos, cuando sierras, azuelas, escoplos, garlopas, cepillos, todo, era manual.

Y si ese trabajo manual requería maestría era posible gracias al talento de “los maestros”, quienes habían de diseñar el plano de todo el conjunto, los patrones, tamaños y formas de todas las piezas de la armadura. Multitud que tenían sus nombres y omito, que para eso está Wikipedia.

Sin haber pasado por otra universidad que los talleres gremiales donde los conocimientos se transmitían de padres a hijos, dominaban la geometría y el manejo de útiles geométricos: La cambija, escuadras, cartabones, reglas, compases,… con los que conseguían esas filigranas, ese legado que podemos admirar en los artesanados del altar de San Esteban en Villamayor de campos, en la armadura ochava, a cuatro aguas de la iglesia de Bustillo del Oro. La decoración alcanza el primor en los “racimos mocábares, especie de pirámide octogonal invertida que cuelga de la cúpula en la iglesia de Villanueva de Azoague y en las de Morales de Toro y Santa Colomba de las Carabias.

Más ejemplos de la carpintería de lo blanco, de armar, de techos, cubiertas, armaduras, artesonados tenemos en las iglesias de Castroverde de Campos, Villárdiga, Villalba de la Lampreana, Vidayanes, Revellinos, dentro de la ruta de Villalpando; además de los citados, en la ruta de Benavente, tenemos el impresionante artesonado de la nave mayor de San Cristobal de Entreviñas. Más carpintería de lo blanco, incluso con motivos policromados, podemos contemplar en Castronuevo, Bustillo del Oro, Malva, Abezames, Villalonso, Pinilla y Morales de Toro en la ruta de esta “ciudad de doña Elvira”.

En Villalpando poseíamos un magnífico artesonado en la Iglesia de Santiago. Poco antes del cierre de ésta, hacia 1947, fue desmontado y trasladado a León, cuando pertenecíamos a esas Diócesis, de la que la Parroquia recibió un importe de 45.000 pts. Ahora se puede visitar en la sala del archivo del Obispado de esa ciudad.

Les aseguro que para gozar, disfrutar de estas maravillas, es necesario primero conocerlas. De esa labor didáctica se encarga la Sociedad amigos de San Esteban, que preside Roales, en Villamayor de Campos. Recomiendo su visita: del video, los paneles, la maqueta, el puzle, las herramientas, las explicaciones de “Jose” aprenderemos. Y así podremos sentir el deleite, el placer espiritual que, también, emana este arte.

Estos goces espirituales nos elevan del estado de brutalidad que mejorando a los individuos mejora a las sociedades.


2 comentarios:

Antonio-Isidro de Caso Crespo (carrisio) dijo...

Gracia amigo por tu descripción de este hecho, porque has construido con tu relato un tipo de castillo en el aire muy real y tan hermoso que me conformaría aunque siguiera esta iglesia en ruinas.

Lo primero que hago todas los días es ver tu blog, leer todo lo que escribes y redactas con gran claridad todos tus relatos, de ahí mi admiración y respeto a tu persona, muchos somos lo que vemos lo que tú aparentas y representas para la cultura; pero pocos son los que advierten lo que realmente eres, un fenómeno de estos tiempos.

He tenido que leerlo dos veces para ver lo exacto de esta redacción tan significativa; pero quiero que sepas que he tenido que mirarlo una sola vez para ver lo hermoso que te ha quedado.

Un abrazo.

Agapito dijo...


¡Gracias "Isidrín"!. tu padre, puede que de niño, algún vez rezaría en esa iglesia.

Un abrazo.