jueves, 3 de noviembre de 2011

FRATERNIDAD, García Blanco.

Así, cuando nació le puso su padre, el tío Prim, (mote heredado del abuelo, único que supo en la escuela el nombre del Presidente del Consejo de Ministros, el progresista General Prim, cuando “La Gloriosa”).

Era el año 1920. En aquel humilde e inteligente artesano zapatero, seguramente heredadas, a juzgar por lo de “Prim”, que no “Plin”, habían calado las ideas de igualdad, fraternidad y solidaridad. No sabía que para aquella niña no sólo escogió un nombre, sino un lema para su vida.

La solidaridad pasaba de ser abstracción a realidad, vivida en el seno de aquella familia modesta. Enfermo el padre, todos los chiquillos se aplicaban en luchar, trabajando en lo que pillaban, para subsistir. A un hermano, adolescente, venía, por la carretera de Zamora de trabajar en la dehesa, y lo mató un coche, no se sabe si de intención, en el año 36.

Emilia, la hermana mayor, se marchó a servir a Madrid, antes de la guerra. Allí se casó con un militar republicano. Parece ser que es entonces, cuando “Frater”, adolescente, poco antes de la contienda, se va con su hermana, de quien sólo la muerte la separó.

En el 37, lleno Madrid de bombas y de hambre, a Emilia, embarazada y a Frater, el marido las manda a Paterna, (Valencia). Cuando nació la niña, Isabel, Frater ya se hizo cargo de ella.

Al acabar la guerra, con una niña de dos años, otra en camino y el esposo en la cárcel, vuelven al pueblo, en un ambiente hostil, sin nada a qué agarrarse.

¡Qué redaños el de estas dos hermanas!. Nace Miluchi, la abuela enferma, una casica en San Miguel, el día, la noche y unas ideas políticas a las que no renuncian: duros años de la posguerra.

Ayer Miluchi desahogaba conmigo tanto recuerdo, tanto agradecimiento a su segunda madre, su tía Frater: “en esta vida no ha hecho más que trabajar, que ayudar, que hacer el bien, sin quedarse con nada para ella. No tuvo juventud. Fusilaron a mi padre en el 41. Pocos días antes me llevó mi tío Eufrasio a que me conociera en una cárcel, en Madrid. Frater siempre estuvo ahí. No tuvo diversiones. Creo que ni pisó en el cine,…¡Cómo no hacer por ella todo lo que he podido?. ¿Cómo no darle todo el cariño del mundo?.

Emilia recordaba y recordaba la infancia llena de sacrificios: ir a respigar siendo muy niña, a rebusco de remolacha para los marranos, a lavar ropa de los huéspedes con agua fría y a mano. Cómo su madre se jugaba el tipo vendiendo alimentos de estraperlo. Y hasta se permitía el lujo de mandar a sus hijas a la “Escuela de las Hermanas”, donde estudiaron lo que pudieron. Isabel voló pronto pero Miluchi siguió en el pueblo. En una rondalla de hombres ella la única chica.

Todo lo demás es de sobra conocido en el pueblo: a base de lucha y sacrificio agrandaron la casa de San Miguel. Pudieron coger más pupilos. Llega Julio de chófer del coche de línea, Miluchi se casa muy joven. Tenían ahorrado un dinerico y compraron un solar en la carretera Madrid. Nace el Hostal Miluchi. Trabajo, trabajo, trabajo: Emilia, Frater, Julio, Miluchi.

Frater, Miluchi, son personas de alma grande. Alguna vez conversé con la primera: ni un lamento, ni un resentimiento. Miluchi ahora, cultivada, acrisolada por el sufrimiento, sin un odio, es caritativa, noble, generosa, buena.

La coincidencia en esos valores humanos, en lo que tienen de espiritual, a ella, a mí, nos hacen concebir la esperanza, de que para “Frater”, para todas las personas fraternales del mundo, haya la justa recompensa.

2 comentarios:

Tomás Mansilla dijo...

Le pregunto a Melecio quien es Frater, y me dice que es una Plina, la segunda, que vivian en la carretera de Villamayor en una plazuela, en serio tiene una memoria de elefante, pese a lo jodido que ha andao, ahora lo tengo aqui conmigo, estuvo una semana ingresado y pa casa, dicen que lo único que tiene es 100 años, que no le encuentran nada.

saludos cordiales

Agapito dijo...

La tumba donde han enterrado a Frater está casi al lado de la vuestra, con la paloma de la paz.