miércoles, 3 de agosto de 2011

OBITUARIO.

Como en los cuatro o cinco primeros decenios del siglo XX, había en Villalpando 140, 150 nacimientos, 90, 80, 70, 60,... años después, hay muchas defunciones.

En la última semana van cuatro. Todos merecen nuestro recuerdo. Por ello gloso sus laboriosas, humildes, humanas biografías. Los cito por orden cronológico.

MARINO ALLENDE GARCÍA, de la familia de "Los Brinas". Fue esposo de Maruja González Áres, hermana mayor mi cuñado Félix. Trajeron al mundo nueve hijos, parte de ellos, en la calle Olleros, antes de emigrar, cuando ya era imposible vivir de la labranza del padre. O sea: de un jornal, en un piso en Baracaldo, criaron nueve hijos. ¡Pues bien!: ni Marino ni Maruja perdieron nunca la alegría, el buen humor. Marino fue siempre un hombre sonriente. He de decir, aunque a mi hermana no le guste que, en la emigración, ella y Félix fueron los protectores.

Marino, al igual que alguno de sus hijos, no se perdía San Roque. Ya tenía para este año apalabrado un piso de Ismael. ¡Quiera Dios que los vea desde arriba mejor que cuando yo le llevaba en el remolque.

Mº JOSEFA HERRERO DE LA PUENTE, de la familia de "Los Laguneros", aunque por la influencia del apodo del marido, conozcamos a toda la familia, como "Los/asGuadillos/as".

Vivió el dolor de la muerte del marido, y de una hija, pero tuvo el consuelo de una sosegada longevidad, bien cuidada por el resto de hijas, e hijos. ¡Pues claro!, ¡cómo debe ser!. ¿No es lo menos que se merecen esas madres abnegadas que sacaban adelante familias numerosas sin pañales, pelargones, cuando todo escaseaba?. Laboriosas familias de labrantines y pastores tan conocedoras de sequías, heladas, pedriscos,...; madres que no sólo amamantaban, limpiaban, alimentaban a sus hijos, sino que les hilaban y tejían prendas, atendían el corral (el de esa familia lo más parecido al Arca de Noé, cuando ibámos a sacarles el orujo), que constituía parte del sustento; las matanzas, etc. etc.

Ese comportamiento con la madre querida, habla de calidad humana de esos hijos quienes desde "Angelito" a Luis-Miguel la lloran con dolor.

SARA MÉNDEZ REDONDO: Podría bastar con decir que era hija del señor Vicente Méndez, "El albañil".

En Villalpando había, nada más, dos familias de albañiles cualificados: "Los Méndez", y "Los Amadeos o Patinas".

Un rasgo común existe entre los difuntos a los que estamos recordando: haber nacido, haber vivido, mejor sobrevivido, en épocas de escaseces, de penurias de obligadas austeridades, que los forjaba y los hacía solidarios.

Ser albañil, como el señor Vicente, era ser inteligente. La casa desde la que estoy escribiendo, la hizo el señor Vicente. Y casi todas las que se construyeron durante los cincuenta años de vida laboral, por tanto hasta mediados del XX. Entonces se hacían sin proyectos, planos, (los planos en su cuaderno, lo hacía el albañil) "Normas Subsidiarias", ni leches. Estuvo trabajando hasta los 70 años. Entonces no había pensión de jubilación.

Pues este hombre enviudó joven de su primera mujer, quien le dejó dos niños y tres niñas, más otros dos hijos de soltera de una parienta a los que recogió a la muerte joven de ésta. Casó al poco con una hermana de la esposa difunta. Si ya antes habían nacido Emilio, Eugenia, Mariano, Peregrina y Severina; de la segunda nacieron: "Uwe", Sara, Imelda, Emilio (el Emilio primero murió de mozo) y Concha.

Sara, guapa como todas ellas, se casó con "Chatín", de quien, me perdonen, no recuerdo el nombre (quizá no lo supe nunca). Sí me acuerdo que le vendimos un potro. Era una labradorico pequeño que vivía en casica, según se sale "pa las Tenerías", pegando a la de "Morgate", que la compró "Cuarterón". Emigró a Palencia. Dada la amistad entre los Méndez y los Modroño, cuando el tío con quien me crié iba a Palencia a cobrar el aguardiente, le acogían en su casa, en las afueras de la ciudad, de recién emigrados.

Sentí no poder devolver a los familiares, en forma de pésame, el agradecido favor.

"TERUCA" PÉREZ ARGÜELLO: Ésta era más joven, recién jubilada. "Teruca", sí: hija de Clemente, de "Los Colcos" y de Agustina "La mieda", que estuvo siempre con Las Hermanas; y en agosto con las de sangre y las vecinas: Candi, las de Aniano, de Chago, las de Saturio "Carponte",..., teniendo buenas juergas en la portalada al fresco, en la valla de la calle Olivo por San Roque,...

Agustina, la madre, era como de nuestra familia. Venía siempre a la vendimiar con nosotros, dejando a las "chiguitas" ya atendidas en casa. Esta mujer era un ejemplo de como con poco, con los indispensable para vivir, se puede ser feliz. Siempre buscando sana juerga, siempre de buen humor.

Concita, la hermana mayor, falleció muy joven, dejó una niña, a quién, ya mujer, ayer saludé.

"Jose", "la monja", Maestra, Hermana de la Caridad; Directora por Navidad y Semana Santa del Coro al que pertenecí, ayer estaba destrozada, parecía no superar tanta orfandad. Su hondura espiritual le ayudará a superarlo. Las palabras de una hermana de Comunidad ayer en el cementerio no pudieron ser más cultamente consoladoras.

Toyi, Charo, junto a "Jose", una piña en el dolor, tuvieron el consuelo de toda la gente del pueblo, de tantas personas de dentro y de fuera, como las queremos.

"Teruca", amiga, descansa en paz.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Agapito, a estas personas fallecidas (Dios las tenga a su lado)hay que añadir a Josefa Veledo, estaba en la residencia, y murió mientras su hija Mari Jose la daba de comer, la incineraron en madrid, pero murió aqui.

Saludos

Agapito dijo...

He entrado en la Residencia mientras esperábamos la llegada del cadaver de "Teruca". Me encontré con Serapio. Charlamos un poco, como siempre. En esta ocasión de Agustina, con quien trabajó en casa de mis abuelos. Nada me dijo de su hermana. No he visto esquelas. Nadie me había dado la noticia. Perdonad y lo siento.

Anónimo dijo...

Hola Agapito, un placer saludarle de nuevo después de hacerlo personalmente el pasado San Roque. Realmente me emociono (ya lo he dicho otras veces) cuando en el blog se nombran a personas tan queridas para mí y que me devuelven a mi felicisima infancia de los veranos en Villalpando. Este verano hablaba con otros muy queridos amigos mios de Villalpando de mis abuelos Nazario y Severina. Y de mi abuelo "Morgate" (mi abuela Lorenza falleció siendo muy pequeña mi madre). Por eso al leer el obituario de Sara Méndez Redondo, hija del señor Vicente Méndez, "el albañil", entendí enseguida que era hermana de mi abuela Severina. ¡Qué emoción ver su nombre escrito¡ y qué alegría. También los nombres de mís tías-abuelas y que recuerdo tanto me querían: Eugenia, Mariano,Peregrina, "Uwe", la propia Sara, Imelda,Emilio y Concha.
Se lo he comentado a mi padre Daniel, por teléfono, y a sus 76 años se emocionaba como yo. Me ha pedido que te comente dos cosas: El marido de la difunta Sara, "Chatín" y del que no recuerdas el nombre, se llamaba "Anselmo".
También me dice te has olvidado de otra hija del Sr. Vicente, además de las que mencionas de su primera y de su segunda esposas, concretamente de "Demetria", de la que no sabe si era (ó es) hija de la primera esposa, aunque cree que de la segunda, ya que era más joven que su madre Severina (mi abuela). Esta tía de mi padre, Demetria, me dice que se casó con un vecino de Cotanes, del que no recuerda el nombre, aunque sí el mote: le llamaban "Ratón".
Si ya me ha gustado, y mucho, que recordaras a mi abuela Severina, y a mi abuelo "Morgate", la emoción se desborda cuando mencionas también a mi querídisimo tío Serapio en contestación a un comentario de un lector de tu magnífico blog, y a quien tuve ocasión de abrazar, después de muchos años, este pasado San Roque, con mis primos Mari y Nanín.
Que Dios tenga en sus manos a todas las personas que mencionas y que a nosotros nos dé salud y ocasión para recordarlas muchos años y mantenerlas vivas en nuestra memoria.
Recibe un saludo y un abrazo.

Agapito dijo...

Amigo hijo de Daniel y de Dora: ¡Cuánta alegría me produce leer un mensaje tan cálido, tan familiar, tan cercano.

Por tu bisabuelo, el señor Vicente Méndez, yo sentía admiración. Había sido amigo íntimo del mío, Goyo Modroño, "Piporro", "El Aguardientero"; junto a "Pachico", Francisco Luna, y a "Pepín", José Riaño, formaban la cuadrilla de amigos.

Cito al Sr. Vicente en el librito "Crónicas de Ayer,....", en el capítulo referido a "El Juego de Pelota", donde el as indiscutible era Antonino Blanco, "Miserias y el Ingeniero", yerno suyo.

Dos eran los protagonistas de las hazañas que narraba: su primo Victorio Méndez, "Correpegas", y mi abuelo Goyo.

En mis juveniles años de aguardientero sacaba el orujo del lagar que tenía en su propia casa, donde "pisaban" los "cosecheros" de por allí.

Con Emilio Méndez mantuve, sobre todo en sus últimos años, una gran amistad. Estaba al tanto de sus achaques, de cuando le operó en "La Paz", el equipo de cardiólogos dirigidos por el Dr. D. Javier Concejo Álvarez, el pequeño de los Concejos, a quien él apelaba y llamaba constantemente como en el pueblo: Javi, Javi. Ambos convencieron a compañeros y enfermeras de que eran tío y sobrino. ¡Las cosas bonitas de ser de pueblo...!.

Uno de mis asesores en cuestiones de parentescos y recuerdos, es tu tío primo Vicente Blanco Méndez, hijo de tu tía Witersinda y del citado Antonino, quien, aun siendo algo más joven que yo y haber vidido fuera, sabe todo, se acuerda de todo. ¡Pues ni éste sabía cómo se llamaba, se llama, "Chatín".

Es normal que el disco duro de mi coco cometa algún error. No conocí a tu tía buela Demetría. Vivió en Cotanes hasta que emigraron. Alguno de sus hijos, pasó aquí temporadas, buscando el cobijo de abuelo o tías (eran familia muy humilde), y le llamábamos "Ratón".

La historia de Serapio, su relación conmigo, con mi familia, daría para escribir un bello relato. En el libro sobre la guerra civil en Villalpando, descubro ciertas circunstancias sobre el fusilamiento de su inocente padre, y bosquejo los afectos que nos unen.

Me uno a tu oración final: ¡nadie muere del todo mientras haya alguien que lo recuerde!. A esa oración añado, por mi cuenta, pedir a Dios me dé cuerda para seguir siendo el "recordador" de las sufridas, honradas, buenas gentes que en el pueblo nos precedieron.

Un abrazo, y "dale recuerdos a tu padre".