BALANCE DE UNAS FIESTAS.

Creo que, por su resultado, bien merecen estas del 2.010 una revisión.

Vaya por delante mi elogio al esfuerzo, al trabajo, a lo que hubo de acierto, de todo el equipo de gobierno.

Yendo por plazas y campos:

En la de toros:

Salvo el espectáculo ecuestre, que quizá no fuera el día ni la hora, el resultado de los demás festejos fue satisfactorio.

"El Gran Prix", fiesta, sobre todo, para jóvenes, debe ponerse a las diez de la noche, aún a riesgo de que haga frío. A las siete, y con esa calorina, restó asistentes.

Rotundo el éxito de las dos novilladas, sobre todo en lo artístico. Media entradilla en la primera. En la del día 14, faltó poco para llenarse la plaza. Los que fueron a mayores en la segunda, pagaron por las dos. Luego crematísticamente como si en la primera la plaza hubiera estado también casi llena. Precioso el detalle del cante "hondo" durante las faenas de muleta. Valientes y artistas Antonio y Diego. De la bondad de los novillos ya, en la prensa, se ha dicho todo.

Y en ese afán de cuidar el detalle, muy bien las mulillas, "caballotes", aunque la broma haya costado 600 euros. Ya era hora de retirar el antiestético tractor.

En la Mayor y la Solana:

Son ya muchas las voces que vemos, que pedimos, una revisión de tanta capea, de tanta sesión, de tanto "ganao", de tanta incomodidad. Téngase en cuenta que con lo del día 14, fueron CINCO DÍAS, seguidos de toros a todas horas.

Sobraron sesiones. Se vio en la concurrencia. El 18 por la mañana estaba la plaza y calle vacías.

Ocurre, además, que la participación de los jóvenes, cortando, corriendo, toreando, dando espectáculo, es cada vez menor y que el aburrimiento, además de la incomodidad vacía los soportales.

El 17, por la tarde: "los toros de la juventud". ¡Menuda espectación!. No se cabía en los soportales. Para ver algo salí un rato a la plaza. Había, con ese torazo cárdeno, la tensión del riesgo, del peligro. Los recortadores de fuera pusieron el espectáculo. Si después de eso hubiera habido alguna capa, ¡mucho mejor!. Con el segundo, más pequeño, pero más ágil y con mucho peligro, ¡na de na!. La gente, cansada, aburrida fue abandonando las garitas. No sé si mereció la pena el desembolso para la compra de ambos morlacos, incluido un donativo anónimo de 1.500 euros.

Dado que, cada vez hay menos jóvenes (la baja natalidad), y menos que corran (por la calle y plaza, se entiende), que aumenta la relación de población mayor, es hora de plantearse la fiesta de otra manera.

Sugiero debería recortarse el gasto en "ganao". ¿Para qué tanto?, ¿para que veamos como suben, bajan por la calle y dan una vuelta por la plaza?. ¡Y no digamos cuando se emplazan en un rincón y no se mueven..!, lo que han evitado este año los cabestros, sobre todo el cornigacho. ¿Para que veamos treinta y tantos bichos en la traca de la tarde final en la plaza?.

Debería suprimirse alguna sesión. Por mucho que guste el jamón, incluso el ibérico de Antonio, si todos los días y a todas las horas, jamón, jamón, uno acaba hartándose.

Con ese ahorro podríamos recuperar los antiguos tablados. ¡Por supuesto! que modernos, de estructura metálica y gradería, para hacer más cómoda la presencia de espectadores y desacastar los soportales, donde, salvo los de primera fila, pocos se enteran.

¡Claro!: Si no hay actores, ¡qué van a ver los espectadores...!. No sé si vi a algún muchacho del pueblo pegar un corte, al llamado "toro de la juventud", comprado por ellos. Según esta situación habría que estimular la presencia de recortadores. A lo mejor realizar en la mayor el concurso de la de toros, estimular la presencia de torerillos principiantes, o veteranos.

Son sugerencias que se me ocurren, y que recojo del sentir popular.

Como es muy probable, si no están ya hartos de tanto trabajo, a veces desagradecido, que repitan el próximo año, parte, o los mismos regidores, espero vayan teniendo en cuenta estas y otras sugerencias.

A los "desencierros", s. D. q., dedicaré otro capítulo.

¡Qué Dios reparta suerte!.