Ella siempre dándome fuerzas para la lucha.
En el año anterior, 1971, la primavera fue muy lluviosa. Había ya bastantes alfalfas que, por mojarse, yo mal vendí a la deshidratadora de Benavente. Vi en la venta a los de Uteco, Orense una gran ocasión.
A finales de abril de ese año, 1972, llamé a Manuel-Ángel. Concretamos. Me dio nombres, además del suyo, de ganaderos a quienes mandar alfalfa. Cobraría en Caja Rural de Villalpando, presentando tiques y firmando recibos.
El heno de alfalfa es un producto complicado. Ya saben, si llueve mientras se seca, después de segada, pierde mucha calidad y valor. El empacado ha de hacerse cuando la humedad justa para que no se deshoje. Si se empaca con más del 15 % de humedad, las pacas se calientan. Pierden mucha calidad, pesan más e incluso pueden arder una vez apiladas.
Y luego, cargar los camiones.. Aquel primer año, el "setenta y dos", cargué de "cuatro ejes". camiones de caja, con laterales, no plataformas, como ahora. Faltaban años para que llegaran las empacadoras actuales. En el "setenta y uno" había llegado a Villalpando la primera empacadora. La trajo Luis "el Currero". Eran paquitas de 20 a 30 kilos. En un camión se metían quinientas. Había que echarlas por encima de los tableros, a tres metros. ¡Amigo!: ¡A purridera! Cada paca la pinchábamos dos. ¡Arriba! Otro las iba colocando, capa por capa, en el camión.
Dieciocho fueron los camiones de alfalfa que compré, cargué, cobré, pagué. Con lo ganado, después de pagar obreros cargue, compramos, a Garea, Elicio, la primera lavadora automática.
Aquel año, la primera corta de alfalfa de mi cosecha, 22 yeras en carretera Villamayor, para evitarme cargar uno o dos camiones, se la vendí al Sr. Cayo de Prada. Tenía vacas de leche al final de San Francisco. Su hijo. Pepe las colocaba en mi remolquito y yo, solito cada paca, se las iba purriendo. Después había que traerlas, descargarlas e irlas colocando en el pajar. Mucho se trabajaba con las pacas pequeñas, las de entonces..
Haría un par de años que el proveedor de los de Uteco (Orense) era un comisionista de Belmonte de Campos, llamado Abilio Sahagún. Éste no tocaba una paca, pero compraba a tres y vendía a cinco. Los gallegos, al comprobar que yo les mandaba una alfalfa de buena calidad, mucho más barata, que supieron yo me quedaba con la comisión justa, correspondiente al trabajo, al año siguiente, 1973, me encargaron proveer a todas las granjas de leche de la gran cooperativa.
Además, viendo la enorme oferta que habría de alfalfa, que el problema para los paisanos era a ver qué hacían cuando había dos mil, tres mil pacas en una parcela. quién cargaba todo eso, pues mandé cartas de oferta a bastantes ganaderos de leche asturianos. Al comenzar la campaña, viendo yo les ponía unos precios mucho menores que los almacenistas les estaban poniendo, vinieron a ver cómo era la alfalfa que yo les ofrecía. Vieron que yo era un pobre muchacho que andaba en un "Seiscientos". Recuerdo les llevé a "Las Viejas", a la Lomba. Había parcelas en hilera, otras empacadas. Y era muy buena. Abrí más mercado y conseguí amigos. El mejor Daniel Gancedo de Coceña, Colunga. Sé que ha sido alcalde muchos años y promotor del famoso Parque Jurásico Asturiano. Este hombre, consiguió que otro sinvergüenza, me pagara, aunque sólo lo hizo de la mitad del camión. Esa fue la única oveja negra entre los ganaderos asturianos. Era arriesgado. Yo les mandaba la alfalfa y, ellos, una vez recibida, me mandaban las perras.
Aquel 1973, de mayo a septiembre, ambos inclusive, cargué cien camiones de entre alfalfa, hierba del prado y paja. Gracias al "carga-pacas".
Por aquellos años venía por aquí con cierta frecuencia "Pepe", el de la grana. Era uno de los propietarios de la empresa Semillas Zulueta, de Tudela, (Navarra) a comprar semilla de alfalfa. Tenía como comercial al Sr. Nazario San Pedro. Uno de sus hijos mayores. no recuerdo exactamente si Daniel o Ismael, era Guardia Civil en esa localidad Navarra, donde cultivaban enormes extensiones de alfalfa en regadío. Me ofreció un carga-pacas. Un cacharro que se sujetaba a un lado de remolque o camión. A medida que el vehículo avanzaba al lado de la hilera de pacas, el cargador este las iba alzando del suelo, subiendo, y descargando en el camión. ¡Qué invento!
Se lo compré. Me lo dio barato. Ellos ya utilizaban remolques autocargadores. Lo malo era que no las subía a más de dos metros y medio. ¡Bueno!: el caso es que las echara al camión. Cuando llegábamos a la altura de los tableros, que era hasta donde llegaba el aparato, íbamos dejando un hueco y remontando. Al año siguiente compré uno nuevo un metro más alto.
Lo de colocar pacas en los camiones, a medida que éste iba avanzando por la tierra, moviéndose por lo tanto, que no era poco con sujetarse en pie, llevándolas a su sitio, encajándolas, era una verdadera paliza. Además me venían de retorno camioneros asturianos, contratados por la Agencia de Transportes Chema de Benavente. Se lo advertía: -"Diles cómo es el cargue". La mayoría venían engañados y protestaban. -"Pues vete". Protestaban pero como el porte era jugoso, que se lo pagaba al llegar el ganadero, pues a amarrar el carga-pacas y tirar, fila por fila. ¡Que belenes! La mayoría corrían, así las pacas subían más de prisa. No dábamos a bondo. Se formaba montón en la caja del camión. -¡¡Para, para!! Al dar las vueltas, ni les cuento. Además, casi todos, eran ya trailer. Setecientas pacas, catorce, dieciséis mil kilos.
Compré alfalfa, cargué camiones, además de aquí, en Castroverde y Cotanes, muchos; en Tapioles, San Martín, Villafrechós, Villabrágima, Morales y Villagarcía de Campos.
Para Orense contraté transportistas fijos. El pobre "Miro", de Cerecinos, casado con Amelia, hasta que se le molió el camión. Con quien más trabajé, durante años, fue con Faustino Núñez, de Cerecinos de Campos. Compró un Pegaso de dos ejes. Puso un enganche para el carga-pacas. Era el camión ideal. Iba yo solo colocando en la caja. Normalmente le mandaba parar cuando estaba hecha la carga. ¡Cuánto lloré en su prematuro funeral! Además un camión le mató al único niño. No recuerdo si antes, o después, también había fallecido su mujer. ¿Cómo no buscar el consuelo de lo trascendente?
Podría contar mil peripecias de nuestra lucha. Para no cansar me limito a los momentos más difíciles: Curso 1975-76. Por protestar en las adjudicaciones, no me dieron escuela. Aquel año, el de la muerte de franco, fue muy seco. No se cogió paja ni alfalfa para la ganadería de la comarca. Animado por Sara nos decidimos a picar un sondeo para regar la parcela de la Ctª de Villamayor. La teníamos de alfalfa. Le di cinco cortas. La vendí a buen precio, a ganaderos del pueblo y de Villárdiga, los Muñices, por ej. El Iryda me había concedido un préstamo para pozo, instalación eléctrica, bomba, tubos y aspersores. Una línea, nada más, que habría de cambiar cada postura.
Al final de campaña, con el valor de la alfalfa vendida, pagamos al Iryda la totalidad del préstamo de la inversión, sin esperar a la opción de cinco años sin intereses. Teníamos, además, algunos ahorros de las palizas de cargar camiones de pacas. También había comprado de cebada. La cargaban los labradores. La ganancia de 25 céntimos/kilo, 50 en alguna ocasión, era limpia.
Lo malo fue que el pozo tenía mucha arena. En la primera campaña se cargó la bomba. ¡Adiós casi todos los ahorros! Cuatro niños más la tía, y sin escuela. A punto estuve de ponerme a trabajar de peón en la construcción de los pisos de "La Milagrosa". Me pregunté, ¿Qué tengo? Las pocas tierras de secano eran de mi tía, donde hicimos el regadío ya me la había dado, pero no era cuestión de venderlo, luego qué me queda: el tractorcillo y el remolquito.
Ya he dicho que aquel año, cuando había tantas vacas y ovejas por estos pueblos, no se había cogido ni forraje ni paja para el gasto. Y me preguntaban. Un domingo me di una vuelta por los pueblos de más allá de Rioseco. ajusté algunas partidas de alfalfa. Puse un anuncio en la Opinión. Me empezaron a llamar de San Cebrián de Castro, de Villalba de la Lampreana, de Cerecinos del Carrizal. ¡Pues ya está! A Villerías, a Palacios de Campos... con el Barreiritos de 37 CV. Al día siguiente lo descargaba en los dichos pueblos zamoranos. Ochenta kilómetros cada día de entre ida y vuelta, en pleno invierno, sin baliza en el tractor, ni luces en remolque, ni nada.
Aunque ya le habíamos puesto cabina. Un día de esos perros con el aire frío y seco de "arriba", de cara por tanto, llevaba tanto frío que al pasar por Santa Eufemia, le pedí a "Boni", no hacía mucho casado con Carmela, un poncho que había hecho con una manta. Él, por entonces, araba con un Lanz, sin cabina.
Pero el negocio iba en aumento. Fue Natalio Áres, "Talico", quien me informó de un Notario de Medina del Campo que tenía labranza grande en Fresno Viejo y Lomo Viejo, y una nave llena de buenas pacas de alfalfa. Le había instalado el riego su difunto y querido hermano Emiliano Áres, "Mili". Supe de una meda grande de paja en Casasola de Arón. Entonces ya fuimos pasando del tratorcillo a camión: Faustino Núñez, casi siempre. También Manolo Lorenzo de Cerecinos de Campos con el "dos ejes" que conducía "Anzules", de Villanueva del Campo.
Un atardecer, cuando llego cansado, y le doy, como cada día, las perras de la ganancia, Sari me deparaba la sorpresa de haber arreglado el comedor, friso, papel en las paredes, una alfombra grande sobre el mosaico, una preciosa lámpara nueva de luz... Todo para la Primera Comunión de Gracia.
Mayo 1976. ¡ Como una blanca azucena..! Perdonen repita la foto! Pondré otra (s.D.q.)

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