jueves, 25 de enero de 2024

TRISTEZA.

 

      Ese es el sentimiento que desde ayer por la tarde ha embargado a los vecinos de Villalpando y parte de la comarca (¿Quién no conocía el bar Ideal?) por el inesperado fallecimiento de CONCHI HERRERO BURGOS.

    No salí ayer de casa. Ya no doblan las campanas o no las oigo; ya de noche, nuestro hijo Jesús, para que no pasara mala noche, no me quiso dar la noticia.

    Esta mañana, eran las doce y pico cuando al verme por casa, Álvaro me lo dice. Mi reacción fue la de coger la  bici e  ir de inmediato al tanatorio para acompañar a familia tan querida. Estaba vacío. Camino de la iglesia alguien me dice que ya ha pasado el cortejo. Pedaleo todo lo que puedo al cementerio. Que es a la una la misa, me dice Luis-Miguel. Regreso. La iglesia llena y gente fuera, como siempre. Llego un poco antes de la consagración. Comparto el dolor de toda la comunidad. Acompaño al cortejo hasta el Camposanto. Se me agolpan los recuerdos.

    Es el recuerdo de la intensa e histórica amistad entre la familia de Miguel Herrero, "Torti", y de la familia Burgos Vega, con la familia Modroño; por eso me permito la excepción de compartir, en esta página, intimidades con ustedes; por eso aprovecho para que sepan Maxi, Toño y Sara que me uno a ellos en el dolor.  

    Mis abuelos, al regreso de la Argentina, adonde llevaron dos niños y trajeron cinco, parece ser trajeron algo de dinero y pudieron comprar una casa en la calle Limpia. Montaron un taller de zapatillería, los niños fueron creciendo; cuando ahorraron, compraron una alquitara, un carro y una mula y volvieron a su ancestral oficio de aguardienteros.

    En la misma calle, dos números menos, vivía otra familia de artesanos, la de los Vega Bobo, herrero el señor Ceferino; dos hijas. Carmen y Conce, y creo un varón fallecido joven. Era íntima la amistad entre herreros y aguardienteros. Los niños crecieron juntos.

   Conce se casó muy joven con Cruz Burgos, "el Sinforiano"; Carmen se iba a casar con el único amor de su vida, mi tío Gil-Agapito, pero la guerra truncó sus planes. Y Carmen, ambas hermanas muy guapas, ya no se quiso casar. Su instinto materno lo volcó con los hijos de Conce, y menos mal tuvieron dos madres, porque vinieron diez, a Dios gracias: sanos, guapos, trabajadores, buena gente.

     Esa es la rama materna de Conchi. ¿Y, su madre? Ya sé no les va a faltar tacto, discreción y cariño.

     Igual la amistad de los Modroños con los "Tortis": mi padre y tíos con el abuelo Miguel Herrero; yo con Antonio, con Julián, con Pepita, con esta Conchi Herrero Burgos.

     La vida en el pueblo tiene aspectos positivos que deberíamos aún fomentar más: las amistades, la confraternidad en el acompañamiento en las desgracias a los familiares dolientes. El funeral de hoy, con la iglesia llena quiero sea un alivio, para el esposo, los hijos y los nietecillos.

     

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