¿CÓMO CALENTARNOS?.
Uno tiene, o tenía, la esperanza de que la crisis económica disminuyera el derroche consumista. De momento, todo sigue igual: llenos bares, playas, botellones y carreteras; llenos los contenedores, incluso de alimentos a medio comer; casas, establecimientos y oficinas, en los que hay que abrigarse en verano, y quitarse ropa, cuando llegue el invierno.
Parece que el 20 % de paro se mitiga con los subsidios, las ayudas de la familia, chaperones diversos,…
Pero, supongamos que el dogal del desempleo siga apretando, que, pasado el tiempo de prestación, ésta disminuya o desaparezca. Supongamos, lo peor, que la “vaca del estado dé menos leche, o quede escañada”. ¿Podremos seguir manteniendo este confort exagerado?.
Si no fuere aún caro, al precio actual de gas y gasóleo, tener la casa a 25º en invierno, pensemos que los combustibles fósiles van a seguir subiendo. ¿Por qué no buscamos otras alternativas?. Las tenemos a tiro de piedra: nuestros olvidados montes y bosques.
Fueron vitales hasta que llegó el butano. De la encina todo se aprovechaba: las bellotas para marranos de abundante y preciado tocino, de las ramas se sacaban, radios, cubos, pinazas para los carros; tizos para hornos panaderos y aguardienteros; carbón vegetal, para cocinas de ciudad y planchas de sastre; la hojarasca suelta para arroscar hornos caseros; las puntas, lo menudo del ramaje, para el cisco de los braseros. Todo ello a base de montero, serrón, hacha, pinas, macho; muchos brazos movidos a base de pan, vino, chorizo y tocino.
Puede algún lector piense: -“¡este tío está tonto!,¿ no pretenderá que volvamos a la camilla braseril donde se cogían las cabras, a los sabañones, y tres mantas en la cama?.
No, no. Podemos tener nuestras casas con una temperatura confortable sin gasto de petróleos.
En los pueblos es más fácil. Solución más sencilla: una estufa de ferretería, pequeña motosierra, quien tenga ganas de trabajar, ¡y ya está!.
Si lo queremos poner más bonito, hay preciosidades de estufas, casettes, para empotrar, o no, en chimenea, en las que se ve la llama y poseen gran eficiencia. Expelen aire caliente, incluso para otras estancias de la casa.
-“Ya, ya, pero lo bueno es la calefacción central. ¡ A ver cómo se alimenta con madera?.
-¡Pues también!. Y no hace falta que usted se dé palizas en el monte. LAS CALDERAS DE GASÓLEO, O GAS, SE PUEDEN SUSTITUIR POR LAS DE BIOMASA.
Empiezan a surgir empresas que recogen el ramaje, residuos forestales, sobre todo de pinares jóvenes, de lo forestado en los últimos años; lo trituran y convierten en astillitas, o pellets. Se lo ponen, a granel en el depósito correspondiente, desde, todo automatizado, entra en la caldera o estufa.
Toda esta tecnología ha avanzado al límite de lo eficiente. Hay calderas que, incluso, no dejan cenizas. Y, aun teniendo que comprarlas, sale mucho más barato que el gasóleo.
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