Perdona amigo que quebrante una de tus últimas voluntades. Me lo dijiste tan claro como sereno:
-"Hace bastantes años superé un cáncer. Seguí disfrutando de la vida, pero de esta no salgo. ¡Y no creas que me importa!, únicamente por Ana, pero mejor que quedar achacoso y darle guerra, prefiero irme para allá. Si ya he vivido bastante. Se han muerto todos mis amigos.... . Si estoy imponente. No tengo dolores, pero tengo cornada. ¡Bueno!, pues p'alla y andando. Sólo te pido un favor, siempre me ha gustado pasar desapercibido, cuando me muera no escribas de mí en internet".
Esta mañana, durante el funeral, en los Filipinos de Valladolid, reconfortado por la liturgía Católica, lo pensaba: si se cayera la "Puerta Villa", o el arco y la torre de Santiago, ¿no se lo iba a contar a las gentes de Villalpando?.
Después de besar, intentar consolar, agradecerle lo bien que se han portado conmigo, a la dolorida y sollozante Anita le dije: -"En el pueblo pocos saben que se ha muerto Luis, y es ¡tan querido!. ¿Le desobedecemos?.
-¡Sí, sí, tienes mi permiso!.
"Todos mis amigos". Y pensaba en la élite de la simpatía, de la gente con clase que este pueblo ha producido. Los veía impartiendo la doctrina de la ocurrencia, del ingenio, en el desaparecido "ateneo", la cantina de "Monsi": Pepe "Pillollo", Ramiro, "Franquito", mi tío Pablo, Alfredo "el carnicero", y, ¡cómo no, Luis "Cañero"!.
Me lo decía ayer Antonio, "el de la farmacia": -"todavía yo y alguno de mi panda ,Luis Mari, Tomás,.....,de críos...alternamos con él. Tenía mucha clase. Simpatía refinada sin un vino de más, ni una grosería, y menos una blasfemia.
Luis ejerció de Procurador y de Juez en su pueblo, a pesar de lo cual, no le conozco enemigos. Eso demuestra su bonhomía.
No podíamos silenciar ausencia tan notable. ¡Perdona amigo Luis!.
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