domingo, 25 de octubre de 2009

RESPUESTA A UN e-meil, anterior, de Antonio-Isidro de Caso.

¡Bueno, bueno Isidro!: ¡Qué sorpresa tan agradable!. Primero por lo que dices. Agradezco tus elogios. Segundo por cómo lo dices. No pensé tener un vecino (esporádico) tan culto. Pero, ¿dónde has aprendido tú a escribir así?. ¿No sería en la escuela de villa?.

La cultura es una de las cualidades que más admiro en las personas. La que más, la que más: la honradez, pero ambas no son incompatibles, sino complementarias. Como la segunda, en ti, ya la conocía, de ahí mi sorpresa por la primera. Es reconfortante encontrarse con gente así de este pueblo, en el que, entre los residentes, por desgracia, abunda la tarugez. Los hay tan patanes y vanidosos al tiempo, que salen de casa haciéndose los chulitos, con sonrisitas de guasa o de suficiencia, creyéndose algo, no sé en virtud de qué, sin ser conscientes de su propia ignorancia.

En cuanto al blog, es la nueva herramienta que me permite desahogar mi locuacidad de forma escrita. Soy persona extravertida, con afán didáctico. Me encanta expresar mis sentimientos, vivencias, información. Esto les ocurre a casi todos los seres humanos, lo que pasa que, la mayoría, se conforman con encontrar un interlocutor que les escuche "su película". Yo prefiero contárselo a unas decenas de lectores cada día, la mayoría vinculados al pueblo.

Hace tiempo que alguien me difinió como el "Cronista de la Villa" (no oficial). Y me gustó. Pero no te creas, amigo, que tengo una visión ideal del pueblo, sino todo lo contrario. Conozco sus miserias como nadie. No profeso el villalpandinismo cazurro de tanto patán de creer que este pueblo es el mejor, el ombligo del mundo. Uno de tantos que, cuando te alejas unos pocos kilometros, a la gente ni casi les suena. ¡Si en algunos macro bloques de viviendas de cualquier gran ciudad viven tantas personas como aqui...!..

Sí, en cambio, poseo añoranza del poblachón de mi infancia y juventud. Puede que los ojos de la inocencia me hicieran ver más bondad en las personas, menos odios y rencores, al tiempo que escaseces y necesidades. Es también el recuerdo de los mayores: mis padres, las abuelas, mis tíos, los vecinos, aquellos hombres y mujeres que nos teníamos común aprecio: Isidro "Patifus", Segundo "Marcos", el señor Pedro "el Sastre"; Floreal; mi tío Paco "El Carretero", la señora Petra, La Carrisia, las Cabritas, etc.

Intento ejercer las acciones que se le atribuyen a la buena prensa: formar, informar, entretener. Sobre todo FORMAR. Te aseguro soy persona, como se dice ahora, "MUY LEGAL", crítico con los defectos, porque quiero aportar mi vocecita en pro de la regeneración que este país necesita. Me gustaría que la gente fuera más ética, sobre todo los dirigentes.

Un saludo amigo Isidro, y perdona el rollo que te he soltado. ¡Por cierto!: ya está el Opel. ZA-2376- C, arreglado. No era la batería, sino el motor de arranque.

Un abrazo.

Agapito.

4 comentarios:

MADOLOK dijo...

Te sorprenderia conocer la cantidad de gente culta que tenemos en el pueblo,aunque se expongan publicamente mucho más los tarugos y cazurros sin razón.
Solo tienes que mirar por tu sobrino Felix,Varo,Pablo Román,Don Tomas...y el bien hallado Isidro de Caso.

Agapito dijo...

No es ninguna sorpresa el conocimiento de Félix, Varo, Pablo Román, Don Tomás.... . De los cuatro, dos no residen en el pueblo.
Antes aquí vivian Maestros, Médicos, Notario, Jueces, Registrador, Sacerdotes, que eran respetados e influyentes para bien.
A pesar de la falta de medios, no sé si nivel cultural era inferior. Sí, antes de la emigración, y sobre todo antes de la guerra, existían líderes obreros de una gran inteligencia natural, y de una gran moralidad, que ejercían su influencia.

Sobre todo era positiva la influencia del Sacerdote. En nuestra generación D. Modesto y D. Santiago.

Cada quien puede ser más o menos culto según su edad, su capacidad intelectual, su voluntad. Hoy día todo el que quiera, si su coco se lo permite, tiene medios para adquirir cultura. La educación es una carrera inacabada a lo largo de la vida. Siempre debemos estar actualizando, renovando, aumentando, afianzando nuestros conocimientos. Para ello es suficiente tener una base cultural, curiosidad, los ojos y los oídos abiertos a tanta culturización como nos llega, sobre todo por la radio, casi sin querer, y queriendo esta herramienta de internet: LEER.

La patanería que critico es la de hombres, desde mayores a , incluso, algunos más jóvenes, quienes se han estancado en una arrogante ignorancia; la de los "cortos en conocimientos y largos en malicia"; la de los engreídos, cuyo mayor esfuerzo intelectual es jugar al mus, y saber cuatro chascarrillos.

Un saludo.

Teofilo dijo...

Querido amigo:El relato de Isidro
extraordinario y de una belleza in-
mensa.
La señora Petra ¿No era la mujer del señor Macario?.Que era el sa-cristan en tiempos de D. Modesto.
Recuerdo muy vagamente ir a clase
de la señora Petra que tenia una
caña larga y nos daba "flojito" en
la cabeza cuando habia griterio.

Un fuerte abrazo. Teofilo Quesada

Agapito dijo...

Amigo Teófilo: Te aclaro. La señora Petra era la propietaria de la casa colindante con la nuestra, que hacía esquina entre la Calle de La Fuente, y la calle Silera. Por detrás tenía una trasera a "Los Corralones". Pertenecía a la familia de los del "Comercio Grande". Siempre la conocí viuda y viviendo con ella una hija, a la que llamábamos "Carmen nervios". Ésta ha fallecido, anciana, no ha mucho, en la Residencia de Valderas. Era copropietaria de dicho Comercio Grande y de la Fábrica de Harinas. Procedían de Muelas de los Caballeros.

La señora Petra a la que alude Isidro es a mí tía, Petra Modroño, con la que siempre conviví.

La esposa del organista, Macario Lobato, "el señor Macario", se llamaba Evarista Luna, "la señá Evarista". Era ésta la que "daba escuela" en su casa de la calle Silera, esquina a la callejuela Angosta. Allí era donde tú recibias "clase".

Yo también poseo el mismo vago recuerdo de asistir a "esas clases". Aquellas "escuelas" eran lo que hoy se llaman guarderías, en las qué, en unos banquitos corridos, aparcaban a críos de hasta cuatro años. A esa edad ya nos admitían en la escuela de Las Hermanas, hasta los 7 u 8, en que íbamos a la "escuela de villa".

El aula magna de aquella Universidad era la habitación de, según se entraba en el portal, a la izquierda. Allí se hacinaban, veinte o treinta críos del barrio. ¡Menos mal que, a media mañana, nos sacaba a jugar al corral!. Mi recuerdo es de otro niño que me pegaba, José de Prada Castrillo, quien vivía por allí, en casa de su abuelo Nicasio, que era carpintero.

Existían más "escuelas" de estas por el pueblo, de las que he oído hablar: la de "La Chincha" en la Cta. de Rioseco; la señora María, esposa de Casimiro, un alguacil muy cojo, en la Calle de La Parra. Por último, una que llegó hasta los años sesenta, en la Ronda de San Pedro, la de Petra "La Malanda".

Es bonito compartir recuerdos comunes.

Un saludo.