He tenido unos días estropeado el ordenador, por eso no he podido dar noticia de este fallecimiento, y de mi pena.
Vivía Marcelina en París, con sus hijos, pero pasaba en el pueblo todos los veranos. La última vez que la vi fue en casa, acompañada de Pilar Infestas, la de Macario, quien le ayudó a llevar dos melones.
Siempre, cuando la encontraba por el pueblo, echaba un "parladico" con ella. Sabía que, con más de 80 años la habían operado del corazón. Me recordaba sus peripecias familiares: del hermano que murió en la guerra, en la batalla del Ebro, quien, con 25 años, dejaba esposa y dos niños huérfanos. De otro hermano que se casó con una Marroquí, "mora" decíamos en el pueblo cuando la trajo, de gran belleza. Del que se pasó del bando nacional al republicano, por lo que llevaron unos días a la cárcel a sus padres. Recuerdo a la madre, la señora Cecilia, una de aquellas "santicas" que iban a la Novena del Carmen, en la iglesia de San Miguel. Su casa estaba allí cerca, en la Calle de La Parra. Recuerdo a su hermano, Toribio "Pelesín", ese era el apodo familiar, a diario paseando por la carretera de Quintanilla. Fue el único de la saga que siempre vivió en el pueblo.
Su marido, Antonio Luna Núñez, "Pachico", con quien, como casi todos los de entonces, se casó muy joven, era un hombre guapetón, como ella, y simpático a rabiar.
La familia de Los Pachico, la formaban Josefa, Domingo, (casi no los conocí, emigraron muy jóvenes a Francia. Si los recuerdo es de cuando venian por San Roque), Antonio, Fernando, Angelita (la de Teofilín) y Valentina. Viven Fernando y Angelita.
Al padre, muy amigo de mi abuelo, no lo recuerdo. Debió morir joven. Nadie sabía su nombre: "Pachico".
A la madre, Ángela Núñez Alonso, perfectamente. Siempre fuimos vecinos. Era prima de mi madre y prima doble de mi suegra.
En una de sus últimas estancias en el pueblo, en la tertulia de La Puerta Villa, recordaba Antonio, con mucha satisfacción, como él era, de "mozos año", en casa del "Calduvero", quien primero terminaba la sementera, y disfrutaba del delicioso descanso invernal jugando a las cartas en el bar del cine. Se notaba que los mejores recuerdos de su vida estaban en el pueblo, aunque enterrara a un niño, puede que de seis o siete añicos.
Sus hijos, Josefina y Antonio, sus nietos (impecables franceses) que, ¡cómo lloraban a su abuela!, les han dado gusto, y al pueblo han traído sus cuerpos, a pesar de todos los gastos, controles, papeleo para traer un feretro de París a Villalpando.
Saben que tienen mi condolencia.
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2 comentarios:
muchas gracias
Francky
Nieto de Antonio y Marcelina
Muchas Gracias
Francky
(Nieto de Antonio y Marcelina)
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