jueves, 21 de febrero de 2008

Publicado Voz de Benavente pasado mes de septiembre.

SABIDURÍA POPULAR.

Estoy pasando algunas mañanas en pueblos de la comarca. Villanueva del Campo conserva toda la solera “terracampina”: aún se muestran dignos el adobe, el tapial, los ladrillos mudéjares en la joya de la torre de Santo Tomás, la casa de los Arrazola, de la Inquisición, en las casas de pequeñas labranzas. En alguna de las cuales el tiempo se ha detenido y ahí resisten la cuadra, pajar, panera, portalón, gallinero, horno, pocilga, bodega, pozo.
Me senté en un banco del jardín de la plaza mayor, la neoclásica y solemne mole del Salvador enfrente, dispuesto a compartirlo, leyendo el periódico, con un anciano solitario. Día de mercadillo, abundantes corrillos de pensionistas ocupaban los restantes.
El hombre cabibajo, la cacha entre las piernas sujetaba sus manos, sobre ellas el mentón; la gorra y chaqueta algo sebosas. Al poco de abierto el diario me mira triste.
-Si le molesto me voy.
-¡Qué va hombre. Todo lo contrario!.
- ¿De dónde es el amigo?
-De Villalpando.
-De ese pueblo tuve yo tres camaradas en la guerra, que ya se han muerto: Teofilo Ortega, que su padre era Caminero.
-¡Si hombre, le llamábamos “Aco”.
-Paco Cepeda, hijo de D. Lucas, y otro que su padre era el practicante.
-¡Claro!. Vive la mujer de Paco y los tres hijos en el pueblo. Y del Practicante, el señor Aniceto, ¿quién era de sus tres hijos?.
El hombre se rasca bajo la gorra y salta: -¡Isidro!, Isidro Cifuentes se llamaba. Nos ponía inyecciones en las trincheras y nos daba quinina pa las fiebres.
-¿Pero usted sería de las últimas quintas movilizadas?.
-Yo soy del cuarenta. Me llevaron a finales del 37, de 18 años. Nos tuvieron unos días en Zamora pa enseñarnos a manejar el fusil y las bombas, y a Somosierra, entre la nieve en pleno invierno. (Me recordaba una canción que allí cantaban)
-Yo era un crío cuando estalló la guerra. No tenía padre. Iba a acarrear con mi madre. Teníamos una labrancica de dos burros. Una mañana, sería a finales de agosto, oímos tiros. Enseguida se corrió la voz. “P’al Pozo Viejo han matao a uno de Villalpando”. Fui p’allí al día siguiente y vi el montón de tierra. Gente de aquí le había enterrao.
La noche del 19 de julio, cuando los falangista tomaron el pueblo, si los socialistas llegan a tener armas, se prepara muy gorda.
Me citaba nombres de unos y otros, a los que conocí, o a familiares.
-La cosa ya venía muy caliente de años atrás. Aquí los de izquierdas eran socialistas y se reunían en la casa del pueblo y querían el reparto. Y se metían con la religión. Decían que no había Dios. Uno, en la fragua se apostó: “Voy a estar media hora con la lengua fuera. Si hay Dios que me la corte”. Un Maestro decía a los niños: “pedid avellanas a Dios a ver si os las da”. Ahora pedírselas al Maestro. Las sacaba del bolso y las repartía. Le pusieron el “Maestro de las Avellanas”.
Unos mozos hicieron un palio con el pellejo de una mula muerta. El Cura, pa evitar la cencerronada y todas las gamberradas a hombrico y mejerica viudos que se iban a casar, lo quiso hacer en secreto en su casa. Le pillaron, a empujones le metieron bajo el palio y le llenaron de insultos, mofas y vejaciones.
Yo igual que digo una cosa digo otra: los pocos ricos vivían como reyes y explotaban al obrero.
Aquella noche, que era domingo, yo andaba por aquí con otros mocicos. Llegó un coche y bajaron algunos fusiles. Estaban encendidas todas las luces del Ayuntamiento, los de la camisa azul y otro con camisa blanca, que era de Acción Popular, lo habían tomado. Todos tenían armas. Habría 30 o 40 tíos, jóvenes la mayoría. También estaban reunidos los de la casa del pueblo pero sólo tenían una escopeta de caza y una pistola. ¡Si llegan a estar armaos, qué gorda se prepara!.
Me sigue contando y contando, con nombres y motes.
-En los dos bandos cada uno tenía su parte de razón. La cosa estaba muy mal y cada uno quería arreglarlo a su manera. ¡Si salvo los más ricos, todos estábamos mal!
Aquí mataron a doce, entre ellos al “Maestro de Las Avellanas” y a un Secretario que estaba separado de la mujer y tenía una querida. Pero si se hacen con el poder los otros también hubieran preparao buena escabechina.
A uno de aquellos le vendí , de cañuela, una fanega de trigo. “Ya te la pagaré”, cuando le reclamé la deuda me lo negó y sí tenía dinero. Si buenos y malos había en las dos partes.
¡Pues anda que, cuando unos años después de la guerra me pusieron 20 duros de multa por venir de acarrear un domingo.....!. ¿Pa esto estuve yo pegando tiros en el Ebro?, le dije al guarda.
El reloj del Salvador le recordó había de dar la comida a la mujer en silla de ruedas.
Me dejó reflexionando. Bella lección la del anciano: recordar la historia con objetividad, sin sectarismo de buenos y malos. Buen ejemplo de sabiduría popular.

NOTA. Lo anterior es transcripción resumida y auténtica de la tertulia, a la que deseo añadir algo que no conté.

Este hombre, apellidado Caramazana fue a un dentista hacer unos años, en Zamora. Le atrajo el apellido Cifuentes. ¡En efecto!: era hijo de su íntimo camarada Isidro. No tuvo que preguntarle. Eran muy parecidos. Le preguntó por su padre. Había fallecido. Se arrancó a llorar e hizo soltar lágrimas al galeno. Le intervino y no le quiso cobrar nada. Cuando volvió por Zamora le llevo dos hermosos conejos limpios y desollados.

domingo, 10 de febrero de 2008

EL CRIMEN DE VILLALPANDO.

Publicado en La Vozde Benavente. EL CRIMEN DE VILLALPANDO.

No, no se asusten. No me refiero a nada de ahora, sino al ocurrido el 8 de julio de 1974, cuya motivación conocemos muy pocos. Quiero también con este artículo recordar a aquel buen hombre con el que me unía buena amistad.
A Teodosio Ainse, como a el resto de sus hermanos, todos le llamábamos “Kilómetro”. A sus hermanas, “Las Kilómetras”, que en cuestiones del femenino en este pueblo siempre hemos sido muy progres. Este apelativo longitudinal venía del padre. Debía ser por lo elevado de la estatura de los miembros de la familia.
A Teodosio, después de haber trabajado en el Servicio Nacional del Trigo, cuando había que envasar y cargar con muchos sacos (en una porfía subió acuestas uno de 80 kilos a lo alto del Silo), le colocaron en el Ayuntamiento de enterrador y barrendero.
No tenía en el pueblo ni un solo enemigo, (pocas enemistades había entonces) sino al contrario: todos éramos sus amigos, puesto que era un hombre, afable, cariñoso, simpático, ocurrente. Como andaba por las calles, para todos los transeúntes tenía siempre un detalle, una atención.
Aquella mañana llegaba por “La Rampla” uno de Tapioles en bicicleta: -¡Quita barrendero, que te pillo!.
-¡Joder!. ¡Vaya mañana!: Uno me quiere matar y ahora tú me quieres pillar.
Así quedó la cosa.
Las barreduras y alguna basura que ya le iban dando por las casas, las llevaba, en un carrito de mano, y vertía en la laguna de “El Excomulgado”, al lado de las bodegas. En ese camino, Segundo “Marcos”, que iba al molino, lo vio por última vez, y le notó asustado. También vio al guardia que lo seguía
A la hora de comer por el pueblo se corrió la voz: -¡que Kilómetro está muerto en las bodegas!. Por la proximidad, fui de los primeros en enterarme. Corrí hacía allí. En el callejón de acceso un guardia me impidió el paso. Le insistía: -¿muerto?, ¿ de qué?. ¿cómo? ¿y no se puede hacer algo?, ¿y por qué no podemos verlo?.
-¡Nadie puede pasar hasta que no venga el juez a “levantar” el cadáver!.
A medida que iba transcurriendo la tarde, allí en la carretera, junto al Silo, de donde partía el callejón de las bodegas, nos íbamos congregando más gente. Todo eran cábalas, misterio. Iban llegando más guardias. El Juez estaba ausente. El cuerpo del pobre “Kilómetro” allí tirado, a la solina.
Un vecino del Cuartel, de donde le habían llegado llantos de esposas de guardias, movimiento, excitación, llegó a la conclusión: ¡le ha matado un guardia!. Y se lo dijo, lleno de miedo, a Tino: -¡le ha matao el del tubo!. (Así designábamos a uno de los guardias, que no había sido).
Tino a mí, yo a más gente. Y así se fue corriendo la voz.
A eso de las ocho de entonces, todavía tarde, llegó la curia. Reconocieron, tomaron datos, no sé si alguna foto y ordenaron “el levantamiento”. Para ello requisaron al camioneto de la lechería, y nos pidieron ayuda para cargar aquel brioso cuerpo sin vida, para sacarlo de entre zarceras y bodegas arroñadas.
Fui el primero en dar la cara: -¡Dejadles solos!. ¡que lo carguen ellos!. Unos pocos se sumaron: -¡que lo carguen ellos!. Los guardias se pusieron en buen plan y les ayudamos. Lo llevamos al Depósito. Roto, ya oscurecido, después de una tarde de tensión, con mi esposa preocupada y cuatro niños muy pequeños, me fui para casa.
No hizo falta autopsia. Estaban bien claros los disparos de pistola y las patadas. ¡Además!, el autor, a la hora de comer, que por eso se supo, lo había confesado. Metido en la caja dejaron llevarlo a su casa para velarlo. Esposa y tres hijos, el pequeño, de dos años.
Aquella noche los ánimos estuvieron muy caldeados en el pueblo, que nos lo habían llenado de guardias civiles. En la plaza, Luis María, el de D. Eloy el Maestro, se enfrentó con un Capitán de la benemérita. Éste le dijo que ese guardia, padecía cierta demencia. Que ya estaba arrestado y desarmado. Y que se haría justicia.
A la mañana siguiente, al salir de la iglesia, del funeral, intenté que la comitiva pasara por la puerta del Cuartel, lo que no conseguí.
Al guardia, que no era el del Tubo, parece ser que lo expulsaron del cuerpo y debió estar algo en la cárcel. Del pueblo desapareció.
¿Y el móvil?. No, no el que circuló por el pueblo de la cartera robada por el guardia de lo que fue testigo el enterrador. Eso no fue cierto, sino lo siguiente .
La esposa de este guardia era una mujer guapa y él un celoso perdido. Teodosio retiraba la basura de las viviendas de aquel viejo cuartel, por eso se relacionaba con todas las familias. No había contenedores y le daban las bolsas en mano. Teodosio, simpático como era, con todo el mundo hacía amistad sana, intercambiaba frases graciosas, amistosas. Alguna pudo oír el famoso guardia, y, ¡con seguridad!, sin que hubiera nada más, aquel psicópata lo enfiló.
Aquello está superado. A nadie pretendo molestar. Simplemente recordar a Teodosio Ainse. “Kilómetro”.

viernes, 8 de febrero de 2008

SOBRE LA PLAZA. ACLARANDO.

¡Bien!: Pues se está pasando la semana y la obra no se ha reanudado. Conté lo que me contaron y he visto. La fuente era buena. Lo normal, aparte de mi ingenuidad, era creerlo.
Ayer coincidí con unos funcionarios de la Diputación. Les hice la pregunta y me remitiron a una chica, (pregúntele a ésta que es de la Empresa) en el soportal presente. Le repetí la pregunta: -¡ESTA SEMANA COMENZAMOS DE LLENO!.
Ahora ya no sé si creerlo.

martes, 5 de febrero de 2008

UN CUENTO CON TINTES DE VEROSIMILITUD.

EL CONEJO DE PASCUALA.

Como hoy, además de Santa Águeda es martes de carnaval, y por si el artículo anterior nos ha dejado regusto agridulce, quiero contar un “verídico suceso” de esos que, antiguamente, animaban tertulias.
“Pocapena” era un labrantín de los que, al poco de andar, ya le llevaban sus padres a arrancar grama de los majuelos. El trabajo y la austeridad hicieron de él un hombre hebrudo y viril. Como entonces no existían pantalones ajustados, ni contaminación, jamás tuvo problemas de erección, ni de lo otro. Emigrante en Suiza, españolito moreno, macho ibérico, se encaprichó de él una Tirolesa rubia, mezcla de mantequilla y manzana “Starkin”. Duró el romance hasta que apareció el marido, un carnicero de 120 kilos y afilados cuchillos.
Cuando se jubiló, todavía entero en todos los aspectos, siguió con ciertas actividades: cuidar el huerto, los frutales, una viña, cebar dos cerdos, unas gallinas, tres conejas de vientre y el conejo padre.
Éste descendía de una raza Helvética. Le llevaban todas las conejas de la vecindad. Quizá por ello, o por la edad, aunque él lo cuidaba con mimo dándole, como suplemento potenciador sexual, sopa de “salvaos” en ponche, el conejo empezó a mostrarse impotente. De ahí que decidiera su reposición.
Un día se encontró con Pascuala, la de “El Forrao”, que traía un “sacau” de cogido.
-¡Mucho apañas!.
-¡Ya ves hijo!. ¡Se han liau a parir las conejas....!.
-¡Oye!. ¿Y no tendrás un conejo nuevo pa padre?.
-¡Huy!. ¡Pues has llegao a tiempo!. Ayer, de la última camada que he vendido, he apartao uno blanco, de ojos color vino y orejas dobladas que es una pintura.
-¿Pero vale pa padre?. Ya sabes tú que a veces los más pintureros son los que menos funcionan.
-Ese es tan buen semental como tú has debido ser, según dicen. Ya le he “echau” una coneja de “Los Colcos” y la ha cogido al primer salto.
A “Pocapena” la insinuación le revolvió la testosterona.
-¿No querrás tú probar si todavía cojo?.
-¡Anda asqueroso!, que los tíos siempre estáis pensando en lo mismo. Si te interesa el conejo blanco, vamos a verlo.
-Casi me interesaría más el negro.
-¡Pero ese tiene amo, y no está en venta.
Entraron en el corral por la puerta trasera. Al ayudarla a bajar el saco del cadril se le fue una mano, y recibió un manotazo.
Entraron en la antigua cuadra convertida en conejera, y en jaula aparte estaba el aspirante a padre. Cierto: el conejo era precioso.
Discutieron largo rato el trato del conejo blanco, y del negro. En el primero llegaron a un acuerdo. En el segundo lo dejaron para otro día.
Pagó las quinientas veintisiete, con cincuenta, pesetas, que si no llega La Sastra a partir la diferencia, no sé si hubiera cerrado el trato. Cogió el conejo, y “pa” casa.
Después de desocupada y limpia, lo aposentó en la jaula del anterior sultán. Le puso cebada, unos gránulos y un puñao de alfalfa en la yerbera.
A los dos o tres días, parida una de las conejas, la metió con el conejo. Al animalico no le había llegao el celo, daba vueltas alrededor de la jaula, y,... ¡nada!.
Probó con una nueva a los dos días. La tía estaba c.......ísima: ¡una quietud....!, ¡y el conejo ni se arrimaba!. Ella daba algún saltito, hacia alguna cabriola, se ponía a su lado,.... .El conejo “semental”, gordo, lanudo, con los ojos color vino,.....¡nada!.
A ¡Pocapena le entró un mosqueo!. Repitió la operación con unas cuantas conejas de la barriada y...¡nada!.
¡Por fin!, se le hizo la luz: ¿a ver si es maricón?. Le metió un macho grandecico de la camada a punto de vender. ¡Qué saltitos!, ¡qué carantoñas!, ¡que ponerse de manos!, ¡qué forma de oler y correr detrás del otro pobre!...¡Qué cabreo le entró a “Pocapena”!. -¡Será gran zorra!. -¡Esta lo sabía!. -¡Pues no me ha vendido pa padre un conejo maricón...!.
Se lo devolvió, e intentó que, a cambió, le diera el negro, aun pagando la diferencia a mayores.
Para que la película no sea 3R, cortamos, no sabemos qué ocurriría al final, aunque es fácil ponerse en lo peor, o en lo mejor. ¡Quién sabe!.

lunes, 4 de febrero de 2008

PUBLICADO EL PASADO SÁBADO EN LA VOZ DE BENAVENTE.

Por lo que veo, el señor internet, con el cambio de mes archiva todas "las entradas" de ese periodo. Por eso advierto que los que accedan de nuevo, si quieren leer algo de la publicado, han de pinchar, al final de la página, donde pone "ENTRADAS ANTIGUAS", o algo así.
Para los visitantes asiduos, "cuelgo" (cómo estoy aprendido el ABC informático!) el siguiente artículo:


EL SENTIMIENTO DE JUSTICIA.

La cantante Cecilia, ¿se acuerdan?. Aquella que dejó su vida contra un carro en Colinas de Transmonte, la musa de la transición, la de: “Libertad sin ira, libertad....., guarda tu miedo y tu ira, porque hay libertad”, canción de la que servidor hizo bandera, también cantaba: “Sólo le pido a Dios, que lo injusto no me sea indiferente”,..... .
¡Bueno!. Pues la familia de mi primo, un “tonto” que ha peleado porque lo injusto le repatea, ya lleva tiempo rezando, ante tanta bajeza de cierta gentuza que jura en falso y, ante cómo está la justicia y la política en España, para que pase de injusticias.
Ya de muchacho, en plena Dictadura, solicitó para un tío suyo, hombre recto, trabajador, padre de familia numerosa, a quien le hubieran venido bien esas perrillas, el puesto de Juez de Paz. Se lo dieron a un terrateniente, golfo solterón, explotador y lascivo. Se atrevió a protestar por escrito y casi termina en el TOP.
Pensó que con la democracia, a la que colaboró en lo que pudo, mejoraría la situación, pero padece que la justicia, por algo es la institución peor valorada, sigue de pena, mediatizada por los poderes económicos, políticos y, además, con un erróneo concepto progresista, proclive a tapar, a paños calientes, a no aplicar las debidas penas a los infractores, a exculpar.
Todos estamos convencidos de la impunidad con la que actúan los delincuentes de todo tipo. Más cuando tienen dinero. Quien dispone de euros para fianzas, ¡a la calle!, a no ser que medie una gran presión social y mediática, véase caso Farruquito. Los autores de crímenes horrendos, condenados a miles de años de cárcel cumplen 10, 12, 14 a lo sumo.
Le mediatización de los políticos sobre los jueces, ¡escandalosa!. ¿No ven como se pelean por controlar el C.G.P.J., el Tribunal Constitucional?. No ven que según los jueces sean “progresistas” o “conservadores”, así se pronuncian ante el mismo hecho con distintos criterios.
Hoy hace 10 años del cruel asesinato de Soledad Becerril y Antonio Jiménez, joven matrimonio con una vida segada en flor y unos niños huérfanos, ¿no andarán ya sus asesinos por la calle?.
¿No ven como ahora el Fiscal General del Estado, tan dócil al poder político, ya encuentra pruebas para ilegalizar a ANV y al PNTV, las “mecanes”?. ¿Por qué no lo hizo en vísperas de las Municipales?. Nos hubiéramos ahorrado la infamia de cuatropecientos cargos públicos filoterroristas, chupando, cual sanguijuelas del dinero de todos.
¡Además!: ¡ni te atrevas a rechistarle, a exponerle una razón, a un juez o jueza!. Tienen inmenso poder, y suelen hacer gala de prepotencia.
Se celebraba un juicio y el agredido preguntó por qué el acusado no se sentaba en el banquillo, en lugar de al lado de la víctima en el mismo primer banco. El Juez contestó: -“Aquí quien manda soy yo”. ¡Poderosa razón!.
Otro día, el denunciante de un fraude electoral, llamado por una Jueza a ratificarse en la denuncia, ante las preguntas de la misma, se ratificaba en los hechos denunciados, e insistía en los artículos de la Ley Electoral en los que se apoyaba el presunto fraude, que no se sabía otros, pero esos muy bien. Cortés pero con tanta firmeza como humildad, insistía, ante la discrepancia de la jueza. Ésta, ya no sabiendo por donde salir, saltó: -“Y usted tenga mucho cuidado porque le empapelo”. Huelga el comentario.
La verdad es que mi primo, aun consciente de la Quevedesca sentencia: “Cuando no hay justicia tener razón es peligroso”, disfruta con la íntima satisfacción del reconocimiento popular, de poder ejercer su libertad de expresión, de sentirse bien consigo mismo, sobre todo cuando consigue justicia, bien la hagan los jueces o, mejor, si la hace el pueblo.

CREO QUE SÍ.

Abro el correo y me encuentro con tu comentario. Me acerco a la plaza, 9:45, y veo al encargado con un trípode de esos de topografía, haciendo mediciones. También desde hace días están los bloques de piedra de las losetas. Obreros a esta hora no hay, no me atrevo a preguntar, pero todo indica que sí, que se reanuda la obra.

viernes, 1 de febrero de 2008

ALBRICIAS.

Aunque prometí dejarles en paz algunos días, la noticia merece el incumplimiento de la promesa: EL PRÓXIMO LUNES, D. m., 4 de febrero, SE REANUDANARÁN LAS OBRAS DE LA PLAZA.
Mi fuente es extraoficial. Simplemente que ahora, viernes, por la mañana he visto algunos operarios de preparativos. He preguntado a un encargado y me ha dado la buena noticia.
Como supongo que a esta pagína entran muchos villalpandinos de la diáspora, para ellos, a los cuatro vientos, lanzo mi alegría.
También, por indicios, sé que el equipo de gobierno se lo ha currado, que la cosa no estaba fácil.