Y bien que lo siento. Aunque mucho más joven que yo, era un encanto conversar con ella. Por eso le podía recordar a su padre, Enrique, muerto en un accidente de tráfico cuando ella era muy niña. A su abuelo Ezequiel Castañón, tan amigo de nuestra familia.
Es esta de los Castañones una de las sagas importantes en la vida del pueblo. Conchi pertenecía a la tercera generación. Una saga caracterizada por, desde su humildad, a base de emprendimiento y trabajo, crear trabajo y vida en el pueblo.
Recuerdo como empezó todo. Enrique Blanco, su padre, siguió con el alquiler del local donde Ezequiel había tenido tienda. Allí abrió un bar. Buscando por Zamora un rótulo para dicho bar, encontró uno que ponía, "Riesco". Desde entonces, Enrique, natural de Quintanilla del Monte, empezó a ser conocido como el del Riesco.
Aquel bar, diríamos mejor cantina grande, empezó a funcionar. No mucho después, su padre compró una bodega. Con uvas compradas elaboraba vino a la antigua usanza. Poco después, un camión, con el que perdió la vida.
Concha, su madre, quedó con cuatro niños. El pequeño Luis Miguel, recién nacido. Ella pechó con el bar, Conchi, la mayor, con su abuela Narcisa, cuidaba de los hermanitos.
Años de trabajo en que los niños también ayudaban. Concha madre, se lanza a construir un hotel de carretera. ¡Cómo no! Restaurante Riesco.
Los Blanco Castañón, adultos, siguen dándole impulso a la hostelería local. Crean el Hotel Cañada Real.
Conchi, ya casada, inquieta, se forma como esteticista, y se establece en la calle Toril. Sara, y sus hermanas Riaño, fueron buenas clientas.
¿¡Qué le voy a decir a Isidoro? Matrimonio tan unido, a sus hijas, Carmen y Noelia: que tienen el acompañamiento de toda mi familia, de todo el pueblo. También me gustaría decirles que se agarren a la esperanza. Como dijo Unamuno: "Guárdame Señor en tu pecho, misterioso hogar, que vengo agotado del duro bregar".
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