jueves, 8 de diciembre de 2022

LOS QUINTOS DE 2.022.

 



      ¡Qué lejos ha quedado la quinta de 1962! Ya han fallecido unos cuantos. Un día, s.D.q., los voy a recordar. Por aquel entonces la fiesta de los quintos se celebraba en la Nochevieja, precedente al Año Nuevo en que entrábamos en quinta, cuando, en el mes de marzo, nos pesaban, medían, reconocían en el ayuntamiento. Así se formaban los reemplazos cuando el servicio militar, para los varones, era obligatorio. Entonces se "entraba en quinta" el año que cumplíamos los 21, o sea, en esa Nochevieja teníamos ya todos 20 años. Estos de ahora, en este momento, tienen 17 años, nuestra nieta Inés, aún no los ha cumplido. en los últimos años del servicio militar obligatorio se adelantó la edad a los 18 años.

     Los quintos del "sesenta y dos" no tuvimos fiesta. Los de la quinta anterior, más unos cuantos que nos agregamos, habíamos gamberreado bastante. Aquello acabó en el Cuartel de la Guardia Civil, toda la mañana del primero de año y en juicio posterior de faltas; en el que servidor, además de acusado, actuaba de mecanógrafo, por eso me libré de pagar la multa. A ver si lo cuento con más detalle otro día. Sea por esa mala experiencia o porque llevaba días sin parar de llover y ya se había desbordado el Valderaduey, o porque bastantes ya habían emigrado, lo cierto es que ni rechistamos. Unos pocos nos hicimos una foto que un día voy a colgar.

    Volviendo a los de ahora, todo tan distinto: 17 años, ya digo, ahora, sin servicio militar, sin leva forzosa de una quinta parte de los nacidos en cada año, de ahí lo de "quintos", son idem y quintas. Creo han escotado a 150 euros; han traído una charanga de Valencia de don Juan. Iban los chicos buscando a lasa chicas por cada casa, donde les sacaban bebidas y dulces. Servidor que, en los tiempos la señora Allende, cuando se pasaban toda la noche a base de bombazos pintorrojeando el pueblo, tanto me hicieron sufrir, hasta el extremo de marchar esa noche a dormir fuera, quién me iba a decir que tirarían los cohetes en nuestro corral. Vean el humo en la foto donde está la orquesta. Pero a partir de ahí ya no oí no cohete más. Puede sea la ventaja de la sordera y el haber cambiado de dormitorio a uno interior en planta baja.
   
     Todos llevaban camisetas serigrafiadas con sus nombres y fotos, las mismas de bebés que han impreso en los carteles pegados por todo el pueblo. Ya no van a la novena y misa, para estar todo el rato dando guerra, ni falta que hace; en cambio sí, muy formalitos, con mucho respeto, al acabar la ceremonia fueron desfilando, uno a uno a ofrecerle una flor a la Virgen. Precioso detalle por hacerlo con sumo respeto.

    Que me marcho a misa, que cantar "Villalpando y su tierra gloriosa" me sigue emocionando. 


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