viernes, 23 de octubre de 2020

EL TOQUE DE QUEDA.

 

                                               EL TOQUE DE QUEDA.

 

               ¡Si seremos modernos! Se está hablando de imponer el “Toque de Queda” en todas las ciudades, cuando en este pueblo lleva tocando “La Queda”, desde tiempo inmemorial; desde cuando la villa estaba completamente cercada por muralla de tapial en el segundo perímetro, de ahí que solo perduren los restos en canto y arena de la primera cerca, la que pasa por la plaza, cuando no era plaza. Tocaba “La Queda” para avisar a quienes estuvieran fuera de la cerca de que se iban a cerrar las puertas.

            Lo malo es que ahora, desde 1996, a la campana de la Queda, señera y libre, la encerraron dentro del cajón, junto a las otras dos campanonas enormes de San Nicolás, cajón en que han convertido al campanario de dicha torre; cajón solo abierto al lado del Nordeste, por lo que esas campanas sólo se oyen en menos de la mitad del pueblo.

            Sobre el tejado de la torre, en el lado de “abajo”, desde el que vienen las aguas, un arco de ladrillo mudéjar, sustentaba a la singular campana. Se tocaba desde el suelo con soga atada a su badajo, la cual pasando por una polea de madera en el borde del tejado, caía sobre un callejón, al que se accedía por puerta desde la calle Pasión.

            “Rupidera toca La Queda”, era estribillo que coreábamos los muchachos. Sus bronces se desparramaban solemnes sobre el modesto caserio, sobre casonas y casuchas, sobre cuadras, pajares, paneras, lagares, eras, tenadas, bodegas, muladares..; sobre sendas, rastrojos, barbechos, sembrados, majuelos,..  y, según de donde viniera el aire, se podía oír desde la Lomba a los Campos; desde el Ardero a los Barriales de la Encomienda.

            Dos eran los toques diarios, normales, pausados: uno a las doce del mediodía, o a la una cuando se pasó a la hora oficial, adelantada una hora a la solar; cambio que Clara “la Contreras” se negó a admitir. Su reloj despertador siguió rigiéndose por la hora de Dios. Esas nueve campanadas de cuando el sol estaba en el cenit, eran las del “Ángelus”. En las casas más piadosas se rezaba: “el ángel del señor visitó a María / y concibió por otra y gracias del Espíritu Santo”, “Dios te salve María, llena eres de gracias…”. También a quien pillara en la plaza, (muchas personas los domingos)  si era hombre, había, al menos de quitarse la gorra, pararse, callar si no quería rezar, y mirar para la imagen que había en el Ayuntamiento.

            Desde la víspera del “Cristo de Villanueva”, 13 de septiembre, hasta el día de Santa Cruz, 3 de mayo, “La Queda” tocaba a las diez de la noche cien  campanadas, y tres más: una para el alcalde, otra para su mujer y otra para el cura. Había quien contaba a ver si Rupi daba las cien o alguna menos. En el horario de verano, a la inversa del anterior, tocaba a las once.

            “A recoger galanes, toca la Queda, si hay alguno en tu casa, échalo fuera”. “Que la Queda te toque en casa”,  le decían los padres a las mozas, por eso el baile de los Mantecas, lleno por el mocerío del pueblo, se vaciaba de golpe un poco antes de las diez en invierno.

            Y, dentro de los toques normales, se encontraba el de acompañar a las otras campanas de la iglesia cuando tocaban la “primera” en las novenas de San Roque y la Purísima, también cuando iban a soltar las vacas en la fiesta citada.

            Algunos veranos, cuando las escaseces arreciaban, tocaba a las seis de la mañana, para que antes de esa hora, en que salían los guardas, nadie saliera a “respigar”, para que no mangasen espigas de las morenas; volvía a tocar a las doce, para que las respigadoras volvieran al pueblo.

            Lo malo es cuando: -“toca La Queda, toca la Queda, ¿qué pasará?, cuando así lo hacía, a rebato, tocando más fuerte y seguido, nos estremecía, a todos ponía en movimiento. El motivo más frecuente era por algún chapitel que se prendía; incluso por casa que ardía.

            Era después de comer, un 14 de agosto de 1957. Toda la gente o en las eras o en la siesta. Creo que en la plaza sólo estábamos Julián “Fanega”, tío de los actuales dueños del bar “Ideal”, y servidor, muchacho pájaro de pueblo en la oficina de Cossio, por entonces. Vimos un humo negro por detrás de la casa del entonces Secretario. Fuego, fuego, nos dimos cuenta enseguida. –Venga, vamos a tocar La Queda. Le dimos una patadas a la puerta del callejón, nos agarramos a la soga y empezamos

a tirar con tanta fuerza y seguido, que la soga se arrancó. A la torre se accedía por otro portón. Por vigas y escalones coronjosos, escalé hasta el tejado de la torre; desde allí, debajo de la campana, con el cacho soga que quedó atada al badajo, me lié a tocar. Era una estampa solidaria ver cómo la gente abandonaba las trillas; impresionante ver cómo ardía la casa de los “Periquitos”, en la calle Condado, donde ahora está Clemen, la casa más grande del pueblo; todos los pisos y cubiertas de buena madera de pino. Otro día les contaré como se logró evitar que se quemaran las casas lindero. Les contaré la solidaridad de todo el pueblo en todos estos casos de incendios o cualquier otro siniestro, cuando no había ni agua corriente, ni bomberos, ni medios. En el caso dicho llegaron los de Benavente, al atardecer, cuando ya teníamos, a calderos desde los pozos de San Miguel y de Santo Domingo, formando cadenas humanas, controlado el fuego.

            Pienso que a esa campana deberíamos liberarla del encierro y volverla a colocar en lo más alto de la torre. Con los medios de hoy día tampoco sería tan difícil.

            Muy distinto es el motivo del moderno toque de queda. Llevo muchos días comprobando en el pueblo el incumplimiento de las normas para combatir la pandemia, y me he callado como ven, en este blog.

                      

        Cerca ya de las dos, el Ayuntamiento ha colgado el bando que ven en la imagen: "Ante la constatación de que existen personas que conviven con un caso sospechoso o confirmado de contagio por Covid 19, que no cumplen la cuarentena en sus domicilios, recordamos la obligación que tienen de hacerlo, etc. etc.".
           Pues es que resulta que ésta es la Zona Básica de Salud, con CINCUENTA Y TRES diagnósticados, que más casos tiene, no solo porcentualmente, sino también en cifras totales, de la provincia.
           Aquí ha habido mucha relajación y poca vigilancia. 
          Anoche han ingresado a otro señor de Villalpando. Y recemos para que sigan así, sin contagios, las tres residencias de la zona.


        

           

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