jueves, 18 de diciembre de 2025

NO PARO DE RECORDARLA. (XV)

 




                          Es la Primera Comunión de Álvaro. Está Belén, que fue su catequista.


    Además, toda la gente de la villa, y de la comarca, no deja de mostrarme cariño. La veo por todas partes, no sólo en casa, en el sillón, en la cama vacíos, sino por el pueblo, en lugares más especiales unos que otros. Por ej.: ayer en el Ayuntamiento. Acompañé a empadronarse a una chica venezolana y a su compañero. Siempre, siempre recuerdo la Sala de Fiestas Feliz, el salón de los Mantecas, que estaba allí, entre las viejas, y las mismas paredes de sillares de arenisca que levantaron los Templarios, hoy Salón de Plenos Municipal.

    Salí de la Plaza por la calle del Toril; allí, cerrada desde hace muchos años, está la casa de Alejandra.   con frecuencia  visitada, para ver a la gran amiga Lucita Boyano. Un poco más. Creo la casa siguiente era la de "Goya, la "Sinda"". Vivía con un hijo soltero, "Tano". Enfermo, sin poder trabajar, en un cuarto de la casa, abrió un humilde bar con mostrador de ladrillo y cemento. ¡Nada! Cuatro paredes, una ventaja, dos mesas y cuatro sillas. En alguna ocasión, de novios, poco antes de la boda, cuando su padre me aceptó, fuimos por hacerles un poco de gasto. No tenían más que vino de garrafón. 

    Nostalgia, tristeza. Permitan  que por eso continúe, como queriendo atrapar un tiempo ido, con los recuerdos matrimoniales.

    Allá, por principios de los setenta, llegó al pueblo un matrimonio joven. Luis García Cortés, su esposa Julita Sardón. Traían su primera nena, Raquel.  Se alojaron en la casa de don Evaristo Conejo, en la plaza de Santa María. La misma cigüeña que a nosotros, los visitaba con frecuencia. 

    Luis vino destinado a Villalpando como Jefe de la entonces oficina de Extensión Agraria. Nada que ver con los actuales funcionarios, burócratas mañaneros, de ida y vuelta. Luis se implicó hasta los topes en la ayuda a la agricultura y ganadería de la comarca, a la mejora de las condiciones, al desarrollo. No existía la PAC ni el papeleo actual. Todo el esfuerzo consistía en hacer más rentables las explotaciones mediante, por ej., el cooperativismo.

    Reuniones en la noche por los pueblos. Aquí ni sé cuantas, incluso en las mañanas y sábados de los domingos. Logro suyo fue la cooperativa Agrovico, si bien fracasada, origen de la actual próspera Agrinza. Mayor logro, cuando había tantos pastores, fue la Cooperativa Interprovincial de Ovino, origen del actual C.P.O.

    Otro de los intentos, que consumió muchas horas de tumultuarias sesiones, cuando la gente carecía de costumbres de asambleas, y cada uno hablaba con el vecino, fue el intento de creación de cooperativa para instalar una planta deshidratadora de alfalfa, que vimos inviable y no cuajó.

    En la multitud de gestiones que Luis realizaba, contactó con unos catalanes, de Lérida que habían montado una planta transformadora de alfalfa. En lugar de pasarla, recién segada, por un troner, donde a base de gasóleo, ya muy caro, la secaban, esta empresa "Aproalfa", llevada también recién segada y picada, la sometía a un prensado para escurrir parte del agua, y la metía en unas bolsas, sacos de plástico, cuadrados y alargados, de unos cuarenta kilos. Eran pequeños silos. Alfalfa ensilada parecida a la de las "bolas" de ahora.

Luis consiguió contactar con esos catalanes cuando, todavía, no habían rematado la fábrica en Suchs, y aquí que se presentaron: el jefe, don Andrés Rivadulla Buira y el segundo, un tal Antonio Roma. En el bar del cine nos reunimos unos veinte alfalferos interesados en el proyecto. Yo pagué la consumición. 

Después de muchas reuniones y contactos, nos dimos cuenta de lo inviable del proyecto. Aquella consumición fue rentable: el primer camión de Rumialfa que salió de la factoría, vino a Villalpando. Un tráiler, veintipico toneladas que, saco a saco, pasaron por mis costillas, descargadas en el corral de “La jabonera”, contra la tapia de Peterete. No estaba aún construida la casa de mi hermana. Mi padre sintió mucho no poder ayudarme.

La rumialfa empezó a venderse aquel invierno como churros en verbena. Aquel primer camión lo fui repartiendo, a fines de semana, con el tractor por los cabañales. Después ya venían los camiones directos; a la vaquería de Bolaños, a la de Fernando Burón, por ej. A veces se repartía un camión para varios ganaderos. Si era día de escuela, iba Sari, con el camionero, a repartir y cobrar. Me facturaban a un mes. Cuando llegaba la letra, ya tenía, de sobra, las perras. Repartimos Rumialfa desde finales del "setenta y siete", al "ochenta y dos".

Así fuimos consiguiendo ahorros para el arreglo de esta casa e ir comprando alguna tierrica, y para que nuestras hijas fueran a la Universidad, David a internado de FP, luego a la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial. Jesús consiguió el Título de Profesor de Auto-Escuela, y de Director. Álvaro, en otro internado, durante cinco años, se formó para ser un excelente profesional agrícola y ganadero.


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